lunes, 9 de julio de 2018

¡CUERNOS!


Ahora que estamos en una época de reconocer la identidad sexual y de género del ser humano, yo voy más allá y lo simplifico todo reivindicando mi derecho a ser identificado simplemente como mamífero y dejarme de tanto rollo. ¡Qué cansinos! Además me viene fenomenal, pues al considerarme mamífero, no tengo ningún problema en admitir abiertamente que empatizo con todos y cada uno de ellos, exceptuando el género homo y ciertos primates… Ya metido en arena añado que empatizo de igual manera con el resto de especies, aunque no sean mamíferos.

Óryx de cuernos de cimitarra

Aclarado este punto, paso a lo que nos ocupa.

Mis primeros recuerdos con los mamíferos, no era que me diese el pecho mi madre, que parece ser que a algunos los deja marcados. ¡El acto de amantar es tan común! Lo digo siempre, lo mismo amamanta una vaca que una cerda y no se andan con tantas zarandajas. Está sobrevalorado, sobre todo en el género homo y ya no te cuento cuando a alguna loca le da por comerse su placenta… Lo entiendo en un ñu hembra que tiene que eliminar rápidamente cualquier señal del nacimiento de su cría para no alertar a los depredadores, pero en el ser humano me parece cuando poco, aberrante.

Ñu de barba blanca

En casa teníamos la enciclopedia El Mundo de la Naturaleza y de vez en cuando por petición mía, mi padre me sacaba algún tomo para que lo viera, no podía cogerlo solo porque yo era pequeño y el libro pesaba mucho. Siempre elegía el de los mamíferos e imagino que mi padre estaría harto porque de vez en cuando me sacaba el de los reptiles. El tomo ahora, está más desgastado que el resto. Mientras otro niño se sentiría fascinado con el tigre o el león, yo me quedé flipado con la diversidad de los herbívoros y en especial con los que portaban cuernos y astas.

Kudú

Tendría entre 3 o 4 años, cuando descubrí mi primer muflón, al gran kudú y muchos otros. Así que mi afición por los cuernos viene de lejos. Si ya hablamos que en 1974 se empezó a emitir El Hombre y La Tierra, no digo más. Más tarde, la editorial Marín sacó los famosos cuadernos de campo. No puede dejar pasar la ocasión y con 7 años conseguí que mi padre me comprase el dedicado a La Cabra Montesa y El Muflón.

¡Los fantásticos cuadernos de campo!

Al terminar cada episodio, iba corriendo a buscar un block de dibujo y dibujaba escena por escena a modo de cómic. Principalmente los episodios de herbívoros perseguidos por carnívoros. Antes me parecía fascinante el programa de TV, ahora cuando los veo me parecen sospechosamente preparados. Me pasa actualmente con los documentales de La2. Me pongo malo. Qué innecesario me parece filmar escenas explícitas de cómo un león, hiena o el que sea devora a un herbívoro escuchando sus bramidos y el crujir de huesos.

El primer muflón que vi en mi vida

Siempre dicen que no hay que intervenir, pero yo pienso que una vez estás allí en África filmando, quieras que no, ya estas interviniendo de una forma u otra. Pero bueno eso depende del tipo en particular. Hace poco vi un vídeo donde cosían una herida a una leona, pues mira yo la hubiese dejado tal cual. O se interviene para todos o para ninguno. Lo siento por la leona… Y ya no hablo de los turistas que graban escenas espeluznantes y a los que solo se les oye decir: “¡Oh my god!”… Pues chico ¡deja de grabar! o baja del jeep y échale una mano al búfalo de turno. ¡Qué asco me da esta gente! No me quiero ver en una parecida, por eso no iría nunca a ningún safari, me conformo con ir al zoo, aunque a la gente no le guste.

Ciervo rojo

En cuanto al zoo, desde que tengo uso de razón voy, de hecho ciudad que visito dentro o fuera de España, lo primero que hago es ir a uno. Están en la diana de todo animalista que se precie, pero a mí no me produce ningún cargo de conciencia ir. Los herbívoros viven por lo menos ajenos a los depredadores, que es lo que me interesa y luego admirarlos, claro. Con otras especies tengo mis reservas…

En cuanto a los animalistas… A veces me entero de cosas que hacen... Se me cae el pico de pato Lucas al suelo…

Sable (Berlín, 2004)

Siguiendo con mis aventuritas, mira tú que el niño raro de turno no tenía otra cosa que hacer que cuando iba al campo plantarse ramas de árbol en la cabeza e imaginaba que era un ciervo o lo que se terciase. Escolopendra Venenossa todavía llegó a verme hacerlo. Ahora con la moda de los implantes, podría ponerme unos bonitos cuernos, pero con lo que me dio la madre naturaleza me conformo. Además cuento los años para echarme unas risas a costa de los vejetes llenos de agujeros o (estoy deseando verlo) las orejas dilatadas.

Bura o Ciervo-mula con los cuernos en terciopelo

En el colegio me dediqué a transformar el conocido juego del rescate y lo rebauticé como muflones y lobos. Empezaba un solo niño como lobo y el resto éramos muflones. Según nos iba atrapando nos convertíamos en lobo y así hasta que solo quedaba un muflón. Tuvo éxito un par de veces y más que nada, porque yo venía de fuera (y era la novedad) e inventé que era un juego de moda de donde venia.

Muflón del Canadá

Esta afición por los animales con cuernos se convirtió en vicio y me llevó a “delinquir” sobre todo en Navidades. Casa a la que acudía con mi familia y en la que hubiese un portal de Belén, ahí iba yo haciéndome el disimulado (¿puedo ir al wc?) y arramplaba con todo animalito que tuviese cuernos, en especial como es de suponer: cabras, carneros y cuando había suerte (las pocas), algún ciervo.

Tar

Cuando visitaba a mis abuelos maternos, estos siempre avisaban a una tía de mi madre (mi favorita) que siempre nos traía algo del kiosko verde de toda la vida. A mí normalmente me compraba un sobre sorpresa de animalitos. Siempre que venía me traía el mismo. Ahora pienso que debía ser el único familiar que he tenido que no le pareciese raro que no pidiese algo diferente cada vez. Desde entonces cuando salgo de viaje, si veo en algún pueblito un kiosko verde y abigarrado (raro verlos) siempre lo escudriño buscando esos sobres sorpresa de mi infancia.

Nyala (Berlín, 2004)

Cuando tuve ya edad suficiente para tener paga y salir a la calle, mi momento eran (otra vez) las Navidades. En cuanto en el estanco de mi barrio ponían a la venta las figuritas del Belén, para allá que iba y me hacía con las típicas cabritas y corderos. Para entonces ya empezaba a acumular libros de animales. A la hora de escogerlos invariablemente debía tener una buena foto de algún animal que portase cuernos o astas.

Cobo

Actualmente sigo el mismo patrón. Hace unos años compré el típico libro de supermercado, Los 1001 Animales. Tiene un montón de errores e inexactitudes. Directamente (tendría que tirarlo a la basura) hay un  apartado genérico de antílopes y meten a todos en el mismo saco sin identificarlos. Lo mismo pasa con el apartado gacelas, donde colocan a unos cuantos antílopes. En fin… Pero no pude resistirme por las buenas fotos que había del kudú, el cobo, el damalisco…

Alcelafo de Coke

Con 15 años mi afición me llevó a delinquir de nuevo, hablando claro: ¡a robar! Mis padres me daban dinero para comprar el material para ir a clase en Artes y Oficios. Recuerdo una vez que tenía que comprar una caja de pasteles Rembrandt y decidí, en vez de ir a una tienda de bellas artes, acudir a unos conocidos grandes almacenes de Madrid, haciendo un alto en la sección de librería... En ese momento aparecieron dos David en miniatura a cada lado de mí. El bueno me decía que el dinero era para la caja de pasteles, porque mi intención era gastarme el dinero en un libro de mamíferos (con buenas fotos de cornudos), pasar de los pasteles y apañarme con cualquier excusa luego al llegar a casa. El David malo me aconsejó que no me complicase tanto... “Hablaron” entre ellos y de común acuerdo, me aconsejaron que hiciese lo que debía y que, como la bolsa era muy grande (siempre he sido muy previsor y pedía bolsas grandes) metiese el libro en un descuido y así lo hice.

Eland (Berlín, 2004)

Ahora no se puede porque tienes que salir por el arco que detecta la alarma. Antes era relativamente fácil. Mi táctica era la siguiente: siempre llevaba algo pesado en la mano, luego compraba algo y según la bolsa que me daban, pedía una mayor para poder meter lo que ya llevaba de casa. Pero bueno, tampoco delinquir es que delinquiera mucho. He sido más de ir ahorrando que da menos quebraderos de cabeza, aunque con mi experiencia como antílope siempre tenía a mano las rutas de escape.
¡Y robar es malo, por supuesto!

Óryx de cuernos de cimitarra (Amsterdam, 2007)

He sido muy ahorrador aunque no lo parezca. Eso sí, siempre para lo que me interesa, que si un libro, un muñequito, menos para viajar o salir a tomar algo, para todo. Prefería quedarme en casa sin salir el tiempo que fuese necesario hasta conseguir mi objetivo.

Búfalo rojo (Valencia, 2008)

Ya con 5 años más o menos, acumulé una buena bolsa de pesetas y 50 céntimos (que terminó derramada por el suelo de la tienda) hasta que me hice con un cocodrilo de goma, que al final de sus días perdió parte de las escamas, cola, dientes e incluso la mandíbula inferior de tantos click de Famobil que se llevó a la boca y algún zurriagazo que se llevaría mi hermana.

Bonita figura de muflón que me regaló mi hermana Silvia

A falta de animales con cuernos me los inventaba yo. Doy las gracias a TENTE y sus bloques de construcción y a la plastilina. Con el primero (siempre he pasado de seguir los modelos) a base de mucho dar vueltas a la cabeza hacía mis ciervos y muflones y con la plastilina personalizaba los caballos de plástico del Oeste, aunque tardaba más en modelar que lo que duraba una vez creado. ¡Cosas de la baja resistencia de dicho material!

Damalisco (Valencia, 2008)

En los 80, la bollería Panrico hizo mucho por mi cuando lanzaron los bollitos Tarzán. Siempre incluía una figurita de plástico de algún animalito. Lo de menos era el bollo, por lo menos en mi caso, ya que me lo quitaban en el recreo, pero sabiamente sacaba el animal antes de llegar al colegio. Todavía conservo algunos.

Antílope negro o cervicapra

Cuando descubrí la casa Schleich y posteriormente Papo, mis sueños se hicieron realidad a la par que mi economía me permitía los excesos. Se acabaron las bolsas cutres de animalitos donde te metían un tigre con una cebra. Primero compraba las figuritas para un “sobrino”. Luego, me dejé de excusas.


Regalitos que me hace Escolopendra Venenossa


Escolopendra Venenossa recordará el subidón que me dio en nuestro viaje a Paris en 2010 cuando entramos en los almacenes Lafayette y me di de sopetón con unas interminables estanterías repletas de figuritas de Schleich y Papo. Tal como la encontré me quedé parado sin saber escoger hasta que el guardia de seguridad que iba cerrando las salas me obligó a reaccionar. Seguramente me perdí innumerables maravillas. Me hubiese encantado ver el aspecto de mi maleta al pasar por los rayos X del aeropuerto. Además de varios animales entre los que estaban un búfalo, un kudú, un tapir, también iba  Maria Antonieta y viajó a Paris con nosotros un Crash Bandicoot, un pingüino, el marcianito de Toy Story y la Nintendo DS con los Pokémon. Luego me extraño de que no me entre la ropa en la maleta.

Otro regalo, un tanto kitsch, cortesía de Escolopendra

Cuando mi economía no me lo permite acudo a las tiendas regentadas por los chinos (mis grandes amigos, los adoro). Siempre rebusco y encuentro algo (no muy bueno, la verdad) y de paso aplaco el mono de cuernos. A veces me da por cualquier animal y llega un momento en el que me encuentro por ejemplo, con un buen grupo de hipopótamos.

Miss Munsters acertando al 100% como siempre

Soy feliz cuando alguien se acuerda de mí y me trae algún animalito siempre y cuando los pueda acoplar bien. Hace tiempo me trajeron un elefante y no supe muy bien qué hacer con él, así que le puse en la sección de dinosaurios de lo feo que era. Mi amiga Carmen Munsters dio en el clavo un año que me regaló un set con un kudú y una cebra, aunque la cola de ésta estaba mal hecha. ¡No pasó el control de calidad! Acepto cualquier animal excepto monos. Mi hermana pequeña me preguntó por mi último cumpleaños que quería, le dije: ¡un cerdo! Dicho y hecho.

Mi cerdito cortesía de mi hermana Elsa

En cuanto a animales con cuernos… Todos me encantan, tanto que últimamente estoy cogiendo ojeriza a los leones, por ejemplo. Debe de ser cosa de ser vegetariano. Mi día a día está relacionado con ellos, pues me aplico su modus operandi. He aprendido mucho de los herbívoros. ¡Si ya dispusiese de señales acústicas, visuales y olfativas sería lo más!

Arruí o Muflón del Atlas

¡Siempre alerta!
Si por ejemplo voy al parque con los perros y los suelto a deshoras y me comenta alguien que está la policía municipal multando, abandono los espacios abiertos y me adentro con los perros en la zona de arbolado más espesa, controlando los accesos a la misma como si fuese un antílope sable con sus crías.

Sable

¡No está de más ser precavido!
Solo tengo que poner una cara rara, en las pocas ocasiones que salgo de noche con Escolopendra, para que ella me diga que ya está el impala en acción. ¡Quien evita la ocasión evita el peligro! Mis sentidos se agudizan y en ocasiones creo que hasta se me estiran las orejas como si fuese una gacela de Thomson. Gracias a esto detecto rápidamente situaciones potencialmente peligrosas.

Impala

¡No se consuela quien no quiere!
Si no me queda más remedio y tengo que salir de casa con todo el calor del verano (¡detesto el verano!), me imagino ser un óryx cruzando cualquier desierto y así como que voy más a gusto. Lo mismo cuando voy en metro y está lleno de gente y te cuesta subir por las escaleras. Aquí soy un ñu cruzando el río Mara.

Óryx

En mi vocabulario mental es fácil detectar palabras como: roca salvadora, enrocarse, rumiar, sprintar… Ahora no tanto, pero de niño me ha gustado trepar por cualquier montaña imaginando que era una cabra y también me gustaba correr. Esto último por necesidad…

Búfalo africano

Me he entretenido mucho imaginándome cosas, la verdad. A veces sueño con ser un búfalo o incluso un facóquero (este no es de cuernos, claro) y dar una lección a más de uno. Nunca hay que infravalorar a los débiles.

Mi pequeña sabana casera

Hace poco Carmen Munsters me llevó a un paraíso hecho realidad. Una pequeña tienda llena hasta los topes de figuras Playmobil (¡no colecciono Playmobil!). Encontré una bolsita con gacelas de Thomson. Ahora mi meta es ir comprándome más poco a poco hasta hacerme con una manada considerable. Ya tengo dos, por algo se empieza.

Venenosos salu2 desde Crystal Lake!

Material gráfico:
El Mundo de la Naturaleza. Los Mamíferos (Seix Barrall, 1968).
Gran Enciclopedia Ilustrada del Reino Animal (Artia, 1962).
Cuadernos de Campo. Cabra Montesa y Muflón (Marin, 1978).
Fotos del autor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario