sábado, 3 de enero de 2015

LA ABEJA REINA

Llevo obsesionado unos cuantos meses con Joan Crawford, exactamente desde que Bamba Negra me trajo desde New York un libro sobre ella. Mi inquietud cinéfila e investigadora ha ocupado largas horas de lecturas, compras de material fotográfico, visionados de dvd´s y también, me he visto forzado a descargar películas de forma “ilegal”.

Joan Crawford en "Gran Hotel" (MGM, 1932).

No soy muy dado a las descargas ilegales, cuando me gusta algo lo tengo que tener original, hasta ese punto alcanza mi mitomanía, pero cuando no tienes más opciones es inevitable y más si cabe, cuando muchas de las películas de la época clásica de Hollywood no están editadas en dvd.

Joan Crawford en los años 20.

El caso es que después de leer y releer textos, pasar horas viendo vídeos y películas de La Crawford, me rindo al poder hipnotizador de esta estrella. No sé muy bien si porque como de una abeja reina se tratase, libera desde el más allá alguna feromona que controle y limite mi actividad solo para ella.


Lo que me queda claro es, como bien dice el historiador Charles Busch: “Joan Crawford es realmente la última gran estrella de cine”.

Reconocible incluso mostrando solo un ojo.

La Crawford supo como ninguna otra adaptarse a las décadas y a los gustos del público. De estos últimos siempre estuvo profundamente agradecida, mencionando siempre, que sin su público nunca hubiese llegado a donde había llegado. Además dedicaba fotografías a diestro y siniestro a cuantos se lo pedían.
¡¡Todo por los fans!!

Arropada por el público y por las pieles.

“Sentía al público como gente cálida y maravillosa que se preocupaba por mí, en proporción directa a la entrega y talento que pueda dar a los espectadores, gente a la que debo lealtad y de los que siempre he recibido lealtad”.

Que aprendan los actoruchos de hoy día…

Parece cosa de hace pocos años, pero ya en los tempranos años 30 tenía multitud de clubs de fans.

Apuntándose a la moda impuesta por Jean Harlow.

Su vida al más puro estilo del melodrama hollywoodiense, fue el mejor guión que soñase guionista alguno. De cómo pasó de vivir en la trastienda de una lavandería a ser Reina de Hollywood, es la aventura más fascinante conocida, gracias a su (a partes iguales) ambición, voluntad, profesionalidad y disciplina.

Glamour 100% MGM.

Con todos estos atributos, se reinventó a sí misma en múltiples ocasiones para aferrarse con uñas y dientes al trono de Diosa del Cine, durante una carrera que empezó en el cine mudo y terminó, no de una manera muy brillante, a finales de los años 60.

Otra muestra de poderío estelar.

Joan Crawford se convirtió a sí misma en marca registrada. Pelirroja de rotundos pero bellos rasgos, enormes ojos azules, enmarcados por unas cejas inconfundibles (que destacó a lo largo de los años), boca carnosa y grande y hombros anchos, todo ello revestido por el mejor vestuario creado por Adrian, el diseñador de cabecera de su gran rival la Garbo.

Joan Crawford una estrella genuina.

La Crawford ponía el listón muy alto tanto para ella como para todos los que interviniesen en sus apariciones cinematográficas. Un producto Crawford tenía que estar cuidado hasta en el más mínimo detalle.

Si la antigua Grecia era conocida por su mitología, rindiendo culto a distintas divinidades, Hollywood no podía ser menos y con el establecimiento del Star System (que duró hasta los años 50), creó a sus propias deidades mitificadas por el público.

La mítica película "Letty Lynton" (MGM, 1932).

Los dioses y diosas de Hollywood, compartían como los dioses de diferentes culturas y épocas, atributos tales como: la ubicuidad, la benevolencia y sobre todo estar muy por encima de todos los mortales.

En cuanto a Joan Crawford como diosa de Hollywood, no existe nada ni nadie que pueda ejercer su poder sobre ella. Aparte de sus cualidades profesionales, es bien conocida su fama por todo el mundo de tener un carácter temperamental, inherente a su condición estelar. Como la diosa hindú Kali, inspiraba miedo allá por donde iba.

La Reina de la Metro.

De heroína sufridora en la pantalla pasó a ser la malvada madrasta en la vida real, convirtiendo en visionarios sin proponérselo, a los dibujantes de la Disney cuando trazaron los rasgos de la perversa reina de Blancanieves (Snow Whithe and the Seven Dwarfs, 1937).

Cuando leí la biografía de Cheryl Crane, está decía que pese a todo prefería ser la hija de Lana Turner antes que serlo de la Crawford. Pero en muchos casos y más en el que nos ocupa, la ficción supera con creces la realidad. En la cumbre de su carrera, Joan estaba considerada una buena persona.

"Aquí estoy queridos. ¡¡Adoradme...!!"

No se puede etiquetar de mal bicho a Joan Crawford solo por lo que escriba su hija Christina, basándose en los recuerdos que tiene de su madre cuando contaba 13 años, sobre todo porque a mí los hijos que escriben sobre las vidas de sus padres una vez fallecidos, no me inspiran ninguna confianza. Me parece una manera bastante indigna de ganarse los cuartos.
¡¡Era odiosa pero yo sigo embolsándome dinero a su costa!!

Ejemplo claro es el de la hija de Marlene Dietrich, que después de intentar desmitificarla, a día de hoy sigue sacando dinero vendiendo sus pertenencias, algunas con tan poco gusto como una caja de clínex.

Con Gary Cooper en "Vivamos Hoy" (MGM, 1933).

Me gustaría saber cómo eran estas hijas en realidad… Porque claro, puedo poner verde a mi madre pero no voy a tirar piedras contra mi propio tejado. ¿Se portaría medianamente bien o era una niña déspota y mal criada?
¡¡Hija que eres adoptada, no te pases!! A saber de dónde la sacó la Crawford…

Joan Crawford en "Mujeres" (MGM, 1939).

¿Christina era la hija modélica y sufridora que nos hace creer? Ni siquiera sus hermanas gemelas, también adoptadas, se ponen a su favor, desmintiendo una y otra vez las acusaciones vertidas por ella: “Christina era una mentirosa” e insistieron en que Joan: “era una madre cariñosa, exigente pero nunca maltratadora”.

La Abeja Reina.

Ella en el colmo de la “maldad” las menciona como vulgares perritos falderos, en su libro “Queridísima Mamá” (Mommie  Dearest, 1978) publicado un año después de que falleciera.

Desde la publicación del mencionado libro, varios compañeros de Joan Crawford, como su primer marido, Douglas Fairbanks Jr., o la actriz Myrna Loy, han dudado de los recuerdos de Christina, a la que han acusado de exagerar y fantasear.

Joan en los años 40.

Con motivo de la reedición del libro en 2008, la visión de una de las nietas de Joan es totalmente diferente: “El libro fue una monstruosidad. Los recuerdos que yo tengo de ella son los de una abuela normal, cariñosa, que se desvivía por cuidarnos. Nunca hubo nada extraño o perverso en ella. Cuando se publicó el libro por primera vez Joan no estaba ya aquí para defenderse. Fue muy cobarde”.

Destacó en  los 50 en papeles fuertes y dominantes.

En el documental “Joan Crawford: La última estrella de cine” (Joan crawford: The Ultimate Movie Star, 2002), en el que su hija la ponía como un trapo, el actor Cliff Robertson, que trabajo con ella en “Hojas de Otoño” (Autumn Leaves, 1956) comentó: “Ella no quisiera ser recordada por las sombras de su vida”.

Joan Crawford en los años 50.

Betsy Palmer, actriz popular hoy por ser la famosa madre de Jason Voorheers en “Viernes 13” (Friday The 13th, 1980) que trabajó con Joan en “La Abeja Reina” (Queen Bee, 1957), que la recuerda como perfeccionista y gran profesional, comentó jocosamente en el mismo documental: “Ser hija de una estrella de cine es lo que tiene, implica ciertos riesgos…”

Joan en 1935 retratada por George Hurrell.

Vamos que si yo fuera hijo de una superestrella, sacaría provecho de cuanto me rodease e intentaría hacer todo lo posible para no llevarme una ostia, y si me la llevo, pues que queréis que os diga, una ostia de la Crawford debe de ser la pera limonera.

Si llegaras a leer esto queridísima Christina, te digo: “Si te llevaste más de una, igual es que hiciste algo que no debías y te lo merecías”.

http://sopademitos.blogspot.com.es/2012/04/joan-crawford.html

Venenosos salu2 desde Crystal Lake!!

Las fotografías son todas de mi colección.