domingo, 30 de julio de 2017

LA MUERTE NO OS SIENTA TAN BIEN…

"Cuando estás muerto, estás muerto. Eso es todo." Así de contundente era Marlene para referirse al fin de la vida. Como nadie ha vuelto del más allá no discutiremos tan tajante cita. Ella terminó sus días plácidamente en su apartamento parisino, muy cerca del Arco de Triunfo, pero es verdad que hay maneras de irse para el otro barrio no tan idílicas como la suya.

Jean Seberg en el cementerio de Montparnasse

Ella debería saberlo, puesto que uno de sus amantes, el alcohólico incorregible John Gilbert, una semana después de sufrir un colapso mientras nadaba en su piscina, murió de un infarto cuando dormía. Según la rumorología Dietrich estaba con él y desapareció de allí en cuanto sintió llegar los servicios de emergencia.

“Marlene Dietrich se enamoró de él, lo persuadió de dejar de beber y le ayudó a conseguir un papel en "Deseo" (1936).
Sin embargo, una vez más, parecía que alguien allá arriba no quería que Jack volviera a hacer cine."
Leatrice Joy Gilbert

John Gilbert (1897-1936) junto a Marlene Dietrich

No todas las estrellas de cine terminan tranquilamente sus días. Como “simples mortales” también nos dejan por sufrir enfermedades o accidentes, pero también otros, prefirieron irse de este mundo antes de que llegase su hora, de una manera más o menos “original” y en muchas ocasiones con una dosis de escándalo de por medio. Hay para todos los gustos: sospechosas muertes naturales, suicidios, accidentes e incluso asesinatos.

Peg Entwistle (1908-1932)
Uno de los decesos más icónicos es el de Peg Entwistle, conocida a raíz de su suicidio como “La chica del cartel de Hollywood”. Harta de ir de un lado para otro sin conseguir notoriedad, con tan solo 24 años se lanzó desde la letra H del cartel de Hollywood. Cosas del destino, a los pocos días de su muerte, su padre recibió una carta dirigida a su nombre, donde le comunicaban que le habían dado el papel protagonista en una película. Tendría que haber interpretado a una loca que pone fin a sus días precisamente suicidándose. Peg obtuvo popularidad a raíz de su suicidio. Solamente había realizado una película que se estrenó poco después.

Bella Darvi (1921-1971)
Para ser suicida, uno tiene que tener clase o ser imaginativo. Desde luego mucha clase no tuvo Bella Darvi. Conocida sobre todo por su Nefer, la meretriz de la que se enamora Sinuhé en “Sinuhé, el egipcio” (1954), una vida de excesos la llevó al suicidio. Desesperada por no poder hacer frente a las deudas de juego contraídas (empeñó joyas, pieles, ropa y hasta muebles) y sin recibir ayuda de sus “amigos”, llegó a su apartamento y abrió la llave del gas del horno. Desconozco si metió la cabeza dentro. A mí me gusta imaginármela así. Anteriormente, en 1959 debido a sus malos hábitos, sufrió un accidente de coche y fue llevada (no sé muy bien por qué) a un hogar de ancianos para recuperarse.

Glamuroso y perfecto caballero fue el francés Charles Boyer. Le monsieur Boyer perdió a su hijo en 1965 (suicida a los 21 años) y dos días después de que su mujer muriese víctima del cáncer en 1978, se quitó la vida con un “coctel” de barbitúricos. Estiloso y romántico hasta el final.

Charles Boyer (1897-1978)
"Hay cosas en la vida de un hombre que es mejor olvidar. Hay lugares oscuros que deben dejarse oscuros."
Charles Boyer como Boris Androvsky (El Jardín de Alá, 1936) 

Más arriesgada y sin pensar en dejar un buen look, fue Capucine. La antigua modelo de alta costura y posterior actriz, conocida por "La pantera rosa" (1964), afligida por una depresión, decidió lanzarse desde el octavo piso del apartamento donde vivía.

Capucine (1931-1990)
"Solía pensar que necesitaba un hombre
para definirme a mí misma. Ya no."
Capucine 

Linda Darnell (1923-1965)
Lanzarse al vacío conlleva bastantes riesgos y más si dudas de como hacerlo. La duda fue la perdición de Linda Darnell y su adicción al tabaco también. La Darnell no tenía previsto matarse ni pensaba hacerlo. La noche de su fallecimiento se encontraba en casa de una amiga junto a su hija viendo una de sus películas. 

Mientras dormían, un cigarrillo mal apagado por la actriz, prendió en el sofá del piso inferior y empezó a alcanzar las estancias superiores. El problema del fuego es la rapidez con la que lo devora todo y que te deja poco tiempo para razonar con lucidez. Mientras que la amiga y la hija de Linda Darnell no dudaron en lanzarse por la ventana, Linda tuvo miedo de hacerlo y cuando se decidió, fue a caer directamente al salón donde se originó todo. Con quemaduras de tercer grado en el 80% de su cuerpo, murió a las pocas horas en un hospital. Otras fuentes citan que el culpable fue un cigarrillo que se estaba fumando en la cama. Fuera como fuese, el caso es que termino quemada.

Curiosidades de la vida, durante un rodaje en el que su personaje iba a ser quemado, sufrió un leve accidente, lo que le llevó a declarar a los medios: “Nunca más dejaré que me maten con fuego. Pueden apuñalarme o dispararme, pero nunca más me quemarán”.

"Sabías cuando llegué a la pantalla que mis personajes no podían vivir. Yo era el tipo de chica con la que no querrías volver a casa a menos que quisieras terminar en la morgue.
Y mis pecados valieron la pena. El teléfono volvió a sonar."
Linda Darnell

Relacionado también con el fuego, fue el fallecimiento de Françoise Dorléac. Su carrera, en ascenso en esos momentos, finalizó de manera trágica en un accidente de automóvil a los 25 años. La hermana de Catherine Deneuve, según contaron testigos presenciales, quedó atrapada junto a su perro en el vehículo, rodeada por las llamas. Parece ser, que esos mismos testigos pudieron, entre otras cosas, escuchar los ladridos del perro.

Françoise Dorléac (1942-1967)
Foto: Google

Los accidentes de tráfico suelen ser bastante aparatosos. Conocido por todos es el sufrido por James Dean, pero un muchacho a toda velocidad que se estampa contra un poste telefónico o lo que proceda, es algo muy habitual y le ocurre al más común de los mortales.

Janet Gaynor la popular actriz de “Ha nacido una estrella” (1937) no falleció en el acto, pero su médico aseguró que su muerte se debía a que nunca se recuperó del accidente que sufrió dos años antes. Gaynor tuvo que hacer frente a dos operaciones que intentaron solucionar las consecuencias del trágico suceso: la pelvis, 11 costillas rotas y diversas heridas internas. Una camioneta se saltó un semáforo en rojo y se estrelló contra el taxi en el que viajan Janet, su marido, la actriz Mary Martin y su representante, cuando se dirigían a un restaurante chino. Espero que el restaurante al que nunca llegaron, no se llamase como el que yo frecuentaba: Restaurante Chino Felicidades.

Janet Gaynor (1906-1984)
"¡Algún día no te burlarás de mí! Voy a salir y tener una vida real! ¡Voy a ser alguien!"
Janet Gaynor como Vicki Lester (Ha nacido una estrella, 1937) 

Tres días después del sufrido por Françoise Dorléac, fallecía tras empotrarse contra la parte trasera de un camión la actriz Jayne Mansfield. Junto con la sex-symbol fallecieron su pareja, el chófer y uno de sus cuatro perritos chihuahua (ya es mala suerte con lo pequeñajos que son). La peluca de Jayne salió disparada hacía la parte trasera del coche, lo que dio pie a multitud de rumores, entre ellos que era su propia cabellera o su cabeza. Haciendo uso del título de una de sus películas, “Ella era irresistible” (1960), también era por lo que se ve, irresistible para las partes traseras de los camiones. En el coche viajaban también sus tres hijos que salvaron milagrosamente la vida. Uno de ellos es la actriz Mariska Hargitay, conocida por aparecer en la serie de televisión “Falcon Crest” en los 80 y actualmente en “Ley orden: Unidad de víctimas especiales”.

Jayne Mansfield (1933-1967)
"Nunca estaré satisfecha.
La vida para mí es una constante búsqueda para mejorar."
Jayne Mansfield

Jean Seberg (1938-1979)
Foto: Google
Menos aparatoso pero mucho más misterioso, fue el descubrimiento al cabo de un par de días, después de su misteriosa desaparición, del cadáver en descomposición de la actriz Jean Seberg dentro de su coche, aparcado en los suburbios de París. Investigada por el FBI por sus relaciones con grupos como los Panteras Negras, su marido Roman Gary (que posteriormente se suicidó disparándose en la boca, ¡qué casualidad!), siempre apuntó que la muerte de Seberg era debida a una oscura trama. Según las versiones oficiales su muerte se debió al suicido, a base de una combinación de píldoras y alcohol. Los antecedentes suicidas de Jean podían corroborarlo, ya lo había intentado con anterioridad en alguna ocasión. Una de ellas arrojándose a las vías del tren en una estación francesa. Su muerte permanece sin solucionarse totalmente.

Trama también oscura fue la defunción de William Holden. Bastante bebido, resbaló y murió desangrado tras golpearse la cabeza contra una mesa. Como en el caso de Seberg, los rumores se desbocaron. Se relacionó su muerte con un asunto de la mafia, ya que anteriormente Holden se había tratado con el crimen organizado y otros pensaron que el gobierno silenció su voz, pues pensaba contar todo lo que sabía de algunos asuntos políticos del momento, dada su amistad con dos presidentes republicanos de entonces.

William Holden (1918-1981)
"Es curioso lo bien que la gente se porta contigo
una vez que estás muerto."
William Holden 

Nancy Carroll, actriz con fama de obstinada y poco cooperativa, apareció muerta por estrangulamiento delante de la televisión. La autopsia no aclaró la verdadera causa de su fallecimiento, ni qué estaba viendo (estas cosas siempre me dejan en ascuas), y el caso fue cerrado oficialmente, de manera un tanto sorprendente, como “muerte por causas naturales”.

Nancy Carroll (1903-1965)
"Porque piensas de otra manera, te consideran desagradable y difícil. Una persona que reflexiona siempre tiene que luchar."
Nancy Carroll

Un crimen que sí se solucionó y acabó con los criminales en la cárcel, fue la del actor Ramón Novarro. El Latin Lover primo de Dolores del Rio y principal rival de Valentino, murió asesinado a manos de un delincuente que operaba junto a su hermano. Éste creyendo que el astro nadaba en la abundancia, llegó hasta él a través del sexo dada la afición de Novarro a recurrir a chaperos. Novarro era homosexual pero esto no lo descubrió el público hasta después de su muerte. Después de maniatarlo, torturarlo y darle una soberana paliza que desfiguró su rostro (el criminal era aficionado al boxeo), los delincuentes solo consiguieron 45 dólares (no estaba el astro tan boyante como cacareaba). Novarro murió asfixiado en su propia sangre. La historia nos regala la leyenda de que le habían introducido un consolador de grafito, regalo dedicado de Valentino, por la garganta.

Ramón Novarro (1899-1968)
"Siempre fui el héroe, sin vicios,
recitando prácticamente las mismas líneas a la protagonista."
Ramón Novarro 

A golpes también murió Susan Cabot actriz descubierta por Roger Corman, pero su asesino no era ningún desconocido. La muerte la rondaba dentro de casa. Su hijo la golpeó con una barra de metal. Cabot frecuentó el cine de serie B y las producciones de bajo presupuesto. Él terminó 3 años en la cárcel condenado por homicidio involuntario. La paternidad de Timothy fue muy discutida y las malas lenguas que andaban a la caza de suculentos cotilleos, se la adjudicó entre otros, al rey Husein I de Jordania, con el que Miss Cabot tuvo una relación de varios años.

Susan Cabot (1927-1986)

Solo tenemos que ver “Carrie” (1976), para ver que, muchas veces la familia es el origen del mal. Eso es lo que pensaría Louis B. Mayer (y él por supuesto no vio la mencionada cinta) cuando ordenó el ingreso de Jean Harlow en un hospital. Mientras estaba rodando Saratoga (1937) se desmayó en el plató. Su madre se la llevó a casa y prohibió que la visitaran médicos, confiando en la fe y las oraciones como único recurso para curarla. Cuando consiguieron acceder a su habitación cinco días después, se le diagnosticó envenenamiento urémico a consecuencia de una disfunción renal y debían operarla de inmediato. Fue demasiado tarde. Entre los rumores que circulaban por Hollywood, se decía que la consecuencia real de su muerte habría sido consecuencia de un aborto mal practicado.

Jean Harlow (1911-1937)
"No soy una gran actriz, y nunca pensé que lo fuera.
Pero tengo algo que le gusta al público."
Jean Harlow 

También una madre, en este caso dominante, fue una de las causas que se barajaron en el suicidio por barbitúricos de Pier Angeli. Su madre impidió, entre otras cosas, que su romance con James Dean progresara. Se decía que Angeli nunca se recuperó del fallecimiento de Dean, que acudió a escondidas a su boda con el cantante Vic Damone, cosa que hizo Pier Angeli por imposición de su madre.

Pier Angeli (1932-1971)

Si comentaba que Capucine no se preocupó en dejar un bonito cadáver, para otras en cambio la preocupación por el aspecto fue su perdición.

La gran comedianta Lucille Ball sufrió un ataque al corazón, pero se negó a acudir al hospital hasta que no estuviese convenientemente maquillada. La entiendo perfectamente, porque en su día, preferí arreglarme antes de ir hecho un adefesio al hospital. La operaron a corazón abierto durante 8 horas. No volvió a ver el día siguiente y eso que antes se despidió de su marido diciéndole: “Buenas noches, cariño, mañana te veo”. El tiempo que perdió en maquillarse jugó en su contra.
¡I Love Lucy!

Lucille Ball (1911-1989)
"Utiliza una mesa de maquillaje con todo lo que tengas a mano y no te apresures; de lo contrario te veras como un edredón de patchwork."
Lucille Ball 

A María Montez, la muerte le llegó cuando estaba sometiéndose a su baño diario de belleza. Este baño consistía en sumergirse en agua muy caliente mezclada con sales adelgazantes. En esta ocasión el agua estaba excesivamente caliente lo que le provocó un desmayo y a consecuencia de éste se ahogó. No llegó a practicarse la autopsia, por lo que la verdadera razón de su muerte no pudo ser determinada. Su cadáver fue amortajado con un traje de noche de seda azul con adornos blancos, como correspondía a la que en vida fue proclamada Reina del Technicolor.

María Montez (1918-1951)

Montez estaba más preocupada en lucir bien para sus fans que en quitarse la vida, después de todo, lo suyo podría decirse que fue una imprudencia o un exceso de celo por estar delgada. En cambio, Lupe Vélez cuidó todos los detalles para que encontrasen un bonito cadáver cuando decidió suicidarse. Debido a sus creencias religiosas, descartó el aborto cuando se supo embarazada. Supuestamente el padre negaba la paternidad. Siendo madre soltera hubiese sido un gran escándalo y el final de su carrera. Me sorprende que Lupe temiese el escándalo, cuando ya había dado pruebas fehacientes en el pasado, de que le importaba poco dar la nota. También se dice que fue a causa de encontrar a su amante con otro hombre en la cama.

Lupe Vélez (1908-1944)
El caso es que no viendo otra solución decidió “tomar las de Villadiego”. Llegó a su mansión de Beverly Hills, que se encontraba vacía en ese momento, preparó una grandilocuente escenografía, se puso uno de sus pijamas favoritos de seda azul y se administró una sobredosis de seconal. A la mañana siguiente, su ama de llaves la encontró en la cama, rodeada de flores y velas, no pudiendo despertarla. Dejó un par de notas. Una para su amante Harold Ramos: “Tú sabes las razones por las que me suicido”. La otra para su ama de llaves: “Mi fiel amiga; tú y sólo tú conoces los hechos por los que me suicido. Espero que Dios me perdone y no piense mal de mí. Di adiós a todos mis amigos y a la prensa americana que tan bien se ha portado conmigo”. También le pedía que cuidara de sus perros.

Múltiples versiones circulan por ahí. La más extendida es que cenó en abundancia antes de tomarse la sobredosis de somníferos, lo que le provoco arcadas. Al dirigirse al baño para vomitar, resbaló y se golpeó la cabeza en la cómoda, rompiéndose el cuello. Algunos aseguraron que la encontraron con la cabeza sumergida en la taza del váter. También he leído por algún sitio (no recuerdo donde) que todo esto sucedía mientras tocaba un grupo de mariachis, lo que impidió que la oyesen cuando pedía ayuda al arrepentirse de la decisión que había tomado.

María Montez en el cementerio de Montparnasse
“Quisiera tocar el firmamento para convertirme en una estrella lejana, pero fulgurante y bella,
así todos me recordarán por lo que una vez llegué a ser”.
María Montez

La veracidad de mucho de lo que os he contado es más que cuestionable, pero en ocasiones, la realidad supera a la ficción. Todos sabemos que el morbo vende, y más tratándose de las idolatradas estrellas de cine, cuyas vidas (y muertes) parecen estar tan alejadas del resto de la humanidad. Sean ciertos, o no tanto, sus trágicos finales, no dejan de alimentar sus leyendas, por lo que, apuesto que la mayoría de los fallecidos elegirían la versión adornada. ¡Los actores y su ego!

Venenosos salu2 desde Crystal Lake.
Todas las fotos colección del autor excepto las indicadas.

Agradecido como siempre a María Escolopendra por su ayuda y su paciencia.

jueves, 6 de julio de 2017

BWANA YUYU

Mi anterior entrada me dejó exhausto y acalorado. Como uno ya tiene una edad y unos kilitos de más como para ir por ahí con poca ropa, no se me ha ocurrido mejor idea para pasar el momentáneo achicharramiento que sumergirme en las refrescantes peripecias de Tarzán.

Tarzán, el hombre más mono que pisó la selva.

El Tarzán, desde luego, de Johnny Weissmüller. Este Tarzán que, casualidades del universo, enlaza con el texto dedicado a Gary Cooper: Weissmüller se casó con la actriz Lupe Vélez, una vez que ésta dejó tranquilo a Mr. Cooper.

Desde niño me ha encantado Tarzán, aunque cueste creérselo, con tan solo 5 años devoraba (no es literal, quiero decir que las leía) las novelas gráficas que mi padre me traía las mañanas de los domingos. Las echo de menos, por lo que representaban para mí y porque ahora, por qué no decirlo, esa colección valdría un dineral. Además seguramente estarían intactas, porque lo de pintarrajear libros y tebeos no va conmigo. Y allí estaba yo, alternando la lectura de esos comic con los de Batman y con los tebeos de Pumby. Por cierto que aún conservo un poster de la serie de dibujos animados de los 70, del león Numa, que debe estar ya desintegrándose por ahí.

La curiosidad mató al gato.

No es extraño que con mi temprana toma de contacto con el personaje de Burroughs, unido a mi afición por los animales y que a mi padre el único Tarzán que le gustaba era el de Johnny Weissmüller, me quedara embobado delante de la pantalla de la televisión en cuanto los tambores de esa África misteriosa y salvaje, en blanco y negro, empezaban a sonar.

He de confesar que ese sonido de tambor me producía el mismo miedo que la melodía de una película del Drácula de la Hammer. Era escuchar a los nativos pronunciar las fatídicas palabras “Bwana Yuyu” y ya estaba yo tapándome la cara con las manos (siempre dejando una rendija entre los dedos) o con un cojín si mis padres no los retiraban a tiempo.

¿Cómo es posible que alguien que vive en Crystal Lake sea tan miedoso? Pregunta habitual que suelen hacerme los que me conocen. La razón es porque tengo una marca invisible de nacimiento, visible solo con el reactivo correspondiente, que pone: miedoso de 0 a 99 años. Aclaro de todas formas, que las películas de la Hammer ya no me dan miedo y desde luego, menos las de Tarzán.

Lo que si da miedo es como terminó el personaje.
¿Qué pinta ahí ese caballo salido de un western?

Cuando veía de niño las viejas películas de Tarzán, las de la Metro, no reparaba en (si eras un poco avispado sí que te dabas cuenta o si tu padre te lo decía) que Tarzán cabalgaba siempre el mismo rinoceronte o luchaba (más bien se abrazaba) con el mismo cocodrilo (de goma) película tras película. Por no hablar de las imágenes superpuestas que se notaban con poco que el televisor tuviese una buena definición. Esto me hace recordar lo importante que es tener uno bueno. Me acuerdo de la tv de mis abuelos maternos que para cuando se encendía (empezaban primero a oírse voces) ya estaba la película o lo que fuese empezado.

Para cuando se encendió la tele, la película ya era en color.

Desde luego las primeras y las mejores fueron bajo el sello de la MGM durante los años 30 y principios de los 40 y protagonizadas por Johnny. Mi padre siempre hablaba muy bien de “Tarzán en Nueva York” (1942), pero a mí la verdad, un Tarzán vestido con traje no me atraía y eso que el tema promete, sobre todo el encuentro entre Tarzán y los animales del zoo. Tendré que verla de nuevo.

Tarzán le hace la pedicura a Jane. ¡Ver para creer!

La primera de la serie, “Tarzán de los monos” (1932) tampoco es que me diga mucho. Creo que porque el tema chico encuentra chica se me hace pesado. Yo quería acción, no romance. Además me gusta más Jane ya establecida como reina de la selva, con su casita en el árbol, sus utensilios de cocina y todas las comodidades que te puedes encontrar en una selva situada en un plató.

El Espíritu Santo les trajo un bebé.
Ya crecidito, Boy les traerá de cabeza.

Mis recuerdos se centran principalmente en las cuatro siguientes: “Tarzán y su compañera” (1934); “La fuga de Tarzán” (1936); “Tarzán y su hijo” (1939) y “El tesoro de Tarzán” (1941). Son las que vuelvo a ver frecuentemente. Añadir que en todas las mencionadas, Jane era Maureen O´Sullivan. Luego vendrían otras Janes pero ya no era lo mismo.

Tarzán las prefiere morenas, pero terminaría con una rubia.

La trama general de las películas de Tarzán es casi siempre la misma con ligeras variaciones. Básicamente son el tesoro a robar: que si vamos a hacernos con el oro; que si nos llevamos el marfil; que si nos llevamos a Jane… A mí lo que de verdad me gustaba era ver a los expedicionarios y sus porteadores en peligro.

¡Siga adelante!

En esto que los malos o menos malos, engañan a Tarzán o Jane (según la peli) para que les muestren, por ejemplo, el cementerio de los elefantes. Para llegar allí tienen que atravesar terreno Yuyu. ¡¡Yuyu qué bonita palabra!!

El terreno Yuyu suele ser escalar la montaña sagrada conocida como el monte Mutia, atravesar el territorio de los Gaboni o el del Pueblo León.

Que te persigan los hombres león con sus leones hambrientos, dirigidos por Cedric Gibbons (director artístico de la Metro y marido de Dolores del Rio) en “Tarzán y su compañera”, es el mejor ejercicio cardiovascular que existirá nunca: ¡a la de tres, todos a correr bajo una lluvia de flechas hasta la falda de la montaña, sagrada o no y a trepar!. Sea como sea terminarán de una forma u otra perdiendo sangre, alcanzados por una flecha, alanceados, devorados por cualquier tipo de fiera o caída libre al vacío.

Tranqui Jane, aquí en el árbol nadie te tocará el yoni...

Hablando de caídas al vacío: ¿Cuántas veces se habrá caído el mismo porteador en todas y cada una de las películas? A mí, lo siento, pero es que me hace mucha gracia. Luego me da penilla, pero menos. Me tiran mucho las caídas al vacío, la verdad.

Para caerse con “gracia” la cosa va como sigue: nos presentan una interminable fila de porteadores más cargados que el burro asturiano de mi tía-abuela (literal), que invariablemente, se porten bien o mal, se llevan su ración de latigazos a manos de un fornido negro, de nombre Bomba, con cara de mal rollo. Los porteadores llegan a la susodicha montaña, que si no es más alta no cabe en el fotograma, sorteando flechas o leones. Los pobres, venga subir y subir, hasta que de pronto llega el desenlace fatal.

Bomba, el amo del látigo, se toma su trabajo con profesionalidad.

Tenemos la flecha despistada de un nativo que no sabes cómo, pero da en el blanco, al patoso de turno que se resbala al pisar la típica piedrecita suelta en, por regla general, el angosto camino o bien unos monos inmensos y despeluchados tirando pedruscos desde la cima. Pedruscos que cuando te alcanzan te desequilibran y ya está todo perdido. Esta última forma de caerse al vacío es la que más me gusta. Ya tirando de presupuesto, colocamos a los pies de la montaña un rio plagado de cocodrilos.

En un periquete, el primero por la izquierda saltará al vacío.

Pero vamos, que si me dan a elegir me quedo con el pedrusco en la cabeza antes que perderla en el poblado de los Gaboni, los Kolimba o los Waziri. A los porteadores les da igual llegar a la cima que ir por llanos, el resultado es el mismo. Los Gaboni están en todas partes acechando tras los helechos.

Con 5 o 6 años ver en pantalla el careto de un caníbal con colmillos de jabalí y trazos de pintura blanca decorando su cara, acompañado por el incesante sonido del tam tam y planos del caldero y la fogata, era demasiado.

Llegó la hora del almuerzo...

Para contrarrestar tanto malestar aparecía la mona Chita sola o acompañada por Boy (dependiendo de la película) haciendo travesuras o alguna monería.

Chita tomando medidas para el nuevo taparrabos de Tarzán.

Si te atrapaban los Gaboni u otros por el estilo, si eras blanquito o Jane, no había problema. Tarzán en persona se encargaría de ellos tanto para bien como para mal. Los que se las tienen que ver con los Gaboni son los nativos que los acompañan y es aquí, dónde siendo niño, recurría a mis manos para no tener que ver lo que se avecinaba. Por cierto, que en este punto, los porteadores y el de la cara de mal rollo ya se habían quedado afónicos de tanto gritar. ¡¡Era mucho el Yuyu!!

Con los Gaboni o la tribu que tocase el resultado es el mismo.

Me divierte recordar la rapidez con que se desarrollaba todo. De antología esas carreras a cámara rápida, tanto de Tarzán en lo que fuera menester estuviese haciendo, como de los caníbales. Ah! Y todos y cada uno de ellos tenían una facilidad extrema para correr incluso marcha atrás.

En cuanto a velocidad, dejo para el final del texto, una anécdota “protagonizada” por el Tarzán de Gordon Scott…

Facilidad también tenía Tarzán, Jane y Boy con la liana. Habían nacido con una entre las piernas (por lo que se ve Tarzán desde luego…). Esa facilidad ya la quisiera yo tener. La última vez que me agarré a algo parecido a una liana acabé de morros contra el suelo.

Master Class en el uso de lianas para principiantes.

Como en las películas, he hecho un paréntesis humorístico antes de continuar con los caníbales, que después de todo es la parte que más me gustaba. Mientras estos bailaban (hasta morir), Chita ya había ido a avisar a Tarzán del peligro que corrían los turistas o su señora esposa en el poblado.

¡Sí tú pudieras salir de aquí!

Posiblemente aquí tenemos un primitivo slasher: ser capturado y retenido por los Gaboni, tenía el mismo riesgo y desenlace que pasar el fin de semana en Camp Crystal Lake. Mientras que en la saga de Viernes 13 acababan con tu vida por tener sexo o fumar porros, en una película de Tarzán te las hacían pasar canutas por tan solo pisar propiedad privada o llevarte unos cuantos abalorios.

Tarzán llega al rescate en el último momento.

Como contaban con muchos extras, los Gaboni se tomaban su tiempo con los preparativos… Alternado planos de los caretos horrorizados de los protagonistas, íbamos viendo, poco a poco, como los desdichados porteadores eran atados a las copas de dos árboles cruzados, que al separarse a golpe de machete, desmembraban sus cuerpos.

¡Cuarto y mitad de porteador, por favor!

En el caso de que le llegara el turno a Jane, solía escucharse el mítico grito de Tarzán y aparecía de la nada subido en el elefante Timba. Éste a la orden de ¡Umgawa Timba! (parece ser que Ungawa servía para todo) arrasaba junto a sus compañeros elefantes (otra de mis escenas favoritas) el poblado en cuestión.

¡Umgawa! Tarzán haciendo un pedido online.

Liberados y puestos a salvo, los hombres blancos (buenos) se llevaban una reprimenda moralista de Tarzán y junto con Jane, Boy y Chita, todos subidos a lomos de elefantes, regresaban a su mansión arbórea. Como eran muy modernos para su época subían en ascensor gracias a Timba y su comprensión del lenguaje selvático: Umgawa esto, umgawa lo otro. Una palabra con infinidad de definiciones. ¡¡Qué sencillo era todo en la selva!!

¿Podría ser Weissmüller el creador del depilado brasileño?

Igual de sencillo era el vestuario de nuestros protagonistas. Si en las primeras películas prácticamente salían en pelotas, si se sigue la serie completa, incluso las últimas películas, veremos cómo las prendas evolucionan desde un simple taparrabos que se convierte en una minifalda cutre a lo Mary Quant en el caso de Tarzán o vestidos para Jane que parecen salidos del mismísimo atelier de Coco Chanel. El caso más llamativo es el de los mocasines que luce Lex Barker el primer sustituto de Weissmüler. Galán conocido más por ser marido, primero de Lana Turner y después de nuestra Baronesa Thyssen.

Lex, tan guapito como sosainas.

En cuanto a nuestros protagonistas: Timba el elefante, aparte de ser transporte, “allanar” terrenos o ser el motor de ascensores, cuando era necesario también podía convertirse en ducha portátil o lavavajillas. Para mí que estaba un poco explotado teniendo en cuenta que el río estaba a escasos metros de la casa. No quiero ni pensar si los de PETA hubiesen aparecido por allí.

Timba presenta su dimisión y le encasqueta el marrón a otro.

¿Y qué me contáis de Chita? ¡Transformismo por exigencias del guión! Chita en realidad era un macho llamado Jiggs, igual que Lassie, que era un macho llamado Pal. No me explico las razones para cambiarlos de sexo. Lo dejaremos para Cuarto Milenio a ver si resuelven el misterio. Jiggs como muchos de los animales (sobre todo los felinos) que aparecieron en las películas de Tarzán, estuvo muy activo en toda selva cinematográfica que necesitara de un chimpancé.

Dorothy Lamour adiestrando cocodrilos y de cita con Jiggs.

En cuanto a Johnny Weissmüller, su carrera no se desligó nunca del personaje. Primero como he dicho en MGM y a partir de 1942 en la RKO. Cuando parece que termina con el personaje, es contratado por Columbia para interpretar a Jim de la Selva hasta mediados de los 50. A finales de la década y abandonado el mundo del cine, funda una empresa de piscinas, retornando a sus orígenes, que como seguramente sabréis, fue campeón olímpico de natación. A partir de aquí, fue de mal en peor hasta su fallecimiento. Se comentaba que al igual que le había pasado a Bela Lugosi, que llegó a creerse que era Drácula, Johnny se creyó su personaje e iba soltando su característico grito selvático allí por donde pasaba.

Weissmüller intentando librarse del personaje.

Johnny Sheffild tuvo una carrera similar a la de su padre de ficción, también le acompañó en la serie de películas sobre Jim. Abandonó el cine para estudiar en la Universidad. Con un título en empresariales bajo el brazo se dedicó a sus negocios, hasta su fallecimiento debido a un ataque al corazón, tras caerse de una escalera mientras podaba un árbol. Su experiencia con los árboles, visto lo visto, no le sirvió de mucho.

La inteligencia de los elefantes rivaliza con la de los seres humanos.

Maureen O´Sullivan alcanzó la popularidad con su papel de Jane, pero no llegó a ser una estrella. Yo desde luego solo la recuerdo por sus trabajos en las películas de Tarzán, “La cena de los acusados” (1934) y “Ana Karenina” (1935). Dejó su carrera en 1942 para atender a su marido enfermo y sus ¡siete hijos!. Maureen no perdió el tiempo… Uno de sus hijos es Mia Farrow tan peligrosa como un Gaboni y si no, que se lo pregunten a Woody Allen.

Siempre nos quedará la selva. Sonreír y saludar...

He dejado para el final, como he dicho, una anécdota relacionada con el Tarzán de Gordon Scott que le sucedió a nuestra familia. A Scott, solo por esto, le tengo simpatía. Scott fue un Tarzán vigoréxico, con un inglés de Cambridge y un tupé muy de playa californiana.

Sería a finales de los 70, cuando mi padre se hizo con un proyector de Super8. Junto con el proyector se trajo algunas películas, entre ellas una de Tarzán. No me acuerdo exactamente cuál era, pero al estar protagonizada por Gordon Scott, probablemente fuese “Tarzán en la selva escondida” (1955) o “Tarzán y el safari perdido” (1957).

Scott más duro que una roca. Si se cae, se rompe.

Para la ocasión, invitamos a mi abuela paterna y allí estábamos, mientras mi padre preparaba el proyector y la pantalla, junto a ella, mi madre, mis hermanas y yo. En el momento que todo estaba a punto, como pasa siempre en todas las casas, mi madre se levantó y se dirigió a preparar unas palomitas. Mi padre le dijo que no se entretuviese que la peli iba a empezar. Como estaban saliendo los títulos de crédito y las palomitas tardan unos 5 o 10 minutos en hacerse en la sartén, contestó desde la cocina que empezásemos sin ella. Para cuando mi madre apareció con el bol de palomitas la película había terminado. ¡¡Risas generales!!

¿Pero esto qué es?

"Hombres decir no ir bwana, hombres decir yuyu"

Como nos quedamos estupefactos, se había tardado más en montar el chiringuito que lo que duraba la cinta, mi padre decidió con buen criterio pasarla de nuevo. De atrás hacia delante, más lenta o más rápida a conveniencia, en un bucle continuo y creativo a más no poder. No hicimos uso del zoom o el barrido rápido estilo Valerio Lazarov porque la maquina no daba para más. Y nosotros más contentos que unas castañuelas.
¡¡Al final de tanto trajín la película terminó por quemarse!!

Venenosos salu2 desde Crystal Lake!
Todas las fotos colección del autor.