domingo, 26 de marzo de 2023

GEORGE RAFT: ¡BUENA PIEZA ESTÁS TÚ HECHO!

 

Gánster
Del Ingl. gansgter.
1. m. y f. Miembro de una banda organizada de malhechores que actúa en las grandes ciudades.

“No siempre hace falta el impacto de una bala para convencer a un hombre de que ha arruinado su vida.”

La primera vez que escuché el nombre de George Raft se lo oí a mi padre. Estaban pasando por televisión La vuelta al mundo en 80 días (Around the World in 80 days, 1956), una producción dirigida por Michael Anderson y producida por Michael Todd (futuro tercer marido de Elizabeth Taylor) plagada de estrellas en pequeños cameos. Mi interés (en ese momento) por la película se centraba exclusivamente en el segmento del Oeste, donde aparecía Marlene Dietrich como chica del saloon de San Francisco en la que compartía secuencia con un amigo de los viejos tiempos y en el momento que este aparece, mi padre mencionó su nombre: George Raft.


Ya he contado en alguna ocasión que mi padre era dado a citar a algunas estrellas con fastidio (comprendí pronto cuáles no eran de su agrado), pero cuando nombró a Raft reconocí que lo hizo con verdadero entusiasmo. Nunca sabré realmente su opinión sobre este actor, pero intuyo que le gustaba. Décadas después puedo decir que George Raft es uno de mis actores favoritos.

“No creo que nadie venga a ver solo a George Raft en ninguna película."


Como es habitual con muchas estrellas de su generación, George Raft es un gran olvidado, eclipsado por actores y actrices que perduran en la memoria colectiva sólo porque sus rostros son reproducidos una y otra vez en tazas de café o cualquier objeto de merchandising indigno de su categoría estelar. A George Raft no se le recuerda por ninguna película y menos por una cita como: “…a Dios pongo por testigo que jamás volveré a pasar hambre.” “Tócala una vez, Sam. Por los viejos tiempos.” Pero, ¿a quién le gustaría serlo por un par de frases recordadas por la inmensa mayoría?, una mayoría que se ha quedado sólo con la punta del iceberg de lo que fue el Hollywood dorado, limitándose a repetir como papagayos sin conocimiento los mismos títulos de los archiconocidos clásicos (El acorazado Potemkin, Metrópolis, Ciudadano Kane, Casablanca, Desayuno con diamantes…) que probablemente ni siquiera hayan visto tampoco, en detrimento de verdaderas joyas que permanecen escondidas para la mayoría, salvo para reconocidos directores o cantantes que directamente las plagian para sus propios films o vídeos musicales. Teniendo en cuenta el panorama (cultural) actual, ya ni por citas o películas se les recordarán. Las nuevas generaciones están más interesadas en las idioteces de personajes de medio pelo e influencers.

Cuánta razón tenía Gloria Swanson cuando en El crepúsculo de los dioses (Sunset Boulevard, 1950) decía: “¡Teníamos caras!" Le faltó decir: ¡Y personalidad!


George Raft era toda una personalidad y de eso no tengo duda alguna gracias, como siempre, a mi fiel Escolopendra Venenossa. Atraída por el ambiente del hampa (mundo relacionado con nuestro amigo), se ha leído el libro George Raft: El hombre que sería Bogart* (que tenía “aparcado” dado mi pésimo inglés) y ha tenido la amabilidad de contarme los detalles más interesantes de tan singular estrella.


De ascendencia alemana e italiana, Raft nació el 26 de septiembre de 1901 en Hell’s Kitchen (Cocina del Infierno), barrio marginal también conocido como Clinton, situado en el West Side de Midtown Manhattan, New York. La relación con su padre, Conrad Ranft, nunca fue buena: su aspecto más italiano que alemán no le hacía mucha gracia, no veía con muy buenos ojos el camino que tomaba su hijo y para empeorar las cosas se disgustó cuando cambió su verdadero apellido (Ranft) por el que se le conoce. Mientras que él consideraba a su padre un hombre insignificante y poco ambicioso.

“Ningún chico de mi calle quería ser presidente. Solo querían ser duros. Y lo eran.”


George abandonó pronto el colegio y a los 13 años se marchó de casa. Pandillero, aficionado a los pequeños hurtos, también trabajó como aprendiz de electricista, recogiendo cerezas, tonteó con el boxeo profesional y jugó al beisbol en ligas menores, pero su bateo era pobre y pronto fue descartado. Buscando el dinero fácil y aficionado al baile gracias a su madre, frecuenta los Taxi Dancer, locales en los que se contrataban bailarines para bailar con los clientes y donde le resultaba más fácil robar. En estos lugares, en ocasiones en las zonas más sórdidas de la ciudad, es donde aprende a bailar y comienza a realizar bailes de exhibición, ganando alguna competición de Charlestón. De aquí parte el rumor que le persiguió de por vida (que él siempre negó) que fue también gigoló.


Posteriormente comenzó a trabajar en clubs nocturnos regentados por mafiosos, para los que pronto empieza a hacer trabajos como vigilante para avisar si había alguna redada y recadero. Durante este tiempo, Raft se hizo amigo de varios mafiosos y ejerciendo de chófer ocasional en las entregas de mercancías ilegales, desarrollará una gran habilidad conduciendo, lo que le sería de gran utilidad siendo una gran estrella en algunas de sus películas.

“Era duro y engreído porque llevaba un arma en el bolsillo y trabajaba para el jefe de la banda de Nueva York.”

A raíz de uno de sus “trabajos” para los hampones, en el que básicamente se dedica a recoger las ganancias de un inversor de espectáculos de Vodevil que era un gánster, toma contacto con ese mundo. Es por esta época, a mediados de los años 20, cuando conoce a Mae West, convirtiéndose en amantes ocasionales desde entonces.


Picado por el gusanillo del mundo del Vodevil, aprovecha sus dotes para el baile y empieza a hacerlo en diferentes clubs de New York (muchos de ellos clandestinos), para posteriormente salir de gira y popularizar el tango en Paris, Viena, Roma y Londres, donde triunfó en 1926. La revista Variety en septiembre de ese mismo año hablaba sobre la reputación de Raft como: "el mejor bailarín de Charleston en Nueva York".

George Raft llegó a convertirse en parte del elenco habitual del extravagante club de Texas Guinan (una vedette, actriz y empresaria de clubs nocturnos). Su éxito le llevó a Broadway, donde trabajaría como bailarín, pero su amigo, el mafioso Owney Madden, opinaba que debería estar haciendo películas y le recomienda a sus conocidos de Hollywood. Raft, buscando el dinero fácil, se decide a intentarlo trasladándose allí en 1927. Sin éxito al principio, sigue bailando en clubs para poder pagar las facturas.

“Esos primeros días en Hollywood fueron desgarradores.”


En octubre de 1928, Raft apareció en un espectáculo presentado por Texas Guinan llamado Night Club. Los Angeles Times dijo de él que: "obtiene un tremendo éxito individual". Al año siguiente debuta en el cine en la película Queen of the Night Clubs protagonizada por Guinan, quien insistió en que Raft tuviera un pequeño papel. Curiosamente hacía de gigoló, aunque finalmente cortaron sus escenas.

A partir de aquí George siguió con pequeños papeles hasta que le llegó su gran oportunidad acompañando a (otro gran olvidado) Paul Muni en Scarface (1932). En la película, interpreta al segundo al mando Guino Rinaldo, quien se enamora de la hermana de Camonte (Ann Dvorak) y es asesinado por él. La película se convirtió en un éxito y consagró a Raft como estrella.


Paramount, el estudio caracterizado por su sofisticación, le contrató después del citado éxito y formó parte de un ramillete de estrellas tan variadas y carismáticas como: Maurice Chevalier, Gary Cooper, Marlene Dietrich, William Powell, Kay Francis, Mae West, Claudette Colbert, los hermanos Marx, Fredric March, Carole Lombard, Miriam Hopkins y Cary Grant, entre otros.

Su primer papel protagonista fue en Noche tras noche (Night After Night, 1932) donde interpreta a un exgángster convertido en el dueño de un club clandestino que se enamora de una joven de la alta sociedad. Constituyó otro triunfo para él, aunque la película se recuerde actualmente por ser la primera aparición de Mae West en un pequeño papel. Si bien Raft quería que el papel lo interpretase Texas Guinan, ya que se basaba libremente en ella.


Raft mantuvo su estatus de estrella durante la década de los años 30 y parte de los 40, considerándose uno de los actores más populares interpretando a gangsters junto a James Cagney, Edward G. Robinson y posteriormente Bogart. Pese a tener sentimiento de inferioridad, por su escasa formación académica y su origen humilde, encontró su lugar en el cine, rechazando papeles para los que él creía no estar capacitado. Sólo se encontraba más relajado trabajando con directores y actores sólidos con los que repartía el peso de las películas.

“Nunca he estado encerrado. Nunca he tomado un trago. Nunca lastimé a nadie, y regalé todo mi dinero. Entonces, ¿cómo es que obtuve tan mala reputación?”


Durante sus años de esplendor, era conocido por todos como un hombre educado, caballeroso, generoso (con todo tipo de gente) y muy buena persona. Tanto Lucille Ball como Marlene Dietrich tenían buenos recuerdos de su relación con él.

En sus comienzos en el cine, Lucille recibió su ayuda cuando se la encontró llorando a la entrada del estudio. Ball esperaba la visita de sus padres y como no había logrado nada durante su estancia en Hollywood, temía decepcionarlos. Raft al enterarse de esto, le prestó su coche y dinero para que les recibiese como una gran estrella.


Marlene Dietrich, que trabajó con George Raft en Manpower (1941), dijo de él: “No puedo olvidarme de George, mi compañero en la película. Su amabilidad única y adorable desmiente su apariencia y sus papeles de hombre duro.” Un incidente notable ocurrió entre ellos mientras rodaban una escena junto a una escalera: Raft nunca golpeó a una mujer ni en pantalla ni fuera de ella. Era parte de su código personal y exigía lo mismo en sus películas. La puesta en escena y el montaje hacían parecer que estaba golpeando a Marlene cuando no era así. Sin embargo, el director Raoul Walsh estaba seguro que esto no funcionaría: “Me llevó días convencer a George para que golpease a Marlene.”

Al final, la opinión de Walsh prevaleció y para horror de todos, Marlene se cayó por las escaleras siguiendo la dirección de la bofetada y se rompió el tobillo. George se sintió terriblemente culpable y le envió docenas de flores mientras se recuperaba. Como curiosidad comentar que George Raft rechazó El Halcón Maltes (The Maltese Falcon, 1941) por hacer la película junto a Dietrich.

“No puedo actuar. Simplemente debo ser yo mismo, hacer las cosas que me parecen naturales. Cuando me encuentre con un director que quiera que actúe, estaré perdido.”


Además de rechazar grandes películas que podrían haberle proporcionado mayor reconocimiento (muchas de ellas fueron éxitos para Bogart), otras exigencias del astro eran, además de negarse a maltratar mujeres, no morir en sus películas y no interpretar villanos. Raft se negó a aparecer en The Story of Temple Drake (1933) con Miriam Hopkins, ya que no quería interpretar a un sádico, por lo cual fue suspendido por el estudio. Él se expresaba de la siguiente manera: "No es que me importe ser el tipo del lado equivocado de la ley. Pero no tomaré un papel que sea puro villano. El personaje tiene que tener algún rayo de calidez o alguna cualidad redentora."

Terminado su contrato con Paramount recibió una oferta de Warner Bros., para aparecer junto a James Cagney en Muero cada amanecer (Each Dawn I Die, 1939), un drama carcelario que resultó ser un gran éxito, gracias a lo cual el estudio le ofreció un contrato a largo plazo.

“Warner era como Alcatraz.”


Hasta convertirse en una estrella independiente, rescindiendo su contrato con Warner en 1942, Raft siguió con su política de rechazar papeles, lo que le suponía ser suspendido constantemente. Una de ellas sería el gran clásico Casablanca (1942).

La carrera como actor independiente inicialmente comenzó bien, hasta que llegó su declive como estrella a finales de los años 40 protagonizando películas de bajo presupuesto y de escasa repercusión. Tras pequeños papeles como secundario o simplemente cameos, en los años 50 Raft frecuenta la televisión, siendo su última aparición en este medio a principios de los años 70.

“Este no es un buen lugar [Hollywood] para envejecer. Sales y la gente se da codazos y dice: 'Ese es George Raft. Él está acabado.”


En sus últimos años fue imagen de supermercados (cosa que no le importaba porque le ponía en contacto con sus fans) y recepcionista en casinos, siendo estafado más de una vez. Perseguido por cierta mala fama por sus amistades mafiosas, muchas de sus inversiones no llegaron a buen puerto. Por ejemplo, en 1955 se le ofreció comprar participaciones en el Hotel Flamingo si aceptaba ser el director de entretenimiento, pero se le rechazó debido a sus supuestas asociaciones con figuras de los bajos fondos. Apeló, argumentando que, aunque conocía a muchos mafiosos: "nunca hice negocios con ninguno de ellos." La decisión fue revocada ese mismo año.


Raft fue contratado para trabajar como recepcionista en el Casino Capri en La Habana, Cuba, donde también era copropietario. Sin embargo, Fidel Castro tomó el país y cerró todos sus casinos. El actor estaba en La Habana la noche en que llegaron los rebeldes.

“Todo lo que sé es que me hicieron muchas preguntas sobre Capone.”

En cuanto a su vida sentimental, George Raft se casó con Grace Mulrooney en 1923, mucho antes de convertirse en estrella. La pareja se separó poco después, pero su católica y devota esposa se negó a concederle el divorcio hasta 1970, permaneciendo oficialmente casado con ella, la siguió ayudando hasta su muerte.


Como personalidad elegante y seductora, Raft tuvo aventuras amorosas con Mae West, Carole Lombard, Tallulah Bankhead y Marlene Dietrich. La hija de esta última en sus memorias hace alusión a las fiestas privadas que organizaba su madre en su camerino junto a Mae West a las que acudían George Raft y Gary Cooper. Sin embargo, las relaciones más duraderas del astro fueron con Betty Grable y Norma Shearer. Con Shearer mantuvo un largo romance, declarando el actor sus intenciones de casarse con ella, pero las reiteradas negativas de su esposa a concederle el divorcio, hizo que Norma pusiera punto y final a la relación.


Hacía el final de su vida, George Raft había gastado todo su dinero apostando a las carreras de caballos, en mujeres y con amigos. El actor Christopher Lee, que coincidió con él en una película, decía que con lo que Raft le había contado sobre su vida, podría hacerse una película mejor que la que estaban haciendo.

“Debo haber gastado 10 millones de dólares durante mi carrera. Parte del botín se destinó a apuestas, parte a caballos y parte a mujeres. El resto lo gasté tontamente.”

George Raft murió de enfisema a la edad de 79 años en Los Ángeles el 24 de noviembre de 1980, sin dejar testamento. Su patrimonio consistía en una póliza de seguro por valor de 10 mil dólares y algunos muebles. Raft vivía solo con 800 dólares al mes. Estando muy enfermo en el hospital, sus amistades mafiosas iban a visitarlo: ¡genio y figura hasta la sepultura!

¡Venenosos Salu2 desde Crystal Lake!
Todas las fotos colección del autor.

*George Raft: The Man Who Would Be Bogart (Stone Wallace, 2015)