jueves, 4 de junio de 2015

SOBREVIVIENDO A VON STERNBERG

Hace un par de meses, en el cine del Círculo Bellas Artes programaron el ciclo de películas de Von Sternberg y Marlene Dietrich. Verse todo el ciclo era imposible, principalmente por que las he visto todas en innumerables ocasiones y también porque uno sabe hasta dónde puede llegar y soy propenso a los empachos… ¡¡Con Dietrich no hay que jugársela!!

Von Sternberg y Dietrich en la época del "El Ángel Azul" (UFA, 1930)

En plan pavo real extiendo las plumas de mi cola y aturdo a María Escolopendra y a mi madre y las convenzo para ir a ver “Marruecos” (1930). Por lo que veo, sigo conservando mi poder de seducción.

Mi madre, contenta por mí, comenta:
-“¡¡Qué bien hijo por fin vas a verla en pantalla grande!!”
-“No…, si en grande… la habré visto un par de veces…”

Marlene poco interesada en saber cuantas veces he visto sus películas.

Como si fuese Super Ratón, el popular personaje de los Terrytoons, al terminar la proyección, repito insistentemente: “No se vayan todavía, aún hay más”. Mi madre no se deja engatusar para una segunda ocasión: “Ya he tenido suficiente Marlene por una temporada.”

Cartel "Marruecos" (Paramount, 1930)

Así que organizo una segunda visita al cine para ver “La Venus Rubia” (1932), sustituyéndola por Carmen Munsters (a la que no hace falta convencer de nada) y repito la jugada al convencer de nuevo a Escolopendra, a costa de quedarme sin plumas de tanto desplegar encanto y entregar mi cuerpo como Dietrich en sus películas, para conseguir mi propósito.

En esta ocasión María Escolopendra: “No olvida vitaminarse y supermineralizarse”. Cosa que también yo tuve que hacer…

Intercambio de roles sexuales o el juego de los abanicos...

Para alguien que no haya visto una película del tándem, pueden ser fascinantes o mortalmente aburridas. Para alguien que como yo, que se las sabe de memoria, pueden resultar hasta un poco pesadas y para acompañantes afines al que escribe esto, pueden resultar tan relajantes como un somnífero. Luego están los incondicionales que siempre lo ven todo positivamente, como Carmen Munsters.

Los 92 minutos de “Marruecos” (Paramount, 1930), en definitiva son una sucesión de encuentros y desencuentros entre los tres protagonistas: chica misteriosa encuentra a maduro adinerado; maduro adinerado encuentra a chica; chica encuentra a legionario; legionario encuentra a chica, etc…, en un bucle continuo e “interminable” de amor y desamor.

Al comienzo de la película, se acercó un chico y se sentó a mi lado, después de lanzarme una mirada cautivadora que María Escolopendra captó al segundo, con el consiguiente cachondeo de mis acompañantes. No sé que se pensaría pero le salió mal la jugada.

¡!No todo el que ve una película de Marlene debe ser gay, hacéroslo mirar por favor!!
Como castigo, a su lado se sentó una señora que no paró de roncar hasta el final…

La película ha envejecido muy, pero que muy mal. Aunque es sonora, en algunas ocasiones casi parece que estás viendo una película muda. Confieso que en algunos momentos no sé si llegamos a dormirnos con los ojos abiertos.


Al salir del cine, mi madre, Escolopendra y yo debatimos pormenorizadamente todos los aspectos de la película. Se salva por la ambientación, “barroca” muy del gusto Sternberg, la iluminación y por el par de números musicales interpretados por Marlene: “Quand L´Amour Meurt” y “What Am I Bid for My Apples”.

Estábamos de acuerdo en unas cuantas cosas, a saber: Dietrich estaba muy guapa pero al final resulta ser una tonta, Cooper se nos antojó bastante machista y bastante inseguro de su sexualidad y Menjou nos pareció un pobre diablo rozando el patetismo.

Conclusión: Me prometí que tardaría bastante  tiempo en volver a verla.

Si sobrevivimos a la imagen de Marlene descalza, atravesando el desierto tirando de una cabra, podríamos con lo que fuese.

Cartel "La Venus Rubia" (Paramount, 1932)

Los 93 minutos de “La Venus Rubia” (Paramount, 1932) fue una experiencia más satisfactoria. Aunque el guión es muy similar a la citada (común a todos los melodramas románticos de la época), el ritmo y la interpretación es más dinámica.

Marlene no se lo piensa mucho al aceptar una proposición indecente.

Los decorados siguen siendo característicos del estilo Von Sternberg, pero a diferencia de “Marruecos”, los números musicales están bien distribuidos a lo largo de la película, por lo que cuando parece que pueda decaer la trama, te encuentras a la Dietrich disfrazada de gorila en su famoso número de striptease “Hot Voodoo”.

Marlene a lo afro para su numerito del gorila.

Marlene cabaretera retirada y madre amorosa es poco creíble.

Está casada con Marshall, un científico un tanto pelmazo, aquejado de una enfermedad que debe curar en el extranjero.

Faltos de dinero Dietrich vuelve a los escenarios donde se deja querer por Grant a cambio del dinero que necesita para la curación de su marido.






Como antes se pilla a un mentiroso que a un cojo, cuando es descubierta en su infidelidad por su desagradecido esposo, huye con su hijo asumiendo distintas identidades y trabajando en diferentes cabarets.

Al final acaba rindiéndose por el bien de su hijo, por cierto bastante repelente.

Termina como prostituta de lo peor y acto seguido ¡¡es la estrella de un teatro en París!!



Von Sternberg se niega a explicar cómo lo consigue, pero en fin…, es un película Dietrich y lo que no pueda ella no lo consigue nadie. Más o menos es lo que declararía el director. Así, tan pancho.


Yo también soy un poco Von Sternberg-Dietrich: conseguí que Escolopendra me acompañase a ver dos de seis… tampoco era cuestión de tentar a la suerte.

Venenosos salu2 desde Crystal Lake!!
Todas las fotografías de mi colección.

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