miércoles, 6 de abril de 2011

EL SR. VOORHEES Y EL METRO

O esos días en los que me gustaría volver al pasado y liarme a machetazos con todo ser vivo de dos patas que se cruce en mi camino.

¡¡Jason pórtate bien anda!!
¿Por qué la gente no se planifica su día a día y se lo dificulta al que lo tiene claro?

Salgo de Crystal Lake para realizar mis tareas del día y apeándome de mi status de mito, como un ser aparente normal, cojo el metro.

¡¡El momento de la verdad!!
Llevo mi bolso/bandolera, repleto de objetos que solo me serán útiles para pasar el trago desde mi entrañable lago a mi destino final, sin las implicaciones trágicas que un final suele tener. Dos o tres libros, el mp3, un cuaderno y un boli, chuches y algunas cosas más. Al estilo de Michael Jackson, también llevo jabón líquido para las manos, colonia y pañuelos de papel.
¡¡Todavía me falta mucho para llevar guantes de látex y mascarilla!!

Mis amigos siempre me preguntan el por qué de ir cargadito hasta los topes y la verdad es que me he acostumbrado a ello y cuando no cargo con nada me siento como si me faltara algo.
Muchas veces ni leo ni escucho música, simplemente me sirve para evadirme y no mirar al frente.
¡¡Lo llamo mi kit de supervivencia!!

Le das con tu bolso a tu p... madre
Mis obligaciones me llevan a coger el metro cuando no tengo más remedio. Prefiero el autobús aunque tarde un poco más. Una vez he terminado lo que tenga que hacer, no tengo ninguna prisa por volver al lago. Además el nivel de humanidad que cabe dentro del vehículo es el límite aceptable por mi persona, mi campo visual se reduce al frente y a la ventanilla e intento en lo posible colocarme en lugares estratégicos.

El metro es un horror y eso no me debería causar espanto ya que estoy acostumbrado a ello.
¡¡La realidad supera con creces a la ficción!!

No es por el servicio, que para mí está muy bien, si no por los especímenes que me acompañan. No es la primera ni será la última en la que dejo pasar varios trenes hasta que encuentro el que colme mis expectativas de tranquilidad.

Una vez que estás dentro ya no hay escapatoria. Además de los insultos visuales que te rodean no solo físicos si no estéticos, recibes empujones, bolsazos en tu costado de las señoras y si logras sentarte siempre te toca el típico individuo de sexo masculino que te integra en el lateral del asiento, porque claro, ellos quieren seguir cómodamente sentados y deben pensar que si juntan las piernas se le cocerán ciertas partes de su anatomía.
Sujetarte a cualquier barra del vagón es un ejercicio de equilibrio y pone a prueba tus escrúpulos sobre todo si cuando te llevas las manos a la cara huelen a Cheetos o algo aún peor. Ya ni te cuento lo de los olores, los admito a la vuelta de la jornada pero… ¿A primera hora?

Encima se pone chulito...
¡¡Qué estás leyendo!! No hay problema, sobre tu libro aparecen las últimas noticias de ese gran invento que es el 20 minutos. Continúas el viaje amenizado con la música de algún descerebrado que piensa que a todo el mundo le debería gustar lo que el escucha.
¿No conocen los auriculares? Le pediré a Escolopendra Venenossa una caja de las que se reparten en los trenes cuando salga de viaje y me dedicaré a repartirlos para quien los necesite, no vaya a ser que por la crisis no tengan euros para comprarlos.

Pedidores, poetas y músicos que piensan que lo hacen muy bien, conversaciones de móvil con la misma intensidad como si del fin del mundo se tratara…
¡¡Vamos el no va más de la diversión!!

¡¡Alice a ver si afinamos!!
También evito en lo posible los vagones en los que se divisan niños. Por un lado están los semisalvajes que no paran de moverse y dar la lata y por el otro las “crias” de los liberales  que también dan la lata junto a sus padres. Esos mismos padres que creen que sus vástagos son especiales y lo más, que piensan que nos deberíamos asombrar con sus monerías y aptitudes sociales. Normalmente son padres modernitos gafapasta que se apuntan a todas las actividades en las que puedan participar con sus nenes, exposiciones (haciendo la vida imposible a seres como Escolopendra o a mi mismo), maratones, titiriteros, y que luego salen en cualquier programa tipo “Madrid Directo” comentando lo orgullosos que están de todas las oportunidades que les ofrecen.
¡¡El mundo de la maternidad/paternidad está muy sobrevalorado!!

¡¡Que los aguanten ellos!!

Próxima estación Cabreo
Salir del habitáculo del vagón y acceder al andén es toda una odisea. Por un lado tienes que sortear los cuerpos extraños y que te miran mal por pedirlo con un mínimo de educación y por el otro a los individuos que se paran a unos centímetros escasos de las puertas y que se ponen a pensar qué dirección tomar o que hacer en ese momento dificultando tu salida. Luego seguimos con los cambios bruscos de dirección, los paso de tortuga, los zigzagueantes, los vista al techo como si nada fuese con ellos… A veces los comparo a las torpes abejas a la hora de entrar en su colmena, lo podéis comprobar viendo cualquier docu de la 2.

¡¡Creo que estoy preparado para enfrentarme a mi primer Ralley!!

Si te topas con este tipo de ejemplares en cualquier tienda, son los típicos que no saben a que han ido y te hacen esperar hasta que deciden comprar algo si es que al final compran algo. Son esos mismos que hacen cola en una única caja sin tener en cuenta que hay otras abiertas. En mi caso por poner un ejemplo si quiero algo (ya llevo los deberes hechos de casa), lo busco, lo cojo, lo pago y no me lleva más de media hora y si tardo algo más intento ser mínimamente respetuoso con los demás.

¡¡Esto me pertenece!!
Lo dejo aquí por hoy pero siendo fiel a mi mismo es posible que os espere una segunda, tercera o cuarta parte.

Venenosos salu2 desde Crystal Lake!!

4 comentarios:

  1. Qué bonito es leer al propio Sr. Voorhees hablando en primer persona contando las aventuras que vive caminando como uno más entre la gente...

    Y qué buenos los pies de foto!! Me he partido de risa!!

    Me ha encantado. Lo mejor que te he leído.
    Espero ansioso la segunda, tercera, cuarta y las partes que sean necesarias para calmar tu sed de sangre...

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  2. Se te ha olvidado hacer alusión al aroma del metro, aunque creo que esto merece un post aparte. Y espera a que llegue el verano... esos pies imposibles, con esas uñas retorcidas. Las sandalias no se han hecho para todos, por los clavos de Cristo!! En fin, que el lema del metro debería ser: METRO DE MADRID, ¡HUELA!

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  3. Querido señor Vorhees: corroboro absolutamente su experencia en el suburbano,y juro por la Diosa Escolopendra, que lo narrado por usted, con un veneno contra el que nada puede hacer el mío,es verídico. Tiene usted que contar, además, la salida a la superficie, cómo me lleva usted en volandas por la calle Preciados, que mis patitas no dan más de sí, sorteando manteros, abuelillas paseando, mariachis, cristianos, perroflautas y los de Greenpeace...Eso sí que es multiaventura...Como siempre, rendida a sus pies señor asesino.

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  4. Querido Sr.como te llamaes,ya te dije todo lo que pensaba sobre ese innombrale medio de transporte,ya no tengo ganas de volver a exprimirme,ésta cabecita de pájarito que tengo ,para deleitarte con mi trino-perorata .Un besotrinito de un páloca,nueva especie de avecilla aún no descubierta por los ornotólogos.

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