martes, 24 de diciembre de 2024

LA VIDA ES UN AZAR

Azar
Del ár. hisp. azzahr, y este del ár. zahr ‘dado’.
1. m. Casualidad, caso fortuito.

Nunca hubiese previsto que con el paso de los años, actrices a las que ignoraba e incluso detestaba y que, en algunos casos, formaban parte de una “lista negra”, llegaran a gustarme. A lo largo del tiempo, las impresiones que sostenían mi criterio pierden importancia y mi punto de vista con respecto a ellas cambia para mejor.

Como en todo, hay matices: Loretta Young, por ejemplo, no es la misma en la década de los 30 (su período pre-code) que la Young señorona que se nos presenta en años posteriores. Es verdad que la primera nos hace ser indulgentes con la segunda.

Loretta definitivamente no me gustaba. Más allá de sus retratos glamurosos, siempre la encontré mojigata y sus interpretaciones (o por lo menos las que había visto), me parecían aburridas y convencionales. Hay que tener en cuenta que sus contemporáneas en los 30 eran estrellas como Crawford, Dietrich, Garbo o Harlow, a las que conocía muy bien, ya que sus películas se pasaban por televisión con relativa frecuencia. ¿Qué me quedaba entonces de Miss Young?: ‘Suez’ (1938), una película que contaba la construcción del Canal y ‘The Stranger’ (El Extraño, 1946) dirigida por Orson Welles, un film que tuvo bastante éxito pese a ser de bajo presupuesto y en el que Loretta ofrecía, como opinó el crítico del New York Times Bosley Crowther: “otra actuación tonta.” Con semejante “curriculum” ha sido necesario el paso del tiempo e Internet para acceder a sus primeros films y hacerme cambiar de idea. Peliculones de la Young a considerar: ‘Taxi!’ (Taxi/Pájaros de cuenta, 1932) con James Cagney, en la que junto a él lucha contra el monopolio de los taxistas; ‘Heroes for Sale’ (Gloria y Hambre, 1933) un film reivindicativo donde el protagonista, Richard Barthelmess, es un ex-soldado adicto y desempleado durante la Gran Depresión o ‘Born to Be Bad’ (Nacida para ser mala, 1934) con un Cary Grant recién salido de los brazos de Mae West, dando vida a una madre soltera que sobrevive como estafadora, educando a su hijo en el mismo oficio.


“Si desea un lugar bajo el sol, debe esperar algunas ampollas.” 
Loretta Young

Otro tanto me ha pasado con la popular Ginger Rogers. Siempre me ha parecido un poco irritante pese a su fama de pizpireta y sus exitosos musicales junto a Fred Astaire. Siguiendo la recomendación de un buen amigo y, dado que compartía protagonismo con Doris Day (en uno de sus escasos films dramáticos), accedí a verla ya madurita en ‘Storm Warning’ (Aviso de tormenta, 1951) donde da vida a una testigo de un asesinato cometido por el Ku Klux Klan. ¡Magnífica película por cierto! Este título me animó a descubrirla en otros registros alejados de sus papeles como bailarina un tanto (según mi opinión) rígida. ‘Primrose Path’ (Camino de rosas, 1940) en la que interpreta a una joven decidida a no seguir los pasos de la “profesión” de su madre y abuela, y ‘Kitty Foyle’ (Espejismo de amor, 1940) un drama romántico por el que ganó el Oscar, me han acercado a ella con otra mirada. También está bien revisitarla en su etapa pre-code (aunque renegase de ella), dejando de lado sus musicales.


“La única manera de disfrutar de algo en esta vida es ganárselo primero.”
Ginger Rogers

Pese a ser el arquetipo de estrella de los años 30 y la Reina de MGM, Norma Shearer, cuya carrera comienza en 1919 con el cine silente y termina en 1942, nunca fue una de mis favoritas. Es reconocible por su imagen un tanto Art Decó especialmente en la década de los 30 y es comúnmente recordada por la película coral ‘The Women’ (Mujeres, 1939). Como algunas de sus coetáneas, siempre pensé que su éxito como actriz dependió de su matrimonio con el productor Irving Thalberg, conocido como “The Wonder Boy” (“el chico maravilla”), que le asignaba los mejores papeles del Estudio. Cierto o no, la filmografía de la Shearer se compone de melodramas románticos en entornos sofisticados, contemporáneos o de época, que se convirtieron en éxitos de taquilla. Sus papeles principalmente en el pre-code eran mujeres modernas y libres (con todo lo que implica), ganando el Oscar por ‘The Divorcee’ (La divorciada, 1930), un tema, el del divorcio, que ahora no nos produce la mínima inquietud, pero que en su momento fue una sensación y motivo de escándalo. En ambientes históricos nadie podrá igualar su ‘Marie Antoniette’ (Maria Antonieta, 1938). Por desgracia, casi la totalidad de su films acusa el paso del tiempo con peor suerte que el de sus compañeras de generación. Aun así da gusto verla en películas como ‘A Free Soul’ (Alma libre, 1931) explícito título junto a Clark Gable, por la que aspiró de nuevo al Oscar (fue nominada en cinco ocasiones) o films que no han envejecido tan mal como ‘Escape’ (Evasión, 1940), una de sus últimas interpretaciones, en la que da vida a la amante de un nazi interpretado por Conrad Veidt, que ayuda a un norteamericano, Robert Taylor, a sacar a su madre de un campo de concentración.


"Es imposible hacer o lograr algo sin pisar a otros; los enemigos son inevitables cuando uno es decidido.”
Norma Shearer

Gracias a mi inclinación por determinados actores, estos me llevan a reparar en las actrices que les acompañaban, a las que no había prestado la debida atención. Quizás por mi gusto por el glamour y la sofisticación, un tanto artificial de las estrellas de su época, siempre había ignorado a Sylvia Sidney. Alejada de ese estereotipo, su carrera que duró 70 años (comenzando en los 30 y terminando en los 90), incluyen sus dos papeles para Tim Burton en ‘Beetlejuice’ (1988) y ‘Mars Attacks!’ (1996), su última aparición antes de fallecer en 1999.

De apariencia frágil y delicada, Sidney interpretó en numerosas ocasiones a la heroína de clase trabajadora o a la hermana del gangster, demostrando durante su época de mayor esplendor (los años 30), su capacidad para emocionar y seducir sutilmente en films como: ‘City Street’ (Las calles de la ciudad, 1931) de Mamoulian junto a Gary Cooper; ‘An American Tragedy’ (Una tragedia americana, 1931) dirigida por Von Sternberg; ‘Street Scene’ (La calle, 1931) de King Vidor; ‘Fury’ (Furia, 1936) película de Fritz Lang en la que interpreta a la prometida de un hombre encarcelado injustamente al que terminan “linchando”; ‘Sabotage’ (Sabotaje, 1936) del maestro del suspense Alfred Hitchcock; ‘Dead End’ (1937) una película con trasfondo social de William Wyler, en la que comparte los créditos con Joel McCrea y Humphrey Bogart, sin olvidarnos del western rural dirigido por Henry Hathaway ‘The Trail of the Lonesome Pine’ (1936) el segundo largometraje filmado en Technicolor y el primero rodado al aire libre, en el que comparte pantalla con Fred MacMurray y Henry Fonda.

Ha sido verla en éstas y otras películas, dirigida por pesos pesados de la dirección, para que me seduzca y conquiste desde la pantalla. ¿Quién puede olvidarse de esos grandes y tristes ojos suyos?


“Paramount me pagó por lágrima. No fue una sensación, fue un hecho.”
Sylvia Sidney

Cuando se nos pregunta por una actriz emblemática del cine negro uno de los primeros rostros que nos viene a la cabeza es el de Lauren Bacall, pero sin desmerecerla, este género lo dominó con su voz ronca y susurrante, Lizabeth Scott. De sus 22 películas, fue la protagonista de todas menos de tres. Además cantaba: su voz y su presencia con cierta dureza, la encasilló en papeles de femme fatale. El productor Hall B. Wallis, que le permitió debutar en pantalla, valoraba “sus ojos vivos y brillantes, y esa voz que la hace intrigante”, como él mismo le dijo a un crítico cinematográfico.

Esas cualidades las volvió a demostrar en su segundo largometraje producido por Wallis, ‘The Strange Love of Martha Ivers’ (El extraño amor de Martha Ivers, 1946) protagonizado por Barbara Stanwyck y Van Heflin. Luego llegarían ‘Dead Reckoning’ (Callejón sin salida, 1947) junto a Bogart; ‘Desert Fury’ (La hija del pecado, 1947) donde es una hija conflictiva y competitiva que se enamora de un gangster; ‘I Walk Alone’ (1948) en la que interpreta a la cantante de un nigth club atraída por un ex-presidiario que llega al local donde actúa reclamando al dueño su parte del botín o ‘Pitfall’ (1948) esta vez como la novia de un estafador encarcelado, que seduce a un agente de seguros casado y aburrido conduciéndole hacía la mala vida.

Encasillada, como he dicho, en personajes de femme fatale de los cuales intentó escapar en varias ocasiones interpretando a mujeres abnegadas, volvería de nuevo a sus papeles habituales hasta que dejó el cine a finales de los años 50. Aunque era popular entre el público, su estilo de interpretación tranquila y naturalista no gustaba a los críticos que la menospreciaban, siendo víctima de incesantes comparaciones, siempre desfavorables, con Bacall.


“No quiero que me cataloguen como una ‘personalidad’, algo que llame la atención. Quiero que se respete mi talento, no solo por parte del público, sino por mí misma.”
Lizabeth Scott

Junto a estas actrices añadiría a Ida Lupino, injustamente olvidada por la mayoría. Actriz, cantante, directora y productora, destacó en géneros como el melodrama y el cine negro, a mi parecer mucho mejor que la sobrevalorada Bette Davis en el primero y mucho mejor que la magnética Bacall en el segundo. Imposible comprimir una brillante y extensa carrera en unas pocas líneas, por lo que Lupino es merecedora de una entrada para ella sola en Sopa de Mitos.


“El momento elegido por el azar vale siempre más que el momento elegido por nosotros mismos.”
Proverbio chino.

¡Venenosos Salu2 desde Crystal Lake!
Todas las fotos colección del autor.

domingo, 28 de julio de 2024

ESPERPENTOS

 

Esperpento
De or. inc.
1. m. Persona, cosa o situación grotescas o estrafalarias.
2. m. Concepción literaria creada por Ramón M.ª del Valle-Inclán hacia 1920, en la que se deforma la realidad acentuando sus rasgos grotescos.

 
Valle-Inclán, el inventor del esperpento.

Erróneamente siempre he pensado que mis molestias de estómago, que me producían ardor y reflujo gastroesofágico, tenían que ver con la hernia de hiato que me diagnosticaron hace años, pero he llegado a deducir que todo se debe a que ciertos personajes, como diría el cómico Joaquín Reyes, me resultan estomagantes. ¡Tendré que verificarlo la próxima vez que visite a mi médico!

¡Lo que no mata, te hace más fuerte!

Durante un tiempo este problema permaneció latente. Sinceramente creo que se debió a que las personas que me lo producían terminaron criando malvas. Como muchas veces pasa en la vida el pasado vuelve y los síntomas que afectaban a mi panza reaparecieron de la noche a la mañana.

Sentí un mareo, una náusea, un no sé qué...

Al haber nacido bajo el influjo de Marte y Plutón, tan pronto coloco a alguien en un pedestal como lo derribo con la misma intensidad con que lo había alzado. A veces puedo parecer voluble como el agua, porque en muchas ocasiones lo reconstruyo, después de todo mi naturaleza escorpiana simboliza la destrucción y el renacimiento pero para el sujeto de mi ojeriza, no hay marcha atrás si verbalizo mis opiniones. ¡Esto es lo que ha sucedido con Torrebruna y Dinarama!

¡Lo que yo quisiera, es volverme invisible!

Tan descriptivo nombre artístico no procede de mi imaginación, sino de una crítica que leí en una revista musical de los años 80, cuyo nombre no recuerdo para mi desgracia. Nunca podré agradecer lo suficiente al autor del artículo el juego que este apelativo me proporciona. Aclaro que no conservé la reseña porque en aquella época era muy fan y me indigné (¡maldito pedestal!) y ahora me arrepiento. Como se supone que todo está en la red lo sigo buscando pero es como intentar encontrar una aguja en un pajar.

Mari Bárbola, la enana de Las Meninas. (Velázquez, 1656)
 
Pero no solo los mencionados me resultan estomagantes ¡qué va! Estos esperpentos, una suerte de bufones que ni el mismísimo Velázquez podría imaginar, son un grupito que se “creen” formar parte (a la española) de una Factory como la de Warhol, el cual en honor a la verdad, contra lo que se pueda leer en los medios, no les hizo ni puñetero caso cuando estuvo en Españistán. Al tipo solo le interesaba la guita que pudiera sacar y por lo que se supo se fue con las manos vacías. El único que si sacó algo fue Bosé que consiguió que el célebre “artista” del cual era admirador, le realizara la portada de su disco Made in Spain (1983). También un par de obras que le regaló por sendos cumpleaños y de las que se desprendió en subasta en 2015. ¡Y eso que eran “amigos”!

Lengua de fuego inmortal [...] (Fuego, 1983)
 
El caso es que ambas Factories tienen en común, por lo menos una y por añadidura su fundador, que están sobrevaloradas y que parecen recién salidas de la moralizante y satírica obra El Jardín de las Delicias del pintor neerlandés El Bosco. Aun así, la cuestión de lo que se crean ellos y su camarilla no es suya, el problema lo tienen sus fans que les siguen en las redes sociales. También es mío por no relativizar y evitar hacerme mala sangre, pero es inevitable no hacerlo cuando te bombardean por todas partes. ¡Abres una lata de espárragos y te salta uno a la cara!

¿Un electroduende? No, un personaje de El Bosco.

Me altera el hecho que demasiados simpatizantes no tengan la misma percepción de la realidad. La hipocresía vence a la honestidad con la intención más o menos velada de llamar la atención del objeto de su devoción y le conceda sus minutos de gloria. Algo similar a la expresión que se le atribuye al esperpéntico Warhol: “En el futuro, todos serán famosos mundialmente por 15 minutos.” De hecho es patético que muchos y muchas les supliquen que les sigan también en las redes y los muy ilusos piensen que cuando estos iconos del artificio lo hacen, presuman ante el resto del gallinero que los tienen como “amigos”.

¡Reivindiquemos el producto autóctono!
 
¡Guapa! ¡Brillante! ¡Eres un artista! ¡Me encantas como persona! ¡Eres como de mi familia! ¡Eres mi modelo a seguir!

¡Soy más guapa que una rana!

Como he dicho la hipocresía (y el peloteo) gana la batalla a la honestidad. Cuando moneo para echarme unas risas paso la tarde leyendo los comentarios que ponen en las publicaciones. Por poner un ejemplo: es como si yo le dijese a Diana, la Comandante suprema de los Visitantes, de la serie de los 80 V, que está bellísima en su versión lagarta. Lo primero que haría si eso me pasase es ir corriendo al oculista a graduarme de nuevo la vista. Eso es lo que parece que no hacen los que siguen a alguna “insigne” actriz. ¡Poca gente veo yo con gafas por la calle!

Los espejos no mienten: ¡tú lo que eres es un fantasmón!

Los medios están plagados de callos malayos y aberronchos que con semejante cúmulo de parabienes deben tener el ego y la autoestima muy altos. Les recomiendo que hagan un Acto de contrición y que acudan raudamente a comprase un espejo. Recomendación de la que hago participe a personas no famosas. Además hay que ser solidario con los fabricantes de espejos que han visto disminuidas las ventas. ¡Los vampiros no son los únicos que huyen de ellos!

¡MasterChef sí, pero muy de barrio!
 
No puedo con la vida cuando leo y veo que a una sapa que se dedica a la tele y a “freír papas” asistiendo a un evento se la describa como glamourosa, que un artista que expone sus pinturas, que parecen hechas por un niño de preescolar, sea alabado como si de obras maestras se tratasen, o cantantes que no cantan por no hablar de “actrices” que protagonizan obras de teatro, mientras las realmente buenas se las ven y desean para sacar proyectos adelante o libros publicados cuya autoría es más que cuestionable. Estoy pensado en reunir mi colección de postales en un libro y con suerte venderlo a precio de oro como hacen otros…

Pintar pintar pinta sin paraaar, mojar extender y vuelta a empezar...
 
Y sobre todo cuando un personaje irritante y tan pedante como Torrebruna o alguien similar menciona (algún amigo hará caja) con tanta aseveración: un libro, un disco, una película, una galería de arte, un bar de copas, a un DJ. o lo que se preste y la masa borreguil rauda y veloz lo fagocite haciéndolo suyo. Por fortuna siempre he tenido criterio y no me he dejado influenciar por las recomendaciones de famosillos.

Mamá, quiero ser artista, ¡Oh! mamá, ser protagonista...

Es inquietante que, para una persona aficionada como yo a los Museos de Cera, no comulgue con esta galería de grotescos individuos que más parecen ser personajes de ciencia ficción de la peor serie Z que seres reales. ¿O son productos de una IA de saldo?

Las figuras del Museo de Cera de Madrid deslumbrando desde 1972.
 
Como es de bien nacido ser agradecido, doy las gracias a: A.R., O.G., M.V., B.F., B.E., C.A. y muchos otros porque sin ellos esta entrada no hubiese sido posible.

¡Qué a gusto me he quedado!

 
¡Venenosos Salu2 desde Crystal Lake!
Todas las imágenes son de Google.
Nota: cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.