viernes, 14 de noviembre de 2014

DAVID JASON: EL ORIGEN

Un 9 de noviembre de 1914, nacía en Viena Hedy Lamarr. El mismo día en Madrid, 56 años después, lo hacía un servidor, aka David Jason. Madrid, un lugar interesante pero menos atractivo que Crystal Lake.

Welcome to Crystal Lake

Con pocos días de edad y a bordo de un seiscientos me trasladaron a Mérida, ciudad de la que nada recuerdo. De lo único que me acuerdo es de unas navidades en las que los Reyes Magos me trajeron un Geyperman barbudo con su helicóptero, al cual dando a un botoncito le hacías mover las hélices. De aquí  parten mis primeros fetiches: el Citroën 2cv, los pingüinos y Winnie the Pooh.

En un santiamén pasaba de los juegos bélicos a ser tan dulce como la miel...

Unos pocos años después, conservando un acento extremeño, nos fuimos a Cataluña. Me acuerdo del sitio en el que vivíamos, las Tres Carabelas, nosotros estábamos en la Santa María (las santas siempre me han acompañado), la bodega, las fiestas de San Juan y una tormenta de granizo que me dejó bastante parecido al Vengador Tóxico. Recuerdo también un poster de la película “Grease”, al que mi hermana con unos rotuladores, repasó los labios de Olivia Newton-John y los ojitos a John Travolta.

Una granizada me convirtió en un niño tóxico.

Básicamente la época de Esparraguera, que así se llama el lugar exacto donde vivíamos, sería la etapa del descubrimiento de la Ciencia Ficción con una de mis series favoritas de los 70´s: “Espacio 1999” o “Cosmos 1999” según el doblaje.

Primera toma de contacto con los monstruos espaciales y la Ciencia Ficción de cartón piedra.

Base lunar Alfa… Allí aparecían el comandante John Koenig, la doctora Helena Russell, la metamorfa Maya y multitud de monstruos de las más variopintas formas y colores. Koenig es el alter ego que utilizo en mi cuenta de Instagram por si no lo sabéis.
¡¡Que aventuras!! Gracias a que ahora tenemos el dvd puedo revivirlas cuando quiera.

Los cojines en la cara, algo recurrente en mi afición por el horror.

Descubriría también las películas de monstruos gigantescos (ahora conocidas como Monsters Movies), el terror de la Hammer y los cojines en la cara, a Paul Naschy y a las estrellas del cine de entonces como: Agata Lys o María Kosty entre otras muchas.

¡¡Que guapa mamá!! Frase estrella del pequeño Davidjason.
Solo me interesaba por exigencias del guión...

Mi afición por la naturaleza (como la de todo el mundo) comenzaría con los documentales de Félix Rodríguez de la Fuente. “El Hombre y la Tierra” y sus cuadernos de campo, marcan mi fijación por los animales con cuernos como: el Muflón y la Cabra Montesa.

Rodríguez de la Fuente y mi afición por los cuernos...

Haciendo mío el refrán: “Le gusta más que a un tonto un lápiz” me pasaba horas dibujando en álbumes de dibujo todo lo que había visto en los documentales.

Los mencionados cuadernos de campo, me los traía mi padre del kiosco junto con tebeos de Tarzán, Batman (que ahora valdrían un dineral) y unos tomitos del gato Pumby, que aún conservo.

El gato Pumby todo un "destroyer".
Ocultaba más de lo que se intuía a simple vista...

Antes de que apareciese Indiana Jones en la cultura popular, yo ya corría innumerables aventuras por mundos misteriosos, emulando lo que veía en la tv o en los tebeos de Pumby, soñando tanto despierto como dormido, acompañado de mi inseparable pingüino rojo, que me acompañó en la cama desde mis tiempos en Mérida, hasta la friolera edad de 12 años.

El Citroën 2 CV, el coche oficial de Crystal Lake!!

Cuando ya era una especie de marciano, además con acento catalán, porque lo de ser friki todavía no se estilaba, obsesionado con los muflones, la ciencia ficción, los 2cv, los monstruos y todo lo demás, aterrizamos en Madrid…

Una tarde de sábado no sería lo mismo sin Harryhausen.

Correremos un tupido velo sobre los últimos 70´s y primeros 80´s, ya que no hay nada memorable que contar si exceptuamos mi afición por los “Clicks de Famobil” (ahora conocidos como Playmobil a secas) y las Barbies de mi hermana pequeña, para quedarnos en la mitad de la década, cuando mis ojos de infante se toparon frente al televisor con Rita Hayworth.

De la noche a la mañana pasé de jugar con  Clicks  a coleccionar Barbies.

Ya he repetido en muchas ocasiones, que solo había dos canales de televisión, por lo que teníamos la suerte de ver cosas muchísimo más interesantes que ahora.
¡¡Como echo de menos el UHF!!

La Hayworth me introdujo en el mundo del cine clásico, pero fue Marlene Dietrich la que cimentó y culminó mi gran afición por él. ¡¡Casi 30 años coleccionándola dan prueba de ello!!

La aparición de Rita, marca el comienzo de mi adolescencia, mi ingreso en la Escuela de Artes Aplicadas, la aparición de Carmen Munster, mi gusto por The Cure, el descubrimiento de otros mundos (tanto artísticos como intelectuales), la ciudad de noche, la Bola de Cristal, etc… Años de enriquecimiento, cuando me relacionaba y compartía impresiones con gente que me sacaba como mínimo 10 años de edad.

Hayworth y Dietrich. El Glamour llegó a Crystal Lake!!

¿En qué otro lugar podías codearte con una señora mayor, una punki, gente de otros países, un marinero o una monja entre otras muchas peculiares personas? Aquella época la recuerdo como una especie de Fama (la serie de tv), pero sin música y sin baile.

Hace relativamente pocos años me volví a encontrar a un profesor de dibujo artístico de mis tiempos en la escuela y le comentó a María Escolopendra Venenossa: “era muy distante”.
¡¡El mejor cumplido que le podía hacer a mi ego!!

¡El tamaño no importa!

Con la Srta. Munster conocí a los fotógrafos Joel Peter Witkin y Robert Mapplethorpe y eso para un chico que hasta hacía bien poco se entretenía con recortables de su propia creación, inventando su propio periódico, comics o diseñando carteles de cine, es un paso de gigante...

A estas alturas si antes era un marciano, ahora era un extraterrestre cuando (en las pocas veces que lo hacía) me relacionaba con gente de mi edad.

Joel Peter Witkin y Mapplethorpe. El bizarrismo se apodera de mí.

Siguiendo el curso de la historia, me dio por el mundo de la Moda en los 90´s. Como la moda es efímera y banal mi “enamoramiento” fue breve. Tan breve que no le dedicaré más líneas.

La mitad de los 90´s, fueron el año de la Ilustración en muchos sentidos…

Es la época en la que hizo su primera aparición Escolopendra Venenossa. Me aficioné a los Pokemón y empecé a estudiar Ilustración en la Escuela de Arte. Seguidamente me dediqué a ello profesionalmente, para descubrir junto al artista con el que trabajaba, que la mejor enseñanza es tener un buen maestro.

Las puertas de Crystal Lake están abiertas para todos.

Como toda gran figura del cine clásico en un gran estudio, tuve mis años de esplendor y mis años de decadencia, trabajando en una empresa en la que me dedicaba al Diseño Gráfico y lo que más hacía era ver porno…

En esos años aprendí a no dejarme mangonear, aunque ya venía resabiado y me llevo buenos amigos, en especial a mí (nuestra) querida e idolatrada Bamba Negra.

O cómo compaginar a Winnie the Pooh con Jenna Jameson.

Una vez que me alejé del inframundo (como lo llamaban algunos) y de compartir mis días con gente que no merecía la pena, vi la luz dedicándome a lo que más me gustaba: los animales.

Comencé como Auxiliar Veterinario y terminé como Peluquero Canino. Aprendí mucho y añadí nuevos amigos.

Después pase por un pequeño bache del que salí principalmente gracias a mi perro Frankie y a la paciencia infinita de Escolopendra Venenossa, comprendiendo que lo mejor que podía hacer era, cual camaleón, adaptarme a mi nuevo horizonte profesional…

Tantas patas tiene Escolopendra, como mundos hay en Crystal Lake.

Como me apunta ella con su peculiar humor: “has pasado de la lujuria a la usura”.
¡¡Buen título para una biografía!!

Y aquí estoy, escribiendo estas líneas sabiendo que Escolopendra Venenossa, que no se ha separado de mi en estos últimos 20 años, estará protegiéndome con sus afiladas forcípulas venenosas.


Venenos salu2 desde Crystal Lake!!

sábado, 30 de agosto de 2014

DESNUDO POR EXIGENCIAS DEL GUIÓN

Obligado a permanecer en la penumbra debido al calor que me agobia, a punto estoy de desembarazarme de lo poco que llevo puesto, unos bóxer Calvin Klein del año la tana y caminar libre como Tarzán.

Johnny Weissmuller en 1932, en los tiempos en los que podía lucir carne.
Foto: Colección Davidjason

Nadie me lo impide, Escolopendra Venenossa desde su grieta, está harta de verme corretear de un sitio para otro ligero de ropa, cual starlette de serie B.
¡Siempre por exigencias del guión, como debe ser!

Cuento además con la ventaja de que aquí somos bastante rácanos en cuestión de espejos y como solo tenemos uno de cuerpo entero, con no acercarse donde está,  no hay problema.
-Espejito, espejito: ¿Quién es el tipo más mono de Crystal Lake?
-¡Desde luego que tú no!
Y se te acaban las ganas de pasearte delante del maldito espejo y hacer monerías (a las que soy muy aficionado) sin nada de ropa.

Marlene y su eterno amigo retratada por Don English en 1932.
Foto: Colección Davidjason

Una cosa es estar fresquito y otra muy distinta ser consciente, viendo tu reflejo, de que no eres un Adonis. Sobretodo nada más levantarte por las mañanas legañoso, despeinado y con rebabas...

¡Qué envidia que me dan los animales! En pelotas todo el día y siempre quedan bien en cualquier situación.

Frankie y sus cosas de perros...
Foto: Davidjason

La verdad que puestos a elegir, muchas personas están mejor al natural que vestidos. En la playa por ejemplo, muchos estarían mejor sin nada encima, que embutidos en bañadores que les dan formas imposibles. El cuerpo a su libre albedrío casi que me resulta más estético.

Como tengo amigos que me acusan de “gordofobia”, he de decir que no estoy faltando al respeto a nadie, estar en su punto no es cuestión de kilogramos. Para faltar (ignorar seria más apropiado) a alguien, no me guío por su físico. Fijándome en su actitud o cruzando un par de palabras ya me lo han dicho todo.

Davidjason saliendo del mar.
Foto: María Escolopendra Venenossa

Puestos a elegir prefiero una persona rellenita antes que a los excesivamente delgados, con sus cuerpos marcando músculos, tendones, costillas, caderas… Parecen estar más cerca de la mojama que de una persona normal. Si encima se tuestan al sol, no te quiero ni contar…

Como siempre le digo a mi amiga Bamba Negra: ¡¡Estar delgado no es sinónimo de tener buen tipo!!

Una clase de arte en el museo de Brooklyn en 1935.
Foto: Archives of American Art

En las clases de dibujo de mis años de estudiante en la Escuela de Arte, comprobé que era mucho más interesante tener delante a un modelo normalito que uno que presumía de “buen tipo”. Años después cuando pase a estudiar diseño de Moda, muchas modelos al desnudarse para las pruebas perdían todo su encanto...

Hedy Lamarr en Extasis (1933), película polémica en su día.
Foto: Google

Pues bien, aquí estoy dudando de sacar mis vergüenzas al aire este verano o mismamente en casa, cuando reflexiono (siempre desde la perspectiva del glamour), en momentos de desnudez impresos en mi memoria como el de Hedy Lamarr en “Extasis” (1933), los desnudos más o menos velados de las películas de Cecil B. DeMille y en mayor medida, los de Johnny Weissmuller y Maureen O'Sullivan en los Tarzanes de la Metro, antes de que la censura acabara con sus minúsculos taparrabos.


Venenosos salu2 desde Crystal Lake!!

martes, 29 de julio de 2014

LANA, LA ÚLTIMA DIOSA

Nunca he sentido una especial atracción hacia Lana Turner, hasta que hace poco leí la autobiografía de su hija Cheryl Crane, “Una Tragedia en Hollywood” (Ediciones B, 1989) y recupero (en parte) para mi mitomanía, a una estrella tanto dentro como fuera de la pantalla.

Lana en los comienzos de su carrera estelar.

Descubro que fue, pese a lo que muchos puedan pensar, una de las últimas grandes estrellas que nos dio la gran factoría de sueños que fue Hollywood. Matizo que descubrir, no descubro nunca nada. Prácticamente todas las actrices del Hollywood Clásico y en especial de la época del Star-Sytem, me son de sobra conocidas.

Mi primer recuerdo de La Turner, Lanita para sus amigos, es su aparición en ese clásico semejante a un gran musical que es “Los Tres Mosqueteros” (MGM, 1948). Las películas de capa y espada o musicales no son mi fuerte, y si contamos que aquí aparecía Gene Kelly acompañado de la simplona June Allyson no digo más…

Lana como Milady de Winter en "Los tres mosqueteros".

Pero gracias a que años atrás solo teníamos dos canales de tv y la gran afición de mis padres por el cine, allí estaba yo sentando delante de la tele, contemplando lo único que me hacía no perder detalle de las aventuras de D´Artagnan y sus amigos: Milady de Winter con los rasgos de Lana Turner. Para añadir más puntos a la película, aparecía Vincent Price como el Cardenal Richelieu.

Esa fue mi primera impresión de Lana. En maravilloso technicolor, con su famoso rubio champagne, haciendo de mala, como no podía ser de otra manera.
¡¡Las malas siempre me han atraído mucho más que las buenecitas!!

Luego no dejé escapar la ocasión de repetir la experiencia de volver a verla como Milady, en un papel que, como cuenta su hija, no le hizo mucha gracia. ¿Demasiada competencia estelar para Turner? ¿Un segundo puesto en los títulos de crédito?

Junto a Ingrid Bergman y Spencer Tracy en "El extraño caso del doctor Jeckyll".

Posteriormente la volví a ver en grandes películas, hoy clásicos del cine en blanco y negro. “El cartero siempre llama dos veces” (MGM, 1946) que la lanzó al estrellato o “Cautivos del mal” (MGM, 1953). También la tenía localizada en otras películas como: “El extraño caso del doctor Jeckyll” (MGM, 1941), pero aquí más por mi gusto hacia otra actriz, Ingrid Bergman.

Como cosa curiosa, me llamó la atención en “Las chicas de Ziegfeld” (MGM, 1941), a la mayor gloria de Judy Garland e inexplicablemente obvié a Hedy Lamarr. Todavía hoy no me explico cómo pudo pasar esto. A Hedy le faltaba todavía mucho para que me impactara con “Argel” (United Artists, 1938).

Con Hedy Lamarr en "Las chicas de Ziegfeld".

Como siempre y como he dicho muchas veces, la sombra de Dietrich era muy larga y monopolizaba por entero mi interés.

Ahora no sé si por la edad, que hace tiempo me hizo más flexible o por la nostalgia de un cine que nunca volverá a ser, las grandes estrellas recuperan una parcela que siempre tendrían que haber ocupado. En este punto llega Lana y llega para quedarse.

Lana junto a Clark Gable, otro dinosaurio de la Edad de Oro.

Lana Turner, al igual que Clark Gable, actor que tuvo su entrada en este blog por idénticos motivos, fue una estrella (de una estirpe de las que ya no quedan) que luchó con uñas y dientes para mantener su reinado en las postrimerías de un cine en extinción. Se asemejaba mucho al Rey. Su reinado bien entrado los años 40, tutelado por la todopoderosa Metro, terminó prácticamente con el final del Star-System a principios de los años 50.

Esto no quiere decir que desapareciera. Al igual que Joan Crawford, una diva anterior y muy distinta a la Srta. Turner, se reinventó y luchó contra el hándicap de la edad (que no sufrían los hombres) para mantenerse en el cine hasta finales de los 60, si bien sin el esplendor de antaño aunque con la misma actitud.


Cuenta la leyenda más o menos verídica, que fué descubierta por un cazatalentos cuando merendaba en una cafetería. De infancia difícil pero de auténtica superviviente, su ambición y atractivo le abrió las puertas de la MGM. Más carnal que las estrellas de la generación anterior, en principio, recibió el rechazo de la comunidad de Hollywood de los años 30.

Intervino en varias películas a finales de la década, pero la entrada de EEUU en la Segunda Guerra Mundial, que derivó en un cambio generacional y en los gustos del público, la aupó como una de las estrellas más populares de los años 40. Junto a Rita Hayworth y Betty Grable formo el trío favorito del ejército americano y se convirtió en un símbolo sexual de su época.


Más bella que actriz, es posible que no se preocuparan en sacar más partido de sus posibilidades, pues en las películas citadas demostró que no era tan mala actriz como se suponía e incluso mejor que muchas. Siempre se limitó a hacer lo que se le pedía. Disciplinada, podía volver de una fiesta a las 3 de la madrugada y levantarse a las 6 de la mañana.

Se paseó por los estudios de la MGM (y fuera de ellos) como una auténtica reina. Si bien es verdad que una reina generosa y amable en muchas ocasiones. Las penurias que pasó de niña la apremiaron a, como una Scarlett O´Hara, no pasar nunca más hambre y amasó fortuna que dilapidaba tan rápido como llegaba, en mansiones, fiestas y lujos varios.


Fortuna esta que repartía generosamente a partes iguales tanto a la familia como a amigos, maridos y amantes. Su hija cuenta que se jactaba de pagarse todo ella misma y no dejarse mantener por nadie. También nos hace saber, que esa generosidad, era más bien material porque en lo sentimental era más bien avara, o hablando con más exactitud, según estuviera de humor.

Como buena diva que se precie, su carácter era tan voluble como el viento. En algunos momentos su propia hija no sabía muy bien si estaba hablando con su madre o con la Lana Turner de sus películas. Tras su apariencia de glamour, Lana escondía una personalidad tremendamente insegura.

Aunque como he dicho era muy disciplinada, Lana era un espíritu libre. Su altanería e inconformismo, junto a sus excesos en público le causaron más de un disgusto con la MGM, que la suspendió de empleo y sueldo en más de una ocasión.


Como a Gable, su galán en varias ocasiones, el fin del sistema de estudios y el cambio de década, le reportó el despido inmediato. A partir de este momento tuvo que ganarse las habichuelas por su cuenta, sin el apoyo y los cuidados que había recibido desde hacía casi veinte años, a saber: sueldo semanal, películas para su lucimiento y departamentos como el de vestuario y el de publicidad a su entera disposición. Además tenía que competir con las nuevas figuras, que emergían rápidamente arrinconando a las "viejas" glorias, pero imitando su estilo.

El despegue definitivo de la tv y un público que buscaba nuevas sensaciones y más realismo, precipitó la caída de ingresos de las grandes compañías y el modo de hacer películas hasta entonces. La competencia era feroz, pero Lana encontró su nicho especializándose en melodramas a todo color como: “Imitación a la vida” (Universal, 1959), que muchas veces copiaban descaradamente acontecimientos de su vida privada y que eran muy del gusto de las “marujas” de la época.

Lana mostrando poderío en Technicolor.

Por su papel en “Vidas borrascosas” (20th Century Fox, 1957), consiguió su única nominación al Oscar, arrebatado por Joanne Woodward (la mujer de Paul Newman). Lana fué la única de las otras nominadas que apareció en la ceremonia, aunque ya concienciada de que no iba a ganarlo. En la fiesta posterior a la gala, recibió en su mesa el reconocimiento de lo más granado del Hollywood de ayer y del momento, como rindiendo homenaje a una época del cine ya desaparecida. Incluso la premiada se acercó a saludarla.

Para entonces Lana había dejado atrás a todas sus contemporáneas, incluso a su gran amiga Ava Gardner.

Junto a su amiga de juergas varias Ava Gardner.

Encasillada durante los años 60, la crítica infravaloró su talento al limitarse a interpretar melodramas prácticamente calcados unos de otros.

Paralelamente su vida privada fue tan conocida por su público como sus apariciones en el cine, gracias a sus escándalos, pregonados a los cuatro vientos por la prensa sensacionalista. Contaba con una vida sentimental realmente agitada. Ocho matrimonios, dos de los cuales celebró con Stephen Crane, el padre de su única hija y una larga lista de amantes entre los que se encontraban: Clark Gable, Frank Sinatra, Victor Mature, Tyrone Power, Howard Hughes, Fernando Lamas...


Nacida en Idaho en 1921 como Julia Jean Mildred Frances Turner, se retiró definitivamente en los años 80 y nos dejó como Lana Turner un 29 de junio de 1995, víctima de un cáncer a la edad de 74 años.

Venenosos salu2 desde Crystal Lake.
Todas las fotografías son de mi colección.

domingo, 20 de julio de 2014

EL PODER DE LA VIDA

Me gusta reflexionar sobre cada uno de los sucesos que me acompañan, sean estos transcendentales o directamente banales. Para mí todo lo que me rodea, me gusta o me disgusta forma un todo y es importante para mí. Sin esto no sería como soy.

La vida es un tren de largo recorrido con parada final e inevitable.
Puedes acompañarme o coger otra línea. Tu decisión me es indiferente, yo continúo en mi ruta, pero estaría bien que la hiciésemos juntos…
El tiempo pasa, la gente pasa…

Cada uno en este universo formamos parte de un todo, pero no debemos olvidar que somos únicos.
¿Por qué he llegado a tales pensamientos?

Pensareis que estoy loco... Ha sido por mí afición a las ratas.

Como muchos sabéis, comparto mi espacio con una Escolopendra, un perro (ay mi Frankie!!), una gata, un conejo y ahora con tres ratas. Hace poco nos dejó Frenchy. Para el que no lo sepa, una rata se puede dar por satisfecha con llegar a los 2 años y medio. Frenchy, había llegado a la nada desdeñable edad de 3 años y eso que tomé la decisión de eutanasiarla.

Pese a tener tres tumores, las patas traseras paralizadas y algunas cosas más que por respeto a ella no voy a mencionar, seguía luchando por seguir viva.

Cuando he estado a solas con ella, y sobre todo en sus últimos días, me he dado cuenta del poder de la vida. 
Estoy rodeado de personas y otros seres vivos, pero solo con las ratas y últimamente con Frenchy, he sido consciente de lo que realmente es la fuerza de la naturaleza. Pura fuerza vital. Primitiva y tan antigua como el comienzo de la vida en nuestro planeta.

¿Cómo es posible que un animalito tan pequeño y con una esperanza de vida tan corta tenga tanta energía? Me hipnotiza el poder que tienen las ratas.

Cuando las observo en la distancia o cuando las tengo cerca de mí, con sus pequeños cuerpos, tan inquisitivas, viviendo su vida día a día, comiendo, relacionándose entre ellas o conmigo, explorando su entorno, peleándose, confiadas en mis manos… Me maravillan y me hacen ver lo grande que es formar parte del universo.

Mientras escribo estas líneas se están peleando. Las oigo. ¿Qué se estarán diciendo? ¿Qué pensaran? No lo sé y nunca lo sabré. Qué lástima!! Seguro que  hablaran de cosas interesantes. ¿Estarán contentas conmigo?
Mi ego no puede evitarlo…

Ahora veo a una mosca posada en la pantalla de mi ordenador, está atusándose, con un golpe de la mano podría acabar con ella, pero: ¿quién soy yo para hacerlo? ¿Se lo merece? ¿Cómo será el mundo desde su perspectiva? ¿Por qué está aquí? ¿Por qué la tengo manía? Hay tantas cosas que me gustaría saber…

El ser humano es tan ignorante!! Nos preocupamos demasiado de nosotros mismos e ignoramos la vida de tantos seres que nos rodean… Nuestros hermanos menores, como me han apuntado hace poco.

Gracias Frenchy por enseñarme tanto!!

Venenosos Salu2 desde Crystal Lake!!

domingo, 22 de junio de 2014

DE REYES Y DINOSAURIOS

Si pudiese rodar un documental sobre Clark Gable, la mejor voz para narrarlo sería la de Félix Rodríguez de la Fuente y se escucharía algo así: “Vencido, el macho montés recuerda su vida en la Serranía de Gredos…”

"No soy un actor. Lo que la gente que va al cine quiere ver,  no es un actor. es a mí".

Evidentemente ni Gable era un macho montés ni pasó su vida en la mencionada Serranía. No pasaron por delante de sus ojos las imágenes de su madre empitonado al águila real cuando él era un chivo, ni vio como los lobos hacían correr a los “antiguos paladines”, los muflones, por el bosque.

Junto a Norma Shearer en "A Free Soul" (MGM, 1931).

Lo que posiblemente reflejarían sus ojos los últimos años de su vida sería: el esplendor pasado, del estudio que marcó su vida, la otrora poderosa MGM y las divas que le acompañaron a lo largo de las seis décadas que duró su carrera. Era el último de su estirpe, una especie en extinción.

Con Greta Garbo en "Susan Lenox, Her Fall and Rise"
y con Joan Crawford en "Possessed" (MGM, 1931).

De cómo un chico nacido en un pueblo del Medio Oeste se convirtió en un Rey, aunque fuese  de Hollywood, es una historia tan larga como el principio de los tiempos, difícil de condensar en unas pocas líneas.

A base de tesón, esfuerzo, disciplina, buenos contactos y matrimonios, el pueblerino, venciendo las reticencias iniciales que su aspecto físico causaba en los magnates del cine, conquistó primero a las mujeres, luego a la industria y finalmente a toda Norteamérica.

Con Marion Davis en "Polly of the Circus"
y con Jean Harlow en "Red Dust" (MGM, 1932).

Gustaba tanto a las damas como a los caballeros. Ellas querían caer rendidas en sus brazos y ellos se veían reflejados en un hombre no excesivamente apuesto, de carácter sencillo por no decir rudo y muy macho, más si cabe cuando estaba acompañado por hembras muy hembras, como por ejemplo,  Joan Crawford.

Antes de conquistar a todo el mundo y convertirse en el Rey, Gable tuvo una infancia difícil y diversas ocupaciones, hasta que surgió la ocasión de intervenir en pequeños papeles teatrales y cinematográficos. En este punto, conoció a la que sería su mánager y primera mujer, que impulsó su carrera.

En compañía de Carole Lombard en "No Man of Her Own" (Paramount, 1932).
La única película en la que trabajaron juntos.

Alejado de los cánones que imperaban entre sus contemporáneos como Gary Cooper o Robert Montgomery, más sofisticados; Leslie Howard, demasiado romántico; Tyrone Power, demasiado guapo; Clark Gable llegó y venció con sus cualidades genuinamente americanas.

No fue hasta la década de los años 30 cuando firmó un contrato con la MGM, estudio líder en el estrellato femenino. Si bien en el estudio del León no tenían puestas muchas esperanzas en las cualidades estelares de Gable. Además como he dicho, su aspecto físico dejaba mucho que desear: estrecho de pecho; grandes orejas; horrible dentadura. Algo que le preocupaba más a él que a la propia productora, especializada en crear mitos. La MGM, ya lo había conseguido con una regordeta sueca, conocida como La Divina.

Con Jean Harlow en "Hold Your Man"
y con Joan Crawford en "Dancing Lady" (MGM, 1933).

La creciente crisis financiera y sobre todo la caída de las grandes figuras del cine mudo, en especial de los actores, ayudaron a Gable. La Metro necesitaba urgentemente un galán que emparejar con las reinas del estudio, que fuera obediente y que no fuese exigente con el sueldo. Todo esto permitió que Gable permaneciera en el estudio hasta los años 50.

Después de diversos “experimentos” con las estrellas de la casa, una renuncia de la Garbo, le reúne con Jean Harlow en “Tierra de Pasión” (Red Dust, 1932). El éxito de la misma para su carrera fue colosal y le permitió unirse de nuevo con la Harlow en otras cuatro ocasiones.

Junto a Claudette Colbert en "It Happened One Night" (Columbia, 1934).

Jean Harlow junto con Carole Lombard, que sería su tercera esposa, son probablemente las mujeres más importantes de su vida.

Una vez consolidado el éxito,  subió escalones a pasos agigantados, además  de su autoestima y sus exigencias. Debido a un desacuerdo con Mayer, el gran jefe de la casa, como castigo, fue cedido a un estudio menor, la Columbia, donde interpretó junto a Claudette Colbert: “Sucedió una Noche” (Happened One Night, 1934) de Frank Capra, por la que consiguió el Oscar, el cual “restregó” ante las narices de un rabioso Mayer, ya que a este le salió mal la jugada de bajarle los humos.

Junto a Joan Crawford en "Chained" (MGM, 1934).

Su categoría ya era indiscutible y gracias a otro posterior préstamo a Selznick International Pictures, consiguió cotas inalcanzables coronándole de por vida como el Rey, título ya conseguido en 1938 gracias a la votación popular, reino compartido junto a Myrna Loy.

El préstamo al que me refiero era, como no: “Lo Que el Viento se Llevó” (Gone With the Wind, 1939).

Con Constance Bennett en "After Office Hours"
y con Jean Harlow en "China Seas" (MGM, 1935).

La mencionada película junto con la II Guerra Mundial, sellaron el fin de una era. Gable quería participar en el conflicto pero para el Gobierno de los EEUU era más importante su labor desde la pantalla.

La MGM, siguió favoreciendo su carrera, emparejándole con las nuevas reinas del estudio, más del gusto del público de la época, como Lana Turner. El fallecimiento de Jean Harlow en 1937 y posteriormente el de Carole Lombard en 1942 durante su gira vendiendo bonos de Guerra, marcaron el ánimo de Gable. Este último acontecimiento precipitó su ingreso en el conflicto y a su regreso, las cosas ya no eran las de antes.

Junto a Myrna Loy y Jean Harlow en "Wife vs Secretary" (MGM, 1936).

Su regreso le revistió con un aura de héroe nacional y le permitió mantener su estatus de Rey a perpetuidad, aunque se las tuvo que ver con actores que habían prosperado en estos tiempos difíciles y más actuales como Burt Lancaster, James Stewart, Henry Fonda, Robert Mitchum…

Su mirada evidenciaba el recuerdo de las grandes divas que le habían acompañado durante su carrera: Garbo, Shearer, Crawford, Loy, Harlow. El brillo de los estudios se había desvanecido dando paso a una nueva era en la que él no encontraba su lugar, cual diplodocus del final del Jurásico.

Con Jeanette MacDonald en "San Francisco" (MGM, 1936)
y con Jean Harlow en "Saratoga" (MGM, 1937), última película de la rubia platino.

Pese a no perderlo, recuperó prestigio en 1953 en una de sus últimas películas para la MGM, “Mogambo”. Pero quedó patente después de todo, que el estudio no tenía interés en renovarle el contrato debido a sus altos honorarios, e inició una carrera como actor independiente.

Por entonces no solo vivía del recuerdo si no que también muchos de sus contemporáneos habían desaparecido.

Junto a Myrna Loy en "Test Pilot" (MGM, 1938).

Había trabajado con los mejores directores de la edad dorada de Hollywood: Clarence Brown, Victor Fleming, Sam Wood, Fran Capra, W.S. Van Dyke, Tay Garnett, Frank Borzage, King Vidor, Mervin Leroy, Joh Ford, Raoul Walsh, entre otros, y compartió planos con estrellas de la talla de: Joan Crawford, Norma Shearer, Greta Garbo, Claudette Colbert, Hedy Lamarr, Constance Bennett, Jean Harlow, Rosalind Russell, Myrna Loy, Barbara Stanwyck, Lana Turner, Vivien Leigh, o Gene Tierney.

En compañía de Norma Shearer en "Idiot´s Delight" (MGM, 1939).

Después de cuatro matrimonios, diversas amantes y una vida regada con alcohol, que nunca alcanzó unos límites alarmantes como los de sus amigos Spencer Tracy o Erroll Flynn, llega una etapa de calma y estabilidad junto a su quinta esposa y un futuro hijo.

Creo que su experiencia personal, su dedicación al cine y la estabilidad emocional, le hizo tomarse las cosas con total despreocupación, recuperando el gusto que nunca había perdido por la vida al aire libre, la pesca y los amigos. Imagino que era consciente en las últimas etapas de este largo camino, que había hecho un buen trabajo.

Junto a Vivien Leigh en "Gone With the Wind" (Selznick Pictures, 1939).

Comenzados los años 60, donde no podemos encontrarnos historias exóticas como las que el interpretó, llega a sus manos un nuevo guión escrito pensando en él por Arthur Miller y que es rechazado en un primer momento.

“Vidas Rebeldes” (The Misfits, 1961) dirigida por John Huston en condiciones extremas, muy alejadas de lo acostumbrado por él, cuando los estudios cuidaban de sus estrellas y mitigaban las dificultades. Será la última película de Clark Gable y con ella demostrará a todo el mundo, de que están hechos los mitos.

Con Hedy Lamarr en "Boom Town" y "Comrade X" (MGM, 1940).

Co-protagonizada por dos estrellas muy alejadas de su registro y como él (por diferentes motivos) en el ocaso de sus carreras: Montgomery Clift y Marilyn Monroe. Para un Gable disciplinado y riguroso con las horas debió ser una tortura trabajar con ellos, debido a los disturbios y problemas de ambos que replanteaban el curso del rodaje.

Con Rosalind Russell en "They Met in Bombay"
y con Lana Turner en "Honky Tonk" (MGM, 1941).

Aunque se dice que Gable lo llevó todo con bastante calma, admiraba el trabajo de Clift y sentía aprecio por Monroe, escuchando las palabras de Billy Wilder sobre su compañera, nos da una idea de cómo tuvo que ser el rodaje: “la industria debería otorgarme una medalla después de haber trabajado dos veces con ella”.

Con Deborah Kerr en "The Hucksters" (MGM, 1947)
y con Mary Astor en "Any Number Can Play" (MGM, 1949).

A sus 59 años, su forma de interpretar chocó desde un principio con las formas de estos alumnos aventajados del “Actor´s Studio”. Consciente de que definitivamente todo “había terminado”, se esforzó en adecuarse a los nuevos tiempos algo que le traería graves consecuencias.

Cuenta Huston en sus memorias que intentó hacerle mejorar su interpretación, pero que finalmente le pedía que volviese a hacerlo a su manera. Pese a ser una gran película, el final de una gran carrera tendría que haber sido más placentero para una estrella de su magnitud.

Con Ava Gardner en "Mogambo" (MGM, 1953)
y con Jane Russell en "The Tall Men" (20th Century Fox, 1955).

“Creo que es lo mejor que he hecho nunca. Ahora sólo quiero ver nacer a mi hijo” le comentó a John Huston. Esto sucedía un 4 de noviembre de 1960 y tendría que haberse convertido en padre en febrero. Sufrió un ataque al corazón al día siguiente y murió dos semanas después. Al igual que Carole Lombard con su última película, no llegó a ver su estreno. Su viuda, Kay Williams, depositó su féretro junto a la tumba de ella.

Con Yvonne De Carlo en "Band of Angels" (Warner Bros., 1957)
y con Marilyn Monroe en "The Misfits" (United Artists, 1961).

La historia de Gable es la historia de Hollywood mismo. Desde donde se encuentre, seguramente con su inevitable sonrisa sardónica nos diría:
“Después de todo, mañana será otro día”.

Venenosos Salu2 desde Crystal Lake.

Las fotografías son todas de internet y retocadas por mí.