Nunca he sentido una especial
atracción hacia Lana Turner, hasta que hace poco leí la autobiografía de su
hija Cheryl Crane, “Una Tragedia en Hollywood” (Ediciones B, 1989) y recupero (en
parte) para mi mitomanía, a una estrella tanto dentro como fuera de la
pantalla.
Lana en los comienzos de su carrera estelar. |
Descubro que fue, pese a lo
que muchos puedan pensar, una de las últimas grandes estrellas que
nos dio la gran factoría de sueños que fue Hollywood. Matizo que descubrir, no
descubro nunca nada. Prácticamente todas las actrices del Hollywood Clásico y
en especial de la época del Star-Sytem, me son de sobra conocidas.
Mi primer recuerdo de La
Turner, Lanita para sus amigos, es su aparición en ese clásico semejante a un
gran musical que es “Los Tres Mosqueteros” (MGM, 1948). Las películas de capa y
espada o musicales no son mi fuerte, y si contamos que aquí aparecía Gene Kelly
acompañado de la simplona June Allyson no digo más…
Lana como Milady de Winter en "Los tres mosqueteros". |
Pero gracias a que años atrás
solo teníamos dos canales de tv y la gran afición de mis padres por el cine, allí
estaba yo sentando delante de la tele, contemplando lo único que me hacía no perder detalle de las aventuras
de D´Artagnan y sus amigos: Milady de Winter con los rasgos de Lana Turner.
Para añadir más puntos a la película, aparecía Vincent Price como el Cardenal
Richelieu.
Esa fue mi primera impresión
de Lana. En maravilloso technicolor, con su famoso rubio champagne, haciendo de
mala, como no podía ser de otra manera.
¡¡Las malas siempre me han atraído mucho
más que las buenecitas!!
Luego no dejé escapar la
ocasión de repetir la experiencia de volver a verla como Milady, en un papel
que, como cuenta su hija, no le hizo mucha gracia. ¿Demasiada competencia
estelar para Turner? ¿Un segundo puesto en los títulos de crédito?
Junto a Ingrid Bergman y Spencer Tracy en "El extraño caso del doctor Jeckyll". |
Posteriormente la volví a ver
en grandes películas, hoy clásicos del cine en blanco y negro. “El cartero
siempre llama dos veces” (MGM, 1946) que la lanzó al estrellato o “Cautivos del
mal” (MGM, 1953). También la tenía localizada en otras películas como: “El
extraño caso del doctor Jeckyll” (MGM, 1941), pero aquí más por mi gusto hacia
otra actriz, Ingrid Bergman.
Como cosa curiosa, me llamó la
atención en “Las chicas de Ziegfeld” (MGM, 1941), a la mayor gloria de Judy
Garland e inexplicablemente obvié a Hedy
Lamarr. Todavía hoy no me explico cómo pudo pasar esto. A Hedy le faltaba
todavía mucho para que me impactara con “Argel” (United Artists, 1938).
Con Hedy Lamarr en "Las chicas de Ziegfeld". |
Como siempre y como he dicho
muchas veces, la sombra de Dietrich era muy larga y monopolizaba por entero mi interés.
Ahora no sé si por la edad,
que hace tiempo me hizo más flexible o por la nostalgia de un cine que nunca
volverá a ser, las grandes estrellas recuperan una parcela que siempre tendrían
que haber ocupado. En este punto llega Lana y llega para quedarse.
Lana junto a Clark Gable, otro dinosaurio de la Edad de Oro. |
Lana Turner, al igual que
Clark Gable, actor que tuvo su entrada en este blog por idénticos motivos, fue
una estrella (de una estirpe de las que ya no quedan) que luchó con uñas y
dientes para mantener su reinado en las postrimerías de un cine en extinción.
Se asemejaba mucho al Rey. Su reinado bien entrado los años 40, tutelado por la
todopoderosa Metro, terminó prácticamente con el final del Star-System a principios
de los años 50.
Esto no quiere decir que
desapareciera. Al igual que Joan Crawford, una diva anterior y muy distinta a la Srta.
Turner, se reinventó y luchó contra el hándicap de la edad (que no sufrían los
hombres) para mantenerse en el cine hasta finales de los 60, si bien sin el
esplendor de antaño aunque con la misma actitud.
Cuenta la leyenda más o menos
verídica, que fué descubierta por un cazatalentos cuando merendaba en una
cafetería. De infancia difícil pero de auténtica superviviente, su ambición y atractivo
le abrió las puertas de la MGM. Más carnal que las estrellas de la generación
anterior, en principio, recibió el rechazo de la comunidad de Hollywood de los
años 30.
Intervino en varias películas
a finales de la década, pero la entrada de EEUU en la Segunda Guerra Mundial,
que derivó en un cambio generacional y en los gustos del público, la aupó como
una de las estrellas más populares de los años 40. Junto a Rita Hayworth y
Betty Grable formo el trío favorito del ejército americano y se convirtió en un
símbolo sexual de su época.
Más bella que actriz, es
posible que no se preocuparan en sacar más partido de sus posibilidades, pues
en las películas citadas demostró que no era tan mala actriz como se suponía e
incluso mejor que muchas. Siempre se limitó a hacer lo que se le pedía. Disciplinada,
podía volver de una fiesta a las 3 de la madrugada y levantarse a las 6 de la
mañana.
Se paseó por los estudios de
la MGM (y fuera de ellos) como una auténtica reina. Si bien es verdad que una reina
generosa y amable en muchas ocasiones. Las penurias que pasó de niña la
apremiaron a, como una Scarlett O´Hara, no pasar nunca más hambre y amasó
fortuna que dilapidaba tan rápido como llegaba, en mansiones, fiestas y lujos
varios.
Fortuna esta que repartía
generosamente a partes iguales tanto a la familia como a amigos, maridos y
amantes. Su hija cuenta que se jactaba de pagarse todo ella misma y no dejarse
mantener por nadie. También nos hace saber, que esa generosidad, era más bien
material porque en lo sentimental era más bien avara, o hablando con más
exactitud, según estuviera de humor.
Como buena diva que se precie,
su carácter era tan voluble como el viento. En algunos momentos su propia hija
no sabía muy bien si estaba hablando con su madre o con la Lana Turner de sus
películas. Tras su apariencia de glamour, Lana escondía una personalidad
tremendamente insegura.
Aunque como he dicho era muy
disciplinada, Lana era un espíritu libre. Su altanería e inconformismo, junto a
sus excesos en público le causaron más de un disgusto con la MGM, que la
suspendió de empleo y sueldo en más de una ocasión.
Como a Gable, su galán en
varias ocasiones, el fin del sistema de estudios y el cambio de década, le
reportó el despido inmediato. A partir de este momento tuvo que ganarse las
habichuelas por su cuenta, sin el apoyo y los cuidados que había recibido desde
hacía casi veinte años, a saber: sueldo semanal, películas para su lucimiento y
departamentos como el de vestuario y el de publicidad a su entera disposición.
Además tenía que competir con las nuevas figuras, que emergían rápidamente arrinconando a las "viejas" glorias, pero imitando su estilo.
El despegue definitivo de la
tv y un público que buscaba nuevas sensaciones y más realismo, precipitó la
caída de ingresos de las grandes compañías y el modo de hacer películas hasta entonces. La competencia era feroz, pero Lana
encontró su nicho especializándose en melodramas a todo color como: “Imitación
a la vida” (Universal, 1959), que muchas veces copiaban descaradamente
acontecimientos de su vida privada y que eran muy del gusto de las “marujas” de
la época.
Lana mostrando poderío en Technicolor. |
Por su papel en “Vidas
borrascosas” (20th Century Fox, 1957), consiguió su única nominación al Oscar,
arrebatado por Joanne Woodward (la mujer de Paul Newman). Lana fué la única de las otras nominadas que apareció en la
ceremonia, aunque ya concienciada de que no iba a ganarlo. En la fiesta posterior a la
gala, recibió en su mesa el reconocimiento de lo más granado del Hollywood de
ayer y del momento, como rindiendo homenaje a una época del cine ya
desaparecida. Incluso la premiada se acercó a saludarla.
Para entonces Lana había
dejado atrás a todas sus contemporáneas, incluso a su gran amiga Ava Gardner.
Junto a su amiga de juergas varias Ava Gardner. |
Encasillada durante los años
60, la crítica infravaloró su talento al limitarse a interpretar melodramas
prácticamente calcados unos de otros.
Paralelamente su vida privada fue tan conocida por su público como sus
apariciones en el cine, gracias a sus escándalos, pregonados a los cuatro
vientos por la prensa sensacionalista. Contaba con una vida sentimental
realmente agitada. Ocho matrimonios, dos de los cuales celebró con Stephen
Crane, el padre de su única hija y una larga lista de amantes entre los que se
encontraban: Clark Gable, Frank Sinatra, Victor Mature, Tyrone Power, Howard
Hughes, Fernando Lamas...
Nacida en Idaho en 1921 como
Julia Jean Mildred Frances Turner, se retiró definitivamente en los años 80 y
nos dejó como Lana Turner un 29 de junio de 1995, víctima de un cáncer a la
edad de 74 años.
Venenosos salu2 desde Crystal
Lake.
Todas las fotografías son de mi colección.
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