jueves, 21 de diciembre de 2023

NO, NO NACÍ CON UN MONÓCULO EN EL OJO

Hace apenas unos días, acudí a mi Proveedor de Mitos a por mi dosis mensual de estrellas, que me esperan atrapadas eternamente en fotografías formato postal, alojadas en pequeñas cajas de cartón desde donde me sonríen. Me engaño a mi mismo creyendo que las rescato del olvido... Qué iluso soy: las estrellas que habitaban el Hollywood clásico (conocido por ser una “fábrica” de sueños), han dejado de producir en las nuevas (y muchas otras) generaciones, esa atracción que sigue apoderándose de mí y que continúa transportándome a épocas pasadas que jamás volverán.

Compartiendo impresiones, me comenta mi Proveedor, que un conocido suyo fue a dar una charla sobre cine a alumnos de entre 15 y 16 años y se quedó asombrado de que nadie en el aula conociera o supiera quienes eran: Greta Garbo, Rita Hayworth, Humphrey Bogart y un largo etcétera. Entre todos los chavales (siempre encuentras uno más avispado) uno reconoció que a él si le sonaba alguno, en concreto Audrey Hepburn o Marilyn Monroe, porque había visto su imagen reproducida en una taza o vete tú a saber dónde. Ya ni siquiera por sus películas son recordadas…

Yo que sigo, aunque sea a un nivel insignificante, recordando y reivindicando a estrellas ahora olvidadas, continúo redescubriendo a astros de la pantalla como Conrad Veidt: “conocido” por sus interpretaciones de villano y/o nazi en grandes clásicos como por ejemplo Casablanca (1942).


“No importa qué papeles desempeñe, no puedo sacar a Caligari de mi cuerpo”.

Otro de sus films más conocidos fue El gabinete del Doctor Caligari (Das Cabinet des Dr. Caligari, 1920) y aunque a Veidt no le gustaba dar entrevistas, al respecto de la mencionada declaró: “Antes de esta película sólo me conocían en Alemania. ‘Caligari’ me presentó al público de todo el continente. Eso significó mucho para mí”. Este hito en su carrera, como el mismo decía, aunque le encasillara de por vida, le dio un lugar destacado en la historia del cine, que a día de hoy no le ha servido para ser “recordado como se merece”. Si como he dicho antes, las nuevas generaciones no saben quién es Garbo, mucho menos sabrán quien es Conrad Veidt.

No hace falta que me traslade al presente para descubrir que este desconocimiento o total falta de interés ya se veía venir desde lejos. Hace muchos años, mientras me encontraba leyendo las memorias de Errol Flynn, me preguntaron qué tipo de libros escribía este señor. Algo similar me pasó cuando tenía entre mis manos uno sobre Bogart y Bacall... ¡Desistí de culturizar a mí interlocutor!


"Un actor recuerda su primer elogio publicado. Está escrito en su corazón".

Conrad Veidt niño mostraba poco interés por los estudios y desanimado por la cantidad de materias necesarias para acceder a la carrera de medicina (se graduó sin diploma en 1912), enfocó su energía en el campo de la interpretación después de que una navidad de 1911, tras aparecer en una obra de teatro escolar, fuese el único que cosechó los elogios del público. A pesar del disgusto de su familia, se matriculó en la escuela de teatro de Max Reinhardt e hizo su debut teatral en el Max's Deutsches Theatre en 1913, siendo sus primeras apariciones en el cine alemán en 1916. Su padre no vio con buenos ojos el camino que había decidido recorrer y como el propio Veidt comentó alguna vez: “[…] lamento profundamente que al elegir la actuación como mi carrera me vi obligado a lastimarlo. Murió demasiado pronto para ver que yo había hecho lo correcto, lo único”.


"Después de la muerte de mi madre, encontré un librito suyo que registraba todo lo que yo había hecho, cómo lo había hecho y lo orgullosa que estaba de su hijo Conrad".

En 1918 conoció al director Richard Oswald y de esta relación surgieron más de 20 películas entre las que se encontraban las atrevidas Diferente a los demás (Anders als die Anderen, 1919) sobre la homosexualidad y ¿Podemos callar? (Dürfen wir schweigen?, 1926) sobre la sífilis. En este período ya había interpretado a Cesare, su personaje más famoso, en El gabinete del Doctor Caligari (1920). Otro film destacado de esta época fue Las manos de Orlac (Orlacs Hände, 1924).

Reconocido en toda Europa, se trasladó a Hollywood a finales de los años 20, donde vivió con su segunda esposa e hija. Hizo algunas películas como El hombre que ríe (The Man Who Laughs, 1928) y frecuentó la compañía de la comunidad de inmigrantes allí establecida, entre los que se encontraban: F. W. Murnau, Carl Laemmle y Greta Garbo. También entabló amistad con Gary Cooper. La llegada del cine sonoro y su dificultad con el idioma le “obligó” a regresar a Alemania junto con su familia.


"En medio de mi tercera película de Hollywood, el terremoto azotó Hollywood. No el verdadero terremoto. Sólo el cine sonoro".

Poco después de que el Partido Nazi tomara el poder en Alemania, Joseph Goebbels empezó a eliminar de la industria cinematográfica a judíos y simpatizantes antinazis, por lo que en 1933, una semana después del tercer matrimonio de Veidt con Ilona Prager, una mujer judía, la pareja emigró a Gran Bretaña antes de que se pudiera tomar cualquier medida contra ellos, ya que en los círculos teatrales era sabido desde hacía mucho tiempo que era un acérrimo antinazi. La Gestapo le tenía vigilado constantemente y se tomó la decisión de eliminarlo. Veidt, enterado de esto, logró escapar antes de que el escuadrón de la muerte nazi lo encontrara.

Conrad estuvo activo en su país de acogida durante cinco años, durante los cuales obtuvo la ciudadanía inglesa y protagonizó el thriller Rome Express (1932). Cuando Gran Bretaña entró en la II Guerra Mundial, siendo un firme oponente del Tercer Reich, del cual hablaba en contra abiertamente, donó la mayor parte de su patrimonio y también gran parte del salario de cada una de sus películas al esfuerzo bélico. Su último film allí fue El ladrón de Bagdad (The Thief of Bagdad, 1940) junto a Sabu que cosechó otro éxito mundial.


"Nada parece estar a la altura de tus expectativas. Pero nada de lo que había oído sobre Hollywood era suficiente".

En 1940, de nuevo se trasladó a Hollywood, donde esperaba encontrar mejores ofertas como actor. Actuó junto a Joan Crawford en Un rostro de mujer (A Woman's Face, 1941), con Humphrey Bogart en A través de la noche (All Through the Night, 1942) y participó en la extraordinaria Casablanca (1942). Veidt no tuvo la suerte de presenciar el gran éxito de la película, ya que murió de un infarto mientras jugaba al golf el 3 de abril de 1943, declarándosele muerto en el propio campo.

Además de su trabajo como actor en su filmografía se cuentan dos títulos como director: Die Nacht auf Goldenhall (1919) y Locura (Wahnsinn, 1919), en las que también apareció. En cuanto a su vida fuera de los focos, Veidt disfrutaba con los deportes, la jardinería, la música clásica y la literatura de ficción y no ficción, incluso de ocultismo, ya que tenía interés por lo sobrenatural.


"¿De qué me sirve una biografía mía? Sólo soy un actor de cine".

El villano por excelencia, incluido en la lista negra de Hitler, aceptaba con gusto personajes nazis porque creía que era la mejor manera de mostrar al resto del mundo su naturaleza malvada y se negó a interpretar cualquier papel nazi que se presentara como indulgente.

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martes, 26 de septiembre de 2023

LOS OLVIDADOS

Recordar
Del lat. recordāri.
1. tr. Pasar a tener en la mente algo del pasado.
2. tr. Tener algo o a alguien en la mente o en consideración.

 
Si nos olvidamos de los personalidades incluidas en las listas de los mejores actores del cine clásico estadounidense que pululan por la web y que han marcado a multitud de generaciones de cinéfilos, podemos encontrarnos con intérpretes mucho más prolíficos y en ocasiones, mejores que los que han llegado a atraer la atención de la inmensa mayoría. Por un momento olvidémonos de: Humphrey Bogart, Cary Grant, James Stewart, Henry Fonda, Clark Gable, Spencer Tracy o Gary Cooper, por poner varios ejemplos, y centremos nuestra atención en esos actores que no son recordados tanto como se merecían.
 
Sorprende, al margen de los mencionados, encontrar tantos rostros familiares que aparecen una y otra vez a lo largo de innumerables películas clásicas, ya sea como primeras figuras o acompañando en roles secundarios a los protagonistas. Doy fe que, en muchas ocasiones, hasta robando escenas. He llegado a tal extremo reivindicativo, que la mayoría de la veces veo una película solo por el hecho de encontrármelos de nuevo, obviando a la estrella de turno.
 
Nombrarlos a todos es una tarea titánica, que bien podría incluirse como uno más de los doce trabajos de Heracles y yo no tengo alma de héroe para tamaña hazaña. Me limitaré a mencionar a una ínfima parte: “No son todos los que están, ni están todos los que son”. ¡Qué me disculpe el resto!
 
Para no herir el ego de ninguno, los iré recordando por riguroso orden alfabético:
 
Robert Armstrong
Armstrong es reconocido principalmente por su papel como Carl Denham en la famosísima King Kong (1933). Dejando a un lado su intervención en el mencionado film, este actor fue una presencia constante en las pantallas de cine desde finales de los años 20 y durante los 30. Se le puede ver, por ejemplo, como protagonista en Paid (Pagada, 1930) junto a Joan Crawford, éxito personal de la Diva. Aunque su estrella fuese desvaneciéndose poco a poco, no paró de trabajar en toda la década de los años 40.

Robert Armstrong con Helen Mack y Edward Arnold
 
Edward Arnold
Actor con una larga trayectoria de unas 150 películas, estaba tan solicitado que en alguna ocasión trabajó en dos producciones a la vez. Arnold fue uno de los actores preferidos de Frank Capra, apareciendo en tres de sus filmes: You Can't Take It With You (Vive como quieras, 1938), Mr. Smith Goes to Washington (Caballero sin espada, 1939) y Meet John Doe (Juan Nadie, 1941).
 
“Oh no, no fueron los aviones. Fue la bella la que mató a la bestia”.
Robert Armstrong como Carl Denham en King Kong (1933)
 
Joseph Calleia
Quien no reconozca a este actor no es muy aficionado al cine que digamos: baste mencionar Gilda (1946) para ponerle cara. En la película era el Detective Maurice Obregon. Antes de acompañar a Rita Hayworth y Glenn Ford, compartió planos con Hedy Lamarr y Charles Boyer en la mítica Algiers (Argel, 1938) y nuevamente con Lamarr y Paul Henreid en The Conspirators (Los conspiradores, 1944), un cine negro ambientado en la II Guerra Mundial, un tanto subestimado. En su filmografía se encuentran títulos como: The Glass Key (La llave de cristal, 1942) protagonizada por Veronica Lake y For Whom the Bell Tolls (Por quién doblan las campanas, 1943). También tiene el honor de aparecer, con un papel destacado, en una de las primeras películas de catástrofe aérea: Five Came Back (Volvieron cinco, 1939). El biógrafo de Orson Welles, Simon Callow, con respecto a su interpretación en Touch of Evil (Sed de mal, 1958) comentó: "No es raro en los films de Welles que un actor se aleje del tono general de la película para dotar a su personaje con profundidad humana. En Sed de mal hay dos actores que hacen esto: Dietrich y Joseph Calleia”.

Joseph Calleia y Jack Carson

Jack Carson
Actor de carácter muy activo durante tres décadas: 30, 40 y 50. Ligado con la productora Warner Bros., le podemos ver en: Arsenic and Old Lace (Arsénico por compasión, 1944), como protagonista junto a Joan Crawford en Mildred Pierce (Alma en suplicio, 1945) y acompañando a Judy Garland y James Mason en A Star is Born (Ha nacido una estrella, 1954).
 
“Los fans son personas que le hacen saber a un actor que no está solo en lo que siente acerca de sí mismo”.
Jack Carson
 
Steve Cochran
Principalmente actor de reparto en films de gangsters, es otra cara reconocible en las películas de Warner. Destaca en clásicos del cine negro como: White Heat (Al rojo vivo, 1949) con James Cagney y The Damned Don't Cry (Los condenados no lloran, 1950), junto a Crawford. Podríamos decir de él que fue uno de los primeros chicos malos de Hollywood, debido a sus excesos en su vida personal, que hizo correr ríos de tinta en la prensa por lo agitada que era. Mujeriego incorregible por “sus brazos” pasaron entre otras: Mae West, Jayne Mansfield, Joan Crawford, Merle Oberon, Mamie Van Doren e Ida Lupino.
 
Murió en pleno Océano Pacífico a los 48 años de edad. Su cuerpo permaneció a bordo de un yate a la deriva durante once días hasta que encalló junto a la costa de Guatemala. A bordo de la embarcación se encontraban tres mujeres (una de ellas menor de edad), con las que había formado la tripulación para acompañarle en su viaje.

Steve Cochran y Walter Connolly

Walter Connolly
Sus papeles habituales eran irritados hombres de negocios, periodistas y en muchas ocasiones padre de familias un tanto alocadas. Son prueba de ello películas como: No More Orchids (1932) con Carole Lombard, It Happened One Night (Sucedió una noche, 1934) con Clark Gable y Claudette Colbert, Broadway Bill (Estrictamente confidencial, 1934) con Warner Baxter y Myrna Loy y Fifth Avenue Girl (La muchacha de la 5ª Avenida, 1939) junto a Ginger Rogers. ¡Nunca pasa desapercibido!

"El gran secreto a la hora de interpretar a un gangster es creer realmente que el personaje que estás interpretando no está haciendo nada malo".
Steve Cochran
 
Wendell Corey
Ligado al teatro, su inicio en el cine fue en Desert Fury (1947), interpretando a un gangster. Destaca en su filmografía el marido ninguneado de Joan Crawford en Harriet Graig (La envidiosa, 1950) y Rear Window (La ventana indiscreta, 1954), donde era el amigo detective de James Stewart. Un clásico de Hitchcock que todos, habremos visto por lo menos una vez en la vida.

Wendell Corey y John Hodiak

John Hodiak
1942 marca su inicio en el cine contratado por MGM, donde se resigna a verse relegado a pequeños papeles. Dos años más tarde, descubierto por Alfred Hitchcock, es cedido a 20th Century Fox para interpretar a uno de los supervivientes del barco torpedeado por un submarino en la criticada en su momento Lifeboat (Náufragos, 1944) junto a Tallulah Bankhead. Muy activo durante los años 40, murió en 1955 a los 41 años, nos dejó buenas interpretaciones en películas como: Sunday Dinner for a Soldier (Sucedió un domingo, 1944) junto a su entonces esposa Anne Baxter, en la que interpreta a un soldado invitado a cenar por una familia sin recursos. Nuevamente es un soldado en Somewhere in the Night (Solo en la noche, 1946), donde sufre de amnesia e intenta descubrir su identidad y protagoniza Desert Fury (1947) junto a Lizabeth Scott y Mary Astor, interpretando a un gangster sospechoso de asesinar a su esposa, que se involucra sentimentalmente con la hija malcriada de su antigua amante, la poderosa propietaria de un casino. ¡Todas muy recomendables!

"Ningún papel me ha resultado fácil. Cada uno ha sido un desafío. He trabajado tan duro como pude en todos ellos".
John Hodiak
 
Edward Everett Horton
Actor secundario con una larga carrera ligada a la comedia, recordado por sus papeles en los musicales de la pareja formada por Fred Astaire y Ginger Rogers. Al margen de estas películas, cultivó un tipo de personaje desdichado, miedoso, carente de ánimo y valor en otras comedias memorables. Actor fetiche, por lo que se ve, de Ernst Lubitsch, trabajó con él en: Trouble in Paradise (Un ladrón en la alcoba, 1932) con Miriam Hopkins, Kay Francis y Herbert Marshall, Design for Living (Una mujer para dos, 1933) de nuevo con Hopkins junto a Fredric March y Gary Cooper, The Merry Widow (La viuda alegre, 1934) junto a Maurice Chevalier y Jeanette McDonald, Angel (Ángel, 1937) protagonizada por Marlene Dietrich, Herbert Marshall y Melvyn Douglas y Bluebeard's Eighth Wife (La octava mujer de Barba Azul, 1938) compartiendo tomas con Claudette Colbert y Gary Cooper.
 
Ya sea como amigo del protagonista, mayordomo o gobernador español, mantuvo el mismo perfil en todas sus interpretaciones. Muestra de ello son: Ladies Should Listen (Atención señoras, 1934) acompañando a Cary Grant, The Devil Is a Woman (El Diablo es una mujer, 1935) como Don Paquito, menospreciado por Concha Pérez interpretada por Marlene Dietrich e In Caliente (Por unos ojos negros, 1935), con Dolores del Rio y Pat O’Brien. ¡Resumir en unas pocas líneas su trayectoria son palabras mayores!

Edward Everett Horton y Thomas Mitchell

Thomas Mitchell
Ganador del Oscar al mejor actor secundario por Stagecoach (La diligencia, 1939) y nominado en la misma categoría por The Hurricane (Huracán sobre la isla, 1937) ambas dirigidas por John Ford, a Mitchell se le recuerda sobre todo por Gerald O’Hara el padre de Scarlett en el drama histórico Gone with the Wind (Lo que el viento se llevó, 1939), pero también frecuentó la screwball comedy como Theodora Goes Wild (Los pecados de Teodora, 1936) junto a Irene Dune y Melvyn Douglas o el cine negro, interpretando al director de un periódico en While the City Sleeps (Mientras Nueva York duerme, 1956) al lado de Dana Andrews y Rhonda Fleming.

"Tengo mi propio reino. Hago los papeles que nadie más quiere y me pagan bien por ello".
Edward Everett Horton

Frank Morgan
Al igual que Thomas Mitchell, a Morgan se le recuerda principalmente por un solo papel: el del mago que da nombre al título de la conocidísima película The Wizard of Oz (El mago de Oz, 1939) protagonizada por Judy Garland. Independientemente del mencionado personaje, Morgan, como la mayoría de los actores secundarios, frecuentó todo tipo de géneros. Fue candidato al Oscar al mejor actor en 1934 por The Affairs of Cellini (El burlador de Florencia) y también en la categoría de actor de reparto en 1942 por Tortilla Flat (La vida es así) dirigida por Victor Fleming con Spencer Tracy, Hedy Lamarr y John Garfield en los papeles principales. Más que correcto en todas sus interpretaciones, tanto haciendo de padre de Joan Crawford en I Live My Life (Yo vivo mi vida, 1935) como “pretendiente” con las manos muy sueltas en The Good Fairy (Un chica angelical, 1935) con Margaret Sullavan. Actor con una larga trayectoria que comenzó en el cine mudo y terminó a finales de los años 40 tras sufrir un infarto y fallecer a los 59 años.

Frank Morgan y Lloyd Nolan
 
Lloyd Nolan
Nolan fue un premiado actor de teatro, cine y televisión. Atraído por Hollywood, interpretó principalmente a médicos, detectives y oficiales de policía en numerosas películas de serie B, aunque muchos críticos elogiaron sus cualidades interpretativas. Destacó, por ejemplo, en: G-Men (Contra el imperio del crimen, 1935) protagonizada por James Cagney y Ann Dvorak así como en The House Across the Bay (El gangster y la bailarina, 1940) con George Raft y Joan Bennett, entre otras muchas. Hacia el final de su carrera, regresó al teatro y actuó en televisión, dándole tiempo aun, antes de su fallecimiento, en intervenir en Hannah and Her Sisters (Hannah y sus hermanas, 1986) de Woody Allen.

"Un corazón no se juzga por cuánto amas; sino por cuánto eres amado por los demás".
Frank Morgan como el Profesor Maravilla en El mago de Oz (1939)

Zachary Scott
Encasillado en roles de canallas y tipos enigmáticos, papeles que disfrutaba haciendo, Scott fue descubierto por Jack Warner mientras actuaba en Broadway. Debutó en Hollywood en 1944 y ya, al año siguiente, disfrutó de gran éxito al interpretar a Monte Beragon en Mildred Pierce (Alma en suplicio, 1945) película por la cual Joan Crawford consiguió el único Oscar de su carrera. The Unfaithful (La infiel, 1947) protagonizada por Ann Sheridan, Flamingo Road (1949) de nuevo con Crawford o Born to Be Bad (1950) junto a Joan Fontaine constituyeron otros triunfos de su corta filmografía. Scott murió en 1965 de un tumor cerebral en casa de su madre a los 51 años.

Zachary Scott y Lewis Stone
 
Lewis Stone
Rostro habitual en las películas de MGM, su carrera que duró 29 años, la pasó contratado por dicho estudio interpretando generalmente hombres maduros en todas sus variantes, siempre con un inconfundible estilo, marcado por la elegancia. A destacar que Stone fue nominado al Oscar al mejor actor en 1929 por The Patriot (El patriota, 1928) e intervino en siete películas de Garbo, por lo que es fácil ubicarle. A mediados de la década de los 30 interpretó el papel por el cual se haría famoso: el del juez Hardy en quince films. Durante su trayectoria, que empezó en 1914 en el cine mudo y terminó a principios de los años 50, trabajó con todas las grandes estrellas de la casa como: Wallace Beery, Joan Crawford, Clark Gable, Greta Garbo, John Gilbert, Jean Harlow, Ramón Novarro y Norma Shearer.
¡Difícil resumir tan larga carrera!
 
Stone murió a los 73 años en 1953, tras sufrir un ataque cardiaco, mientras perseguía a unos chavales del vecindario que arrojaron piedras a su garaje. Según otras fuentes, los gamberros, pisotearon su preciado jardín meticulosamente cuidado.

"A medida que crezcas, descubrirás que las únicas cosas de las que te arrepientes son las que no hiciste".
Zachary Scott

Warren William
Enormemente popular en la primera mitad de los años 30, años más tarde fue apodado el “Rey del Pre-Code”. Actor de teatro, debutó en Broadway en 1920, desde ese año hasta principios de la siguiente década apareció en más de 20 obras. Llegó a Hollywood en 1931 y rápidamente se convirtió en estrella. Se caracterizó por personajes controvertidos: empresarios despiadados, hombres inmorales, astutos abogados, embaucadores. Pero Warren también interpretó papeles amables como el padre amoroso al que le es infiel Ann Dvorak en Three on a Match (Tres vidas de mujer, 1932) o el mafioso Dave the Dude en Lady for a Day (Dama por un día, 1933) de Frank Capra. También fue Julio Cesar en la producción de Cecil B. DeMille Cleopatra (1934) protagonizada por Claudette Colbert.
 
Hollywood rentabilizó su popularidad destinándolo en diversos films de “series”, principalmente como detective. De hecho, William fue el primero en interpretar en el cine a Perry Mason. Aunque en la pantalla era un actor que al público le gustaba odiar, fuera de la misma era un hombre reservado y junto con su esposa vivían alejados de la vida social. La actriz Joan Blondell dijo de él: "Era un hombre anciano, incluso cuando era joven". Warren William murió en 1948 a causa de mieloma múltiple, a los 53 años. Su mujer murió unos meses después.

Warren William y Roland Young

Roland Young
Actor teatral y cinematográfico británico, debutó en el circuito de Teatros del West End de Londres en 1908 y más tarde en 1912 en Broadway. Se estrenó en el cine silente con el personaje de Watson en Sherlock Holmes (1922) junto a John Barrymore, como el popular detective. Firmó un contrato con MGM e hizo su debut en el cine sonoro en 1929, tras ser cedido en numerosas ocasiones a otros estudios, finalizó su relación con Metro en 1932 y pasó a ser un actor independiente al que nunca le faltó trabajo.
 
Al igual que Edward Everett Horton, se especializó en personajes un tanto temerosos. Películas de este período son: This Is the Night (Esta es la noche, 1932) junto a Cary Grant, Charles Ruggles y Lili Damita, Ruggles of Red Gap (Nobleza obliga, 1935) con Charles Laughton y de nuevo Charles Ruggles. Regresaría a Inglaterra para protagonizar The Man Who Could Work Miracles (El hombre que podía hacer milagros, 1937).
 
En 1937 consiguió uno de sus mayores éxitos al interpretar al empresario Cosmo Topper en la película Topper (Una pareja invisible), junto a Cary Grant y Constance Bennett. El film fue el más taquillero del año siendo nominado al Oscar al mejor actor de reparto. Su esposa en la pantalla era Billie Burke, con la que apareció en las dos secuelas. Continuó su carrera interpretando roles secundarios en comedias, pero en los años siguientes la importancia de sus papeles decreció. Logró otro éxito como el tío Willie en The Philadelphia Story (Historias de Filadelfia, 1940) con Katharine Hepburn y Cary Grant.
 
Roland Young siguió trabajando de manera constante durante la década de 1940, interpretando pequeños papeles junto a algunas de las principales actrices de Hollywood, como Joan Crawford, Marlene Dietrich, Paulette Goddard y tuvo el dudoso honor de trabajar en la última película de Greta Garbo: Two-Faced Woman (La mujer de las dos caras, 1941), vapuleada por la crítica. ¡Young siempre está bien haga el papel que haga!
 
Como dije al principio mencionar a todos es imposible y mientras escribo estas líneas muchos otros me vienen a la mente, por lo que no puedo terminar esta entrada sin por lo menos (quedándome corto) nombrar a algunos: Mischa Auer, Alan Curtis, Charles Farrell, Billy Gilbert, Jack Holt, Cecil Kellaway, Guy Kibbie, Reginald Owen, Nat Pendleton, Michael Rennie, Charles Ruggles y Lyle Talbot.

"Si tan solo aquellos que sueñan con Hollywood supieran lo difícil que es todo".
Greta Garbo
 
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sábado, 16 de septiembre de 2023

ANN SHERIDAN, “THE OOMPH GIRL”

 “Nunca presté mucha atención al glamour. ¡Dietrich es glamour! La reina. Como Crawford. Como Garbo […]. Hay misterio en ellas, pero yo nunca tuve eso querido”.


Querida Ann: posiblemente tenías razón en parte, pero si hoy pudieras ver lo que se considera glamour cambiarias de parecer. Si bien no eras misteriosa como Dietrich o Garbo, por no decir artificiosa, las ganabas en naturalidad. Uno podía fantasear con ellas pero era más factible acercarse a ti. De hecho, no es de extrañar, que fueses una de las más populares pin up de los años 40. Por algo sería!
 
Tirando de memoria, aunque la mía se reinvente con el paso de los años, recuerdo haberte visto mucho antes de que el “glamour se instalase en mi universo y el impacto que me produjiste. Mucho, mucho antes, de que mi pasión por el cine germinase. Durante un tiempo guardé una foto tuya recortada de una revista, al igual que hice con Bergman y que todavía conservo. La tuya por desgracia desapareció con el transcurso de los años.
 
“Solía ir al Grauman’s Chinese o al Pantages y sentarme allí esperando ver mi cuerpo sin rostro en la pantalla”.


Como he dicho en muchas ocasiones, la primera de todas en ocupar un lugar privilegiado en mi panteón de mitos fue Rita Hayworth. Rita que te eclipsó para la historia tanto por Gilda (1946) como por su melena pelirroja. Una cabellera, que por cierto, compartíais.
 
Es verdad que luego apareció Dietrich y arrolló (por poderosas razones bien conocidas por los que me leen) a todas y centré mí entusiasmo por el coleccionismo y mis recursos en ella, pero con el paso de los años he ido subsanando el error. Igual que contigo me pasó con muchas otras estrellas. No voy a mentir y reconozco que el coleccionismo es una afición especialmente costosa, si bien hay que saber mantener los pies en la tierra para no derrochar. Para mí es una actividad placentera de la que soy adicto. De hecho me “automedico” cada cierto tiempo.
 
“Puedo silbar con los dedos, acosar a un novillo, encender un fuego con dos palos, disparar una pistola con bastante precisión, escribir tipografía y dar clases en una escuela”.


Cuando ya florecía mí gusto por el cine clásico te perdí la pista. Todas las madrugadas (quizás una de las razones por las que tengo dificultad para dormir), esperaba sentado delante del televisor a que emitiesen en La2 el programa Cine Club, donde programaban ciclos de cine clásico (en versión original) dedicados a alguna estrella y/o género, pero como he dicho, la historia es injusta y se olvidaron de ti al igual que me ocurrió a mí.
 
Todo es enmendable y yo que en parte, voy contracorriente, te recupero y te posiciono en un lugar prominente en mi “cultura” cinematográfica, desdeñando a otras estrellas enquistadas en la memoria colectiva. No doy nombres pero muchos y muchas sabréis quienes son...
 
“A algunas personas les suceden cosas muy interesantes durante el intento demoledor y prolongado de una carrera.
Otros solo parecen arrastrarse y el mío suena tan aburrido. Si hubiera sucedido algo emocionante lo entendería, pero fue sólo un trabajo duro, eso es todo”.


En el momento que nos ocupa y dada mi persistencia, casi enfermiza, de alejarme lo más posible de las tendencias actuales, sigo revisitando clásicos de las décadas de los 30 y 40, y aquí te descubro de nuevo en grandes películas semiolvidadas (otra cosa que reprochar a la infame historia) dirigidas por grandes directores: Michael Curtiz, Lewis Milestone, Raoul Walsh, Sam Wood y acompañada por extraordinarios actores: Bogart, Cagney, Flynn, Huston, o Raft, entre otros.
 
“No olvides que a todos los hombres les gusta que los consideren bastante peligrosos”.


Estimada Ann, te he “redescubierto” en la comedia con tintes criminales It All Came True (1940) donde también cantabas, en el excelente melodrama They Drive by Night (La Pasión Ciega, 1940) con otra devoradora de planos: Ida Lupino (también olvidada), en el drama City for Conquest (Ciudad de conquista, 1940) dirigido por Anatole Litvak, Kings Row (Abismo de pasión, 1942) con un sorprendente (para bien) Ronald Reagan, en el drama bélico Edge of Darkness (Al filo de la oscuridad, 1943) donde formas parte de la resistencia Noruega durante la ocupación Nazi, fuiste toda una mujer fatal en el cine negro Nora Prentiss (1947), transitando por el mismo género te convertiste en la heroína protagonista (raro para este tipo de filmes) en Woman on the Run (1950) donde se notaba que también ejerciste la labor de productora y por último en la película de aventuras Appointment in Honduras (Cita en Honduras, 1943) que vi en principio para admirar tu cabello pelirrojo en (como digo siempre) asombroso technicolor.
 
“No creas que puedes arreglártelas sólo con el atractivo sexual”.


Muchos te recordarán en la comedia de Howard Hawks I Was a Male War Bride (La novia era él, 1949) junto a Cary Grant, que tengo pendiente de volver a ver y que pospongo porque Grant, aunque gustándome bastante, en ocasiones me satura.
 
La carrera de Ann Sheridan no fue muy larga, en parte porque falleció a los 51 años a causa de su afición al tabaco. Era una fumadora empedernida. Comenzó a mediados de los años 30 contratada por Paramount tras ganar un concurso de belleza. Limitada a pequeños papeles no acreditados porque el estudio no dedicó demasiado tiempo en ella. Mencionar que el plantel de estrellas de la Paramount era el quién es quién de la década: Mae West, Claudette Colbert, Marlene Dietrich y Carole Lombard.
 
“Tuve que luchar por todo en Warner. Desde el director de casting hasta Jack Warner. Por supuesto, en Warner todo el mundo parecía tener que luchar. […]. Una pelea demoledora y prolongada. No siempre gané, pero les hizo saber que estaba viva”.


Abandonado el mencionado estudio, firma contrato con Warner Bros. Momento en el que su carrera mejora convirtiéndose en la principal “sex symbol” del estudio y recibiendo el apelativo “The Oomph Girl”, la chica sexy, algo indefinible que despierta el interés masculino. Siento ser malvado, pero es un título merecidísimo, teniendo en cuenta que la reina de Warner era Bette Davis.
 
Su década fueron los años 40, repartidos con desigual fortuna con: Rita Hayworth, Betty Grable o Lana Turner. Quizás caer en un estudio como Warner le proporcionó una carrera pero no la repercusión que como las otras se merecía. Es algo que he ido elucubrando con el paso de los años. Otro caso similar es el de su compañera de estudio Eleanor Parker, hoy recordada sobre todo por su papel como la Baronesa Elsa Schraeder en la película musical un tanto ñoña The Sound of Music (Sonrisas y lágrimas, 1965). La productora siempre se destacó por un cine llamémosle de “hombres”, especializada en películas de gánsteres y realistas alejándose de la línea de sus competidoras.
 
“Me apodaron ‘The Oomph Girl’, ¡y detesto ese apodo! El solo hecho de ser conocida por un apodo indica que no se te considera una verdadera actriz… ¡Es simplemente una mierda! Si mencionas a una actriz por su apariencia o reacción, entonces eso es todo lo que se la considerará”.


Recomendar para quien quiera conocer a Miss Sheridan ver algunas de sus películas, descubrir lo buena actriz que era y comprobar que antes de Rita estaba ella.
 
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domingo, 26 de marzo de 2023

GEORGE RAFT: ¡BUENA PIEZA ESTÁS TÚ HECHO!

 

Gánster
Del Ingl. gansgter.
1. m. y f. Miembro de una banda organizada de malhechores que actúa en las grandes ciudades.

“No siempre hace falta el impacto de una bala para convencer a un hombre de que ha arruinado su vida.”

La primera vez que escuché el nombre de George Raft se lo oí a mi padre. Estaban pasando por televisión La vuelta al mundo en 80 días (Around the World in 80 days, 1956), una producción dirigida por Michael Anderson y producida por Michael Todd (futuro tercer marido de Elizabeth Taylor) plagada de estrellas en pequeños cameos. Mi interés (en ese momento) por la película se centraba exclusivamente en el segmento del Oeste, donde aparecía Marlene Dietrich como chica del saloon de San Francisco en la que compartía secuencia con un amigo de los viejos tiempos y en el momento que este aparece, mi padre mencionó su nombre: George Raft.


Ya he contado en alguna ocasión que mi padre era dado a citar a algunas estrellas con fastidio (comprendí pronto cuáles no eran de su agrado), pero cuando nombró a Raft reconocí que lo hizo con verdadero entusiasmo. Nunca sabré realmente su opinión sobre este actor, pero intuyo que le gustaba. Décadas después puedo decir que George Raft es uno de mis actores favoritos.

“No creo que nadie venga a ver solo a George Raft en ninguna película."


Como es habitual con muchas estrellas de su generación, George Raft es un gran olvidado, eclipsado por actores y actrices que perduran en la memoria colectiva sólo porque sus rostros son reproducidos una y otra vez en tazas de café o cualquier objeto de merchandising indigno de su categoría estelar. A George Raft no se le recuerda por ninguna película y menos por una cita como: “…a Dios pongo por testigo que jamás volveré a pasar hambre.” “Tócala una vez, Sam. Por los viejos tiempos.” Pero, ¿a quién le gustaría serlo por un par de frases recordadas por la inmensa mayoría?, una mayoría que se ha quedado sólo con la punta del iceberg de lo que fue el Hollywood dorado, limitándose a repetir como papagayos sin conocimiento los mismos títulos de los archiconocidos clásicos (El acorazado Potemkin, Metrópolis, Ciudadano Kane, Casablanca, Desayuno con diamantes…) que probablemente ni siquiera hayan visto tampoco, en detrimento de verdaderas joyas que permanecen escondidas para la mayoría, salvo para reconocidos directores o cantantes que directamente las plagian para sus propios films o vídeos musicales. Teniendo en cuenta el panorama (cultural) actual, ya ni por citas o películas se les recordarán. Las nuevas generaciones están más interesadas en las idioteces de personajes de medio pelo e influencers.

Cuánta razón tenía Gloria Swanson cuando en El crepúsculo de los dioses (Sunset Boulevard, 1950) decía: “¡Teníamos caras!" Le faltó decir: ¡Y personalidad!


George Raft era toda una personalidad y de eso no tengo duda alguna gracias, como siempre, a mi fiel Escolopendra Venenossa. Atraída por el ambiente del hampa (mundo relacionado con nuestro amigo), se ha leído el libro George Raft: El hombre que sería Bogart* (que tenía “aparcado” dado mi pésimo inglés) y ha tenido la amabilidad de contarme los detalles más interesantes de tan singular estrella.


De ascendencia alemana e italiana, Raft nació el 26 de septiembre de 1901 en Hell’s Kitchen (Cocina del Infierno), barrio marginal también conocido como Clinton, situado en el West Side de Midtown Manhattan, New York. La relación con su padre, Conrad Ranft, nunca fue buena: su aspecto más italiano que alemán no le hacía mucha gracia, no veía con muy buenos ojos el camino que tomaba su hijo y para empeorar las cosas se disgustó cuando cambió su verdadero apellido (Ranft) por el que se le conoce. Mientras que él consideraba a su padre un hombre insignificante y poco ambicioso.

“Ningún chico de mi calle quería ser presidente. Solo querían ser duros. Y lo eran.”


George abandonó pronto el colegio y a los 13 años se marchó de casa. Pandillero, aficionado a los pequeños hurtos, también trabajó como aprendiz de electricista, recogiendo cerezas, tonteó con el boxeo profesional y jugó al beisbol en ligas menores, pero su bateo era pobre y pronto fue descartado. Buscando el dinero fácil y aficionado al baile gracias a su madre, frecuenta los Taxi Dancer, locales en los que se contrataban bailarines para bailar con los clientes y donde le resultaba más fácil robar. En estos lugares, en ocasiones en las zonas más sórdidas de la ciudad, es donde aprende a bailar y comienza a realizar bailes de exhibición, ganando alguna competición de Charlestón. De aquí parte el rumor que le persiguió de por vida (que él siempre negó) que fue también gigoló.


Posteriormente comenzó a trabajar en clubs nocturnos regentados por mafiosos, para los que pronto empieza a hacer trabajos como vigilante para avisar si había alguna redada y recadero. Durante este tiempo, Raft se hizo amigo de varios mafiosos y ejerciendo de chófer ocasional en las entregas de mercancías ilegales, desarrollará una gran habilidad conduciendo, lo que le sería de gran utilidad siendo una gran estrella en algunas de sus películas.

“Era duro y engreído porque llevaba un arma en el bolsillo y trabajaba para el jefe de la banda de Nueva York.”

A raíz de uno de sus “trabajos” para los hampones, en el que básicamente se dedica a recoger las ganancias de un inversor de espectáculos de Vodevil que era un gánster, toma contacto con ese mundo. Es por esta época, a mediados de los años 20, cuando conoce a Mae West, convirtiéndose en amantes ocasionales desde entonces.


Picado por el gusanillo del mundo del Vodevil, aprovecha sus dotes para el baile y empieza a hacerlo en diferentes clubs de New York (muchos de ellos clandestinos), para posteriormente salir de gira y popularizar el tango en Paris, Viena, Roma y Londres, donde triunfó en 1926. La revista Variety en septiembre de ese mismo año hablaba sobre la reputación de Raft como: "el mejor bailarín de Charleston en Nueva York".

George Raft llegó a convertirse en parte del elenco habitual del extravagante club de Texas Guinan (una vedette, actriz y empresaria de clubs nocturnos). Su éxito le llevó a Broadway, donde trabajaría como bailarín, pero su amigo, el mafioso Owney Madden, opinaba que debería estar haciendo películas y le recomienda a sus conocidos de Hollywood. Raft, buscando el dinero fácil, se decide a intentarlo trasladándose allí en 1927. Sin éxito al principio, sigue bailando en clubs para poder pagar las facturas.

“Esos primeros días en Hollywood fueron desgarradores.”


En octubre de 1928, Raft apareció en un espectáculo presentado por Texas Guinan llamado Night Club. Los Angeles Times dijo de él que: "obtiene un tremendo éxito individual". Al año siguiente debuta en el cine en la película Queen of the Night Clubs protagonizada por Guinan, quien insistió en que Raft tuviera un pequeño papel. Curiosamente hacía de gigoló, aunque finalmente cortaron sus escenas.

A partir de aquí George siguió con pequeños papeles hasta que le llegó su gran oportunidad acompañando a (otro gran olvidado) Paul Muni en Scarface (1932). En la película, interpreta al segundo al mando Guino Rinaldo, quien se enamora de la hermana de Camonte (Ann Dvorak) y es asesinado por él. La película se convirtió en un éxito y consagró a Raft como estrella.


Paramount, el estudio caracterizado por su sofisticación, le contrató después del citado éxito y formó parte de un ramillete de estrellas tan variadas y carismáticas como: Maurice Chevalier, Gary Cooper, Marlene Dietrich, William Powell, Kay Francis, Mae West, Claudette Colbert, los hermanos Marx, Fredric March, Carole Lombard, Miriam Hopkins y Cary Grant, entre otros.

Su primer papel protagonista fue en Noche tras noche (Night After Night, 1932) donde interpreta a un exgángster convertido en el dueño de un club clandestino que se enamora de una joven de la alta sociedad. Constituyó otro triunfo para él, aunque la película se recuerde actualmente por ser la primera aparición de Mae West en un pequeño papel. Si bien Raft quería que el papel lo interpretase Texas Guinan, ya que se basaba libremente en ella.


Raft mantuvo su estatus de estrella durante la década de los años 30 y parte de los 40, considerándose uno de los actores más populares interpretando a gangsters junto a James Cagney, Edward G. Robinson y posteriormente Bogart. Pese a tener sentimiento de inferioridad, por su escasa formación académica y su origen humilde, encontró su lugar en el cine, rechazando papeles para los que él creía no estar capacitado. Sólo se encontraba más relajado trabajando con directores y actores sólidos con los que repartía el peso de las películas.

“Nunca he estado encerrado. Nunca he tomado un trago. Nunca lastimé a nadie, y regalé todo mi dinero. Entonces, ¿cómo es que obtuve tan mala reputación?”


Durante sus años de esplendor, era conocido por todos como un hombre educado, caballeroso, generoso (con todo tipo de gente) y muy buena persona. Tanto Lucille Ball como Marlene Dietrich tenían buenos recuerdos de su relación con él.

En sus comienzos en el cine, Lucille recibió su ayuda cuando se la encontró llorando a la entrada del estudio. Ball esperaba la visita de sus padres y como no había logrado nada durante su estancia en Hollywood, temía decepcionarlos. Raft al enterarse de esto, le prestó su coche y dinero para que les recibiese como una gran estrella.


Marlene Dietrich, que trabajó con George Raft en Manpower (1941), dijo de él: “No puedo olvidarme de George, mi compañero en la película. Su amabilidad única y adorable desmiente su apariencia y sus papeles de hombre duro.” Un incidente notable ocurrió entre ellos mientras rodaban una escena junto a una escalera: Raft nunca golpeó a una mujer ni en pantalla ni fuera de ella. Era parte de su código personal y exigía lo mismo en sus películas. La puesta en escena y el montaje hacían parecer que estaba golpeando a Marlene cuando no era así. Sin embargo, el director Raoul Walsh estaba seguro que esto no funcionaría: “Me llevó días convencer a George para que golpease a Marlene.”

Al final, la opinión de Walsh prevaleció y para horror de todos, Marlene se cayó por las escaleras siguiendo la dirección de la bofetada y se rompió el tobillo. George se sintió terriblemente culpable y le envió docenas de flores mientras se recuperaba. Como curiosidad comentar que George Raft rechazó El Halcón Maltes (The Maltese Falcon, 1941) por hacer la película junto a Dietrich.

“No puedo actuar. Simplemente debo ser yo mismo, hacer las cosas que me parecen naturales. Cuando me encuentre con un director que quiera que actúe, estaré perdido.”


Además de rechazar grandes películas que podrían haberle proporcionado mayor reconocimiento (muchas de ellas fueron éxitos para Bogart), otras exigencias del astro eran, además de negarse a maltratar mujeres, no morir en sus películas y no interpretar villanos. Raft se negó a aparecer en The Story of Temple Drake (1933) con Miriam Hopkins, ya que no quería interpretar a un sádico, por lo cual fue suspendido por el estudio. Él se expresaba de la siguiente manera: "No es que me importe ser el tipo del lado equivocado de la ley. Pero no tomaré un papel que sea puro villano. El personaje tiene que tener algún rayo de calidez o alguna cualidad redentora."

Terminado su contrato con Paramount recibió una oferta de Warner Bros., para aparecer junto a James Cagney en Muero cada amanecer (Each Dawn I Die, 1939), un drama carcelario que resultó ser un gran éxito, gracias a lo cual el estudio le ofreció un contrato a largo plazo.

“Warner era como Alcatraz.”


Hasta convertirse en una estrella independiente, rescindiendo su contrato con Warner en 1942, Raft siguió con su política de rechazar papeles, lo que le suponía ser suspendido constantemente. Una de ellas sería el gran clásico Casablanca (1942).

La carrera como actor independiente inicialmente comenzó bien, hasta que llegó su declive como estrella a finales de los años 40 protagonizando películas de bajo presupuesto y de escasa repercusión. Tras pequeños papeles como secundario o simplemente cameos, en los años 50 Raft frecuenta la televisión, siendo su última aparición en este medio a principios de los años 70.

“Este no es un buen lugar [Hollywood] para envejecer. Sales y la gente se da codazos y dice: 'Ese es George Raft. Él está acabado.”


En sus últimos años fue imagen de supermercados (cosa que no le importaba porque le ponía en contacto con sus fans) y recepcionista en casinos, siendo estafado más de una vez. Perseguido por cierta mala fama por sus amistades mafiosas, muchas de sus inversiones no llegaron a buen puerto. Por ejemplo, en 1955 se le ofreció comprar participaciones en el Hotel Flamingo si aceptaba ser el director de entretenimiento, pero se le rechazó debido a sus supuestas asociaciones con figuras de los bajos fondos. Apeló, argumentando que, aunque conocía a muchos mafiosos: "nunca hice negocios con ninguno de ellos." La decisión fue revocada ese mismo año.


Raft fue contratado para trabajar como recepcionista en el Casino Capri en La Habana, Cuba, donde también era copropietario. Sin embargo, Fidel Castro tomó el país y cerró todos sus casinos. El actor estaba en La Habana la noche en que llegaron los rebeldes.

“Todo lo que sé es que me hicieron muchas preguntas sobre Capone.”

En cuanto a su vida sentimental, George Raft se casó con Grace Mulrooney en 1923, mucho antes de convertirse en estrella. La pareja se separó poco después, pero su católica y devota esposa se negó a concederle el divorcio hasta 1970, permaneciendo oficialmente casado con ella, la siguió ayudando hasta su muerte.


Como personalidad elegante y seductora, Raft tuvo aventuras amorosas con Mae West, Carole Lombard, Tallulah Bankhead y Marlene Dietrich. La hija de esta última en sus memorias hace alusión a las fiestas privadas que organizaba su madre en su camerino junto a Mae West a las que acudían George Raft y Gary Cooper. Sin embargo, las relaciones más duraderas del astro fueron con Betty Grable y Norma Shearer. Con Shearer mantuvo un largo romance, declarando el actor sus intenciones de casarse con ella, pero las reiteradas negativas de su esposa a concederle el divorcio, hizo que Norma pusiera punto y final a la relación.


Hacía el final de su vida, George Raft había gastado todo su dinero apostando a las carreras de caballos, en mujeres y con amigos. El actor Christopher Lee, que coincidió con él en una película, decía que con lo que Raft le había contado sobre su vida, podría hacerse una película mejor que la que estaban haciendo.

“Debo haber gastado 10 millones de dólares durante mi carrera. Parte del botín se destinó a apuestas, parte a caballos y parte a mujeres. El resto lo gasté tontamente.”

George Raft murió de enfisema a la edad de 79 años en Los Ángeles el 24 de noviembre de 1980, sin dejar testamento. Su patrimonio consistía en una póliza de seguro por valor de 10 mil dólares y algunos muebles. Raft vivía solo con 800 dólares al mes. Estando muy enfermo en el hospital, sus amistades mafiosas iban a visitarlo: ¡genio y figura hasta la sepultura!

¡Venenosos Salu2 desde Crystal Lake!
Todas las fotos colección del autor.

*George Raft: The Man Who Would Be Bogart (Stone Wallace, 2015)