Hace apenas unos días, acudí a mi Proveedor de Mitos a por mi dosis mensual de estrellas, que me esperan atrapadas eternamente en fotografías formato postal, alojadas en pequeñas cajas de cartón desde donde me sonríen. Me engaño a mi mismo creyendo que las rescato del olvido... Qué iluso soy: las estrellas que habitaban el Hollywood clásico (conocido por ser una “fábrica” de sueños), han dejado de producir en las nuevas (y muchas otras) generaciones, esa atracción que sigue apoderándose de mí y que continúa transportándome a épocas pasadas que jamás volverán.
Compartiendo impresiones, me comenta mi Proveedor, que un conocido suyo fue a dar una charla sobre cine a alumnos de entre 15 y 16 años y se quedó asombrado de que nadie en el aula conociera o supiera quienes eran: Greta Garbo, Rita Hayworth, Humphrey Bogart y un largo etcétera. Entre todos los chavales (siempre encuentras uno más avispado) uno reconoció que a él si le sonaba alguno, en concreto Audrey Hepburn o Marilyn Monroe, porque había visto su imagen reproducida en una taza o vete tú a saber dónde. Ya ni siquiera por sus películas son recordadas…
Yo que sigo, aunque sea a un nivel insignificante, recordando y reivindicando a estrellas ahora olvidadas, continúo redescubriendo a astros de la pantalla como Conrad Veidt: “conocido” por sus interpretaciones de villano y/o nazi en grandes clásicos como por ejemplo Casablanca (1942).
“No importa qué papeles
desempeñe, no puedo sacar a Caligari de mi cuerpo”.
Otro de sus films más conocidos fue El gabinete del Doctor Caligari (Das Cabinet des Dr. Caligari, 1920) y aunque a Veidt no le gustaba dar entrevistas, al respecto de la mencionada declaró: “Antes de esta película sólo me conocían en Alemania. ‘Caligari’ me presentó al público de todo el continente. Eso significó mucho para mí”. Este hito en su carrera, como el mismo decía, aunque le encasillara de por vida, le dio un lugar destacado en la historia del cine, que a día de hoy no le ha servido para ser “recordado como se merece”. Si como he dicho antes, las nuevas generaciones no saben quién es Garbo, mucho menos sabrán quien es Conrad Veidt.
No hace falta que me traslade al presente para descubrir que este desconocimiento o total falta de interés ya se veía venir desde lejos. Hace muchos años, mientras me encontraba leyendo las memorias de Errol Flynn, me preguntaron qué tipo de libros escribía este señor. Algo similar me pasó cuando tenía entre mis manos uno sobre Bogart y Bacall... ¡Desistí de culturizar a mí interlocutor!
"Un actor recuerda su primer
elogio publicado. Está escrito en su corazón".
Conrad Veidt niño mostraba poco interés por los estudios y desanimado por la cantidad de materias necesarias para acceder a la carrera de medicina (se graduó sin diploma en 1912), enfocó su energía en el campo de la interpretación después de que una navidad de 1911, tras aparecer en una obra de teatro escolar, fuese el único que cosechó los elogios del público. A pesar del disgusto de su familia, se matriculó en la escuela de teatro de Max Reinhardt e hizo su debut teatral en el Max's Deutsches Theatre en 1913, siendo sus primeras apariciones en el cine alemán en 1916. Su padre no vio con buenos ojos el camino que había decidido recorrer y como el propio Veidt comentó alguna vez: “[…] lamento profundamente que al elegir la actuación como mi carrera me vi obligado a lastimarlo. Murió demasiado pronto para ver que yo había hecho lo correcto, lo único”.
"Después de la muerte de mi
madre, encontré un librito suyo que registraba todo lo que yo había hecho, cómo
lo había hecho y lo orgullosa que estaba de su hijo Conrad".
En 1918 conoció al director Richard Oswald y de esta relación surgieron más de 20 películas entre las que se encontraban las atrevidas Diferente a los demás (Anders als die Anderen, 1919) sobre la homosexualidad y ¿Podemos callar? (Dürfen wir schweigen?, 1926) sobre la sífilis. En este período ya había interpretado a Cesare, su personaje más famoso, en El gabinete del Doctor Caligari (1920). Otro film destacado de esta época fue Las manos de Orlac (Orlacs Hände, 1924).
Reconocido en toda Europa, se trasladó a Hollywood a finales de los años 20, donde vivió con su segunda esposa e hija. Hizo algunas películas como El hombre que ríe (The Man Who Laughs, 1928) y frecuentó la compañía de la comunidad de inmigrantes allí establecida, entre los que se encontraban: F. W. Murnau, Carl Laemmle y Greta Garbo. También entabló amistad con Gary Cooper. La llegada del cine sonoro y su dificultad con el idioma le “obligó” a regresar a Alemania junto con su familia.
"En medio de mi tercera
película de Hollywood, el terremoto azotó Hollywood. No el verdadero terremoto.
Sólo el cine sonoro".
Poco después de que el Partido Nazi tomara el poder en Alemania, Joseph Goebbels empezó a eliminar de la industria cinematográfica a judíos y simpatizantes antinazis, por lo que en 1933, una semana después del tercer matrimonio de Veidt con Ilona Prager, una mujer judía, la pareja emigró a Gran Bretaña antes de que se pudiera tomar cualquier medida contra ellos, ya que en los círculos teatrales era sabido desde hacía mucho tiempo que era un acérrimo antinazi. La Gestapo le tenía vigilado constantemente y se tomó la decisión de eliminarlo. Veidt, enterado de esto, logró escapar antes de que el escuadrón de la muerte nazi lo encontrara.
Conrad estuvo activo en su país de acogida durante cinco años, durante los cuales obtuvo la ciudadanía inglesa y protagonizó el thriller Rome Express (1932). Cuando Gran Bretaña entró en la II Guerra Mundial, siendo un firme oponente del Tercer Reich, del cual hablaba en contra abiertamente, donó la mayor parte de su patrimonio y también gran parte del salario de cada una de sus películas al esfuerzo bélico. Su último film allí fue El ladrón de Bagdad (The Thief of Bagdad, 1940) junto a Sabu que cosechó otro éxito mundial.
"Nada parece estar a la altura
de tus expectativas. Pero nada de lo que había oído sobre Hollywood era
suficiente".
En 1940, de nuevo se trasladó a Hollywood, donde esperaba encontrar mejores ofertas como actor. Actuó junto a Joan Crawford en Un rostro de mujer (A Woman's Face, 1941), con Humphrey Bogart en A través de la noche (All Through the Night, 1942) y participó en la extraordinaria Casablanca (1942). Veidt no tuvo la suerte de presenciar el gran éxito de la película, ya que murió de un infarto mientras jugaba al golf el 3 de abril de 1943, declarándosele muerto en el propio campo.
Además de su trabajo como actor en su filmografía se cuentan dos títulos como director: Die Nacht auf Goldenhall (1919) y Locura (Wahnsinn, 1919), en las que también apareció. En cuanto a su vida fuera de los focos, Veidt disfrutaba con los deportes, la jardinería, la música clásica y la literatura de ficción y no ficción, incluso de ocultismo, ya que tenía interés por lo sobrenatural.
"¿De qué me sirve una biografía
mía? Sólo soy un actor de cine".
El villano por excelencia, incluido en la lista negra de Hitler, aceptaba con gusto personajes nazis porque creía que era la mejor manera de mostrar al resto del mundo su naturaleza malvada y se negó a interpretar cualquier papel nazi que se presentara como indulgente.
¡Venenosos Salu2 desde Crystal Lake!
Todas las fotos colección del autor.
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