sábado, 16 de septiembre de 2023

ANN SHERIDAN, “THE OOMPH GIRL”

 “Nunca presté mucha atención al glamour. ¡Dietrich es glamour! La reina. Como Crawford. Como Garbo […]. Hay misterio en ellas, pero yo nunca tuve eso querido”.


Querida Ann: posiblemente tenías razón en parte, pero si hoy pudieras ver lo que se considera glamour cambiarias de parecer. Si bien no eras misteriosa como Dietrich o Garbo, por no decir artificiosa, las ganabas en naturalidad. Uno podía fantasear con ellas pero era más factible acercarse a ti. De hecho, no es de extrañar, que fueses una de las más populares pin up de los años 40. Por algo sería!
 
Tirando de memoria, aunque la mía se reinvente con el paso de los años, recuerdo haberte visto mucho antes de que el “glamour se instalase en mi universo y el impacto que me produjiste. Mucho, mucho antes, de que mi pasión por el cine germinase. Durante un tiempo guardé una foto tuya recortada de una revista, al igual que hice con Bergman y que todavía conservo. La tuya por desgracia desapareció con el transcurso de los años.
 
“Solía ir al Grauman’s Chinese o al Pantages y sentarme allí esperando ver mi cuerpo sin rostro en la pantalla”.


Como he dicho en muchas ocasiones, la primera de todas en ocupar un lugar privilegiado en mi panteón de mitos fue Rita Hayworth. Rita que te eclipsó para la historia tanto por Gilda (1946) como por su melena pelirroja. Una cabellera, que por cierto, compartíais.
 
Es verdad que luego apareció Dietrich y arrolló (por poderosas razones bien conocidas por los que me leen) a todas y centré mí entusiasmo por el coleccionismo y mis recursos en ella, pero con el paso de los años he ido subsanando el error. Igual que contigo me pasó con muchas otras estrellas. No voy a mentir y reconozco que el coleccionismo es una afición especialmente costosa, si bien hay que saber mantener los pies en la tierra para no derrochar. Para mí es una actividad placentera de la que soy adicto. De hecho me “automedico” cada cierto tiempo.
 
“Puedo silbar con los dedos, acosar a un novillo, encender un fuego con dos palos, disparar una pistola con bastante precisión, escribir tipografía y dar clases en una escuela”.


Cuando ya florecía mí gusto por el cine clásico te perdí la pista. Todas las madrugadas (quizás una de las razones por las que tengo dificultad para dormir), esperaba sentado delante del televisor a que emitiesen en La2 el programa Cine Club, donde programaban ciclos de cine clásico (en versión original) dedicados a alguna estrella y/o género, pero como he dicho, la historia es injusta y se olvidaron de ti al igual que me ocurrió a mí.
 
Todo es enmendable y yo que en parte, voy contracorriente, te recupero y te posiciono en un lugar prominente en mi “cultura” cinematográfica, desdeñando a otras estrellas enquistadas en la memoria colectiva. No doy nombres pero muchos y muchas sabréis quienes son...
 
“A algunas personas les suceden cosas muy interesantes durante el intento demoledor y prolongado de una carrera.
Otros solo parecen arrastrarse y el mío suena tan aburrido. Si hubiera sucedido algo emocionante lo entendería, pero fue sólo un trabajo duro, eso es todo”.


En el momento que nos ocupa y dada mi persistencia, casi enfermiza, de alejarme lo más posible de las tendencias actuales, sigo revisitando clásicos de las décadas de los 30 y 40, y aquí te descubro de nuevo en grandes películas semiolvidadas (otra cosa que reprochar a la infame historia) dirigidas por grandes directores: Michael Curtiz, Lewis Milestone, Raoul Walsh, Sam Wood y acompañada por extraordinarios actores: Bogart, Cagney, Flynn, Huston, o Raft, entre otros.
 
“No olvides que a todos los hombres les gusta que los consideren bastante peligrosos”.


Estimada Ann, te he “redescubierto” en la comedia con tintes criminales It All Came True (1940) donde también cantabas, en el excelente melodrama They Drive by Night (La Pasión Ciega, 1940) con otra devoradora de planos: Ida Lupino (también olvidada), en el drama City for Conquest (Ciudad de conquista, 1940) dirigido por Anatole Litvak, Kings Row (Abismo de pasión, 1942) con un sorprendente (para bien) Ronald Reagan, en el drama bélico Edge of Darkness (Al filo de la oscuridad, 1943) donde formas parte de la resistencia Noruega durante la ocupación Nazi, fuiste toda una mujer fatal en el cine negro Nora Prentiss (1947), transitando por el mismo género te convertiste en la heroína protagonista (raro para este tipo de filmes) en Woman on the Run (1950) donde se notaba que también ejerciste la labor de productora y por último en la película de aventuras Appointment in Honduras (Cita en Honduras, 1943) que vi en principio para admirar tu cabello pelirrojo en (como digo siempre) asombroso technicolor.
 
“No creas que puedes arreglártelas sólo con el atractivo sexual”.


Muchos te recordarán en la comedia de Howard Hawks I Was a Male War Bride (La novia era él, 1949) junto a Cary Grant, que tengo pendiente de volver a ver y que pospongo porque Grant, aunque gustándome bastante, en ocasiones me satura.
 
La carrera de Ann Sheridan no fue muy larga, en parte porque falleció a los 51 años a causa de su afición al tabaco. Era una fumadora empedernida. Comenzó a mediados de los años 30 contratada por Paramount tras ganar un concurso de belleza. Limitada a pequeños papeles no acreditados porque el estudio no dedicó demasiado tiempo en ella. Mencionar que el plantel de estrellas de la Paramount era el quién es quién de la década: Mae West, Claudette Colbert, Marlene Dietrich y Carole Lombard.
 
“Tuve que luchar por todo en Warner. Desde el director de casting hasta Jack Warner. Por supuesto, en Warner todo el mundo parecía tener que luchar. […]. Una pelea demoledora y prolongada. No siempre gané, pero les hizo saber que estaba viva”.


Abandonado el mencionado estudio, firma contrato con Warner Bros. Momento en el que su carrera mejora convirtiéndose en la principal “sex symbol” del estudio y recibiendo el apelativo “The Oomph Girl”, la chica sexy, algo indefinible que despierta el interés masculino. Siento ser malvado, pero es un título merecidísimo, teniendo en cuenta que la reina de Warner era Bette Davis.
 
Su década fueron los años 40, repartidos con desigual fortuna con: Rita Hayworth, Betty Grable o Lana Turner. Quizás caer en un estudio como Warner le proporcionó una carrera pero no la repercusión que como las otras se merecía. Es algo que he ido elucubrando con el paso de los años. Otro caso similar es el de su compañera de estudio Eleanor Parker, hoy recordada sobre todo por su papel como la Baronesa Elsa Schraeder en la película musical un tanto ñoña The Sound of Music (Sonrisas y lágrimas, 1965). La productora siempre se destacó por un cine llamémosle de “hombres”, especializada en películas de gánsteres y realistas alejándose de la línea de sus competidoras.
 
“Me apodaron ‘The Oomph Girl’, ¡y detesto ese apodo! El solo hecho de ser conocida por un apodo indica que no se te considera una verdadera actriz… ¡Es simplemente una mierda! Si mencionas a una actriz por su apariencia o reacción, entonces eso es todo lo que se la considerará”.


Recomendar para quien quiera conocer a Miss Sheridan ver algunas de sus películas, descubrir lo buena actriz que era y comprobar que antes de Rita estaba ella.
 
¡Venenosos Salu2 desde Crystal Lake!

Todas las fotos colección del autor.

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