Ya hablé en mi anterior
entrada por mi gusto por el colorín y la comedia romántica, parcela que como
habréis visto cubro suficientemente bien con Doris Day. Pero hay otra faceta
que también forma parte de mi cultura general, que es el Kitsch o ya hilando
fino el Camp.
Para lo no entendidos,
resumiré que el Camp, es una estética popular sin gusto por el estilo y basada
en la exageración. Dicho esto, no quiere decir que tenga afición por el mal
gusto o lo bajuno, como diría mi amiga Carmen Munsters. Solo lo acepto con
agrado en el cine de serie B.
María, reina de los dorados. |
Una de las máximas
representantes de este género es María Montez. Estrella de muy, pero que muy
limitado registro, reina del cine escapista de los años 40. Conocida
popularmente como: La Reina del Technicolor.
Aunque ya conocía a María
Montez por sus películas de temática oriental, siempre desde la visión de
Hollywood, como en: “Las mil y una noches” (1942) o “Ali Babá y los cuarenta
ladrones” (1944), es una de mis más recientes “adquisiciones”, debido sobre
todo a que en parte, me guio por las señales del destino y que en el fondo soy
muy sentimental.
María Montez junto a Turhan Bey y Jon Hall en "Sudan" (1945) |
Hay muchas cosas que tengo en
común con María Escolopendra, pero entre
las pocas que no, se encuentra el que a ella le gusta viajar y a mí me da igual.
En estos casos, ella normalmente me deja elegir destino y una vez nos ponemos
de acuerdo, se encarga de organizarlo todo.
En el 2010 le sugerí que
teníamos que viajar a París, destino este no muy de su agrado, aunque después
la sorprendió gratamente. Luego me empeñé en que teníamos que alojarnos en un
loft que ella había localizado en internet (craso error por su parte), solo
porque dentro del mismo había habilitado un Citroën 2cv como cama. Como también
soy mitómano de este automóvil nos alojamos allí, aunque nos costó estar un
poco alejados del centro de París y en un barrio no muy recomendable.
La cama de mis sueños. |
Una vez en suelo francés le
comenté que tenía un par de prioridades y lo demás me era indiferente. La
primera era, que quería ir a Versalles y ver los dominios de María Antonieta
(una figura que también me tira mucho) y ya que estábamos, no podía dejar pasar
la oportunidad de acercarme a ver el lugar donde vivió Marlene Dietrich sus
últimos años.
¿Señales del destino? Las piernas de Marlene. |
También, si no lo digo se me enfadaría Escolopendra, algo más
banal rozando la morbosidad: Visitar el Pont de l´Alma, donde se encuentra el
túnel donde falleció Lady Di en 1997.
Mi cupo de reinas ya estaba
cubierto. La Reina del glamour Marlene, la Reina histórica por excelencia María
Antonieta y la Reina del papel couché Diana de Gales. Lo que ignoraba, es que aparecería una más.
¿Podría un monumento ser más espantoso? |
El tiempo que pasamos en París
nos dedicamos a ver todo lo que nos gusta e intentando buscar aquello que nos
distinguiese de la mayoría de los visitantes. Intentamos no hacer la típica
visita o foto, pero claro, estás en: ¡¡París!!
La Montez a las puertas de Versalles. |
Como nuestros recursos son
limitados y no sabemos si en un futuro volveríamos a visitar la ciudad, sería
una falta grave no hacerse la foto con la Torre Eifell, el Arco del Triunfo,
ver el Louvre, los almacenes Lafayette y alguna cosa más, común a todos los
mortales.
Una vez cubiertas mis
peticiones, me deje llevar por el buen hacer expedicionario de Escolopendra
Venenossa y claro, tocó visitar las catacumbas, los cementerios... Esto también
me gusta, pero no sentía ningún estrés si no conseguía verlo todo.
Reina del cromo. |
En cuanto a los cementerios,
la verdad es que visto uno los has visto todos, más si cabe, si son todos del
mismo lugar. Siempre que salimos de viaje, hay cosas que solemos hacer por
norma y que no pueden faltar: visitar el Museo Marítimo (si tiene), el
Arqueológico, el Zoo y los cementerios.
Carmen Munsters nos recomendó
el único cementerio que no vimos de los muchos que tiene la ciudad: el Cementerio
del Père-Lachaise. Nos apunta, que en este cementerio reposa el cantante de
The Doors.
"Tal vez a causa de tantos elementos exóticos su recuerdo es entrañable" Terenci Moix |
A mí este cantante no me
interesa en absoluto, pero como mi lista de prioridades ya estaba cubierta, pese
a mis quejas por ir a ver la tumba de este señor, que es una de las cosas que hace
todo el mundo, decidimos ir en su busca.
Como he dicho, en nuestro
peregrinaje cementeril, nos faltó el mencionado camposanto. A la “caza” de la
tumba de Jim Morrison, vimos uno por uno todos los cementerios más famosos de
la zona, muchas veces obviando los sepulcros de figuras más interesantes.
Scherezade de Oriente falsificado. |
Gracias a que ya no nos
quedaba más tiempo y que la paciencia de Escolopendra llegó a su límite, nos
rendimos a las puertas del Cementerio de Montparnasse. Aquí no sabíamos todavía
que nos habíamos equivocado otra vez. Escolopendra sabiamente me dijo: “Si no
está aquí, yo paso de seguir visitando más cementerios, ¡¡estoy hasta las
narices!!” O algo por el estilo.
Mirando en el plano de la
entrada, examinando la situación de las tumbas de los personajes famosos,
descubrimos que Morrison no se encontraba, pero la que sí que estaba era María
Montez.
¿Te hace una Montez en vez de
un Morrison?
Reina de la nostalgia. |
Y nos adentramos en el
cementerio en busca de la tumba de tan peculiar estrella. Lo bueno es que aquí,
no había colas de admiradores. Además siempre resulta más original, con el
riesgo de caer en la pedantería, decir que has visto la tumba de María Montez en
vez de la de Morrison, posiblemente porque casi nadie sepa quién es.
¡¡Lo que piensen de mí, me lo paso por el Arco del Triunfo!! |
He llegado a un punto en mi
vida que pienso que tengo que tener algún enlace secreto con las estrellas de
cine al igual que años atrás me pasaba con las vírgenes y santas… Largo de
contar aquí. Pero el caso es que tiempo después de nuestra aventura parisina,
se me apareció en sueños el espíritu de María Montez, más inexpresiva, dorada y
con más perlas que nunca y me susurró al oído: ¡¡Coleccióname!!”. Así, si más
explicaciones.
¡¡Si me lo pide una diva tan
insolente, no puedo negarme!!
¡¡El triunfo de la voluntad!! |
Como soy muy disciplinado, no
la decepcionaría. Me puse a ver todas las películas que pude y a coleccionar.
Había empezado el camino desde el final, visitando su tumba, así que tocaba
ponerse al día.
Descubrí una figura única en
su género. Creó su propio club de fans y se comportaba como una autentica reina
fuera de los platós. También es verdad que reconocía que su éxito era relativo,
cosa que no le impedía hacer declaraciones del tipo: “Si Hollywood es la ciudad
del espectáculo, yo ofreceré el mío”.
Hipnotizando a una araña tan artificial como ella |
Maria Montez, cursó estudios
en un internado de Santa Cruz de Tenerife. De padre canario y madre originaria de Baní,
nació en la Republica Dominicana donde su padre ejercía de Cónsul. Tras
escaparse en numerosas ocasiones del internado, casarse a los diecisiete años,
terminó aceptando la invitación de unos aristócratas germanos y se marchó a
Nueva York, buscando lo que siempre había soñado: una vida artística y lujosa
al estilo de lo contemplado en las películas.
Era una de las bellezas de su
época y sus 1,68m de altura contenían a partes iguales, narcisismo, ambición,
atractivo y elegancia. Muy limitada artísticamente, Terenci Moix lo resume muy
bien: “No sabemos si invocamos a una actriz o a una estatua”.
¿Actriz o estatua? |
Su paso por el cine fue corto,
aunque estos fueron de auténtica gloria. Encarnó las necesidades de evasión en
tiempos de guerra, convertida en la exótica estrella de disparates orientales
llenos de sarongs, sedas, turbantes, suntuosidad y colorido.
Además de las películas
citadas, se la puede ver igual de estatuaria en: “La reina de Cobra” (1944);
“Sudan” (1945) “La Atlantida” (1948). En “La reina de Cobra”, se
empeñó en consagrarse como actriz y aunque los críticos ya sabían que no era
una Vivien Leigh, algunos pregonaron que no esperaban tanta incompetencia.
La Reina de Cobra. |
Vivió creyéndose una Reina
hasta su muerte en París el 7 de septiembre de 1951 a los 39 años. Tenía
problemas de sobrepeso, por lo que durante sus baños de agua caliente y sales
adelgazantes, se le paró el corazón y fue encontrada sumergida en la bañera.
Reinado fugaz para alguien que
pensaba: “cada vez que me miro al espejo me viene el impulso de gritar: ¡soy
tan hermosa!”.
El 2010 lo recuerdo con
especial cariño y si lo resumiera sería así: el año de nuestro viaje a París,
el del Citroën 2cv y en el que redescubrí a María Montez.
“Quisiera tocar el firmamento
para convertirme en una estrella lejana, pero fulgurante y bella, así todos me
recordarán por lo que una vez llegué a ser.”
Venenosos salu2 desde Crystal
Lake!!
Las
fotografías forman parte de mi colección.
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