“Los hombres piensan que las
pecas son provocativas.” Doris Day
Problemas técnicos recientes,
han impedido que el pasado 3 de abril celebrase como se merece, los 90 años de
la cantante y actriz Doris Day.
En el panteón edificado en
Crystal Lake a las Diosas del Celuloide, Doris ocupa un lugar destacado junto a
estrellas de la talla de Dietrich, Del Rio o Lamarr. Aunque pueda parecer incompatible
con semejantes rivales, su simpatía, su estilo y esas películas llenas de colorido
se enquistaron en mi memoria.
La estética siempre me ha
tirado mucho. Más allá de los guiones, esos decorados, esos vestidos…, cuando
veo alguna de sus películas no puedo quedarme indiferente. Junto con Winnie the
Pooh, Doris cubre la parcela romántica y colorista de mi mitomanía.
Además, siempre viene bien un
poco de aire fresco después de tanta mujer fatal.
Sin destacar especialmente por
la belleza, el misterio y la lejanía de las citadas, el hecho es que la
señorita Day, con esas pecas que la cubrían la cara, subió enteros en mi
panteón de señoras ilustres a pasos agigantados desde mi niñez, hasta posicionarse
a día de hoy, como uno de mis iconos imprescindibles.
Me recuerdo de niño viendo sus
películas más conocidas protagonizadas junto a su amigo Rod Hudson en tv con mi
madre, aunque ella siempre me repite que a ella, Doris le parecía terriblemente
cursi.
En la etapa de mi niñez-adolescencia, solo era objeto de mi admiración fanática
Rita Hayworth. Mi cultura cinematográfica estaba (por así decirlo) en pañales. Faltaba
mucho para que llegase La Dietrich para acaparar mi atención por completo.
Luego Rita apareció con el
pelo corto y platino en “La dama de Shaghai” (1947). Un corte de pelo y el
encanto se esfumó. Confieso que yo también soñaba con Gilda y me desperté con Rita.
Además de Rita, recuerdo a
Gene Tierney, Ingrid Bergman y por supuesto a Doris Day. Al final me he ido
especializando y unas han dejado su hueco para ser cubierto por otras estrellas,
pero del grupo citado, una de las mejor situadas es, Doris Day.
Pese a que muchos tilden a
Doris Day de cursi o insoportable, entre ellos mí admirado Terenci Moix, que decía que
sentía verdadera animadversión hacia ella, es innegable su talento innato para la comedia
y para lo que no eran comedias, como sabía muy bien Alfred Hitchcock.
El
maestro, la prefirió con diferencia a otras de las actrices con las que tuvo la
ocasión de trabajar. Como por ejemplo: Julie Andrews (a la que no soporto), que
por cierto le “robó” el papel de “Sonrisas y lágrimas” (1965). De hecho Hitch estaba
deseando trabajar con ella.
Dejando aparte sus comedias con
Rod Hudson, como “Confidencias a medianoche” (1959) o “Pijama para dos” (1961),
que para mí son las que peor han envejecido, demostró sus cualidades como
actriz en “El hombre que sabía demasiado” (1956) y “Un grito en la niebla”
(1960) entre otras, aunque sería en el género de la comedia donde destacaría
sin esfuerzo.
Estás películas mencionadas, junto
con: “No os comáis las margaritas” (1960) y “Una sirena sospecha” (1966), se
encuentran entre mis favoritas. A parte de Marlene, Hedy o Ingrid Bergman
es de la actriz que más películas tengo.
Además sabía cantar y lo hacía
muy bien. No hay día romántico que se precie en Crystal Lake donde no pongamos
alguno de sus temas. Escolopendra Venenossa se “derrite” en cuanto suenan “Fly me
to the moon” o su archiconocida “Qué será, será”.
Doris Day, comenzó su carrera
musical en los años 40 formando con otras intérpretes, el nutrido grupo de
música pop tradicional. También bailaba, aunque tuvo pocas ocasiones de
demostrar esa habilidad.
En los años 50 después de una
carrera como cantante de éxito, dio el salto al cine, trabajando con grandes
directores y compartiendo protagonismo con los actores más importantes de la
época. Una vez establecida como estrella en los 60, compaginó admirablemente
una imagen de “chica de al lado”, de desbordante simpatía con grandes dosis de
estilo, gracias sobre todo al magnífico vestuario que lucía en sus películas.
Doris fue siempre una creadora
de tendencias, varios pasos por delante de sus fans, “haciéndoles saber” lo que
se llevaría, dependiendo de la década. Cambiaba tan rápido como la moda, y sus
películas se convirtieron en festivales de estilo de dos horas, siempre
luciendo modelos que fuesen asequibles a sus seguidoras.
Las espectadoras iban a ver
sus películas para aprender como Doris conquistaba al apuesto actor de turno y,
no menos importante, para ver lo que llevaba cuando lo conseguía.
Hablando de moda, creo que mi
afición, rallando en el fetichismo por las faldas de tubo hasta las rodillas,
debe de venir de la imagen que tengo de ella en mi cabeza. Me fascinan como
sientan y esos andares que me parecen tan provocativos. Recordemos también a
Tippi Hedren en “Los Pájaros” (1963), otra de mis actrices fetiche.
Sus papeles generalmente de
puritana la colocaron la etiqueta de virgen oficial de Hollywood (algo
totalmente alejado de la realidad), pero la personalidad, su entusiasmo, su
comicidad, la aleja de la típica actriz-heroína a la sombra del galán. Doris
Day en cada una de sus interpretaciones, es la dueña de la función.
Encarnaba a la perfección el
prototipo de ama de casa americana. De sonrisa agradable, de ojos azules y su
melena rubia, en sus comedias siempre representó a la mujer que defendía los
valores familiares y la virginidad por encima de todo, sin abandonar una imagen
coqueta.
La lucha de sexos que se traía
entre manos con sus galanes, pese a estar pasada de moda, me hace todavía
gracia. De todas formas, la prefiero más, cuanto menos en serio se toma a sí
misma. Sus muecas, muchas veces exageradas no me producen ningún rechazo y eso
que no soy de los que aguanten a ningún actor excesivamente sobreactuado.
¡¡Para mí, cuanto menos
gesticulen mejor que mejor!!
Los años en los que figuró
entre las estrellas más taquilleras, llegaba a su fin. A finales de los años
60, se retiró del mundo del espectáculo dejando atrás una carrera llena de
éxitos en cine y televisión.
En los setenta, se dedicó a tiempo
completo, al cuidado de perros y gatos abandonados, convirtiéndose en una
defensora a ultranza de los animales. En la actualidad sigue con estas
actividades desde su fundación “Doris Day Animal League”, además de diversas
asociaciones que ayudan a niños, enfermos y ancianos sin recursos económicos.
En 1988 recibió un Globo de
Oro honorifico (Premio Cecil B. DeMille) al conjunto de su carrera, durante la
cual solo fue nominada al Oscar en 1959 por “Confidencias a medianoche”.
Curioso es que fuera de la
pantalla estaba considerada como una devoradora de hombres. Se casó en cuatro
ocasiones y coleccionó amantes en cantidad. Ella misma se consideraba: “una
voraz Mesalina”.
“Aunque en la pantalla daba la
imagen de chica de al lado, yo era más bien la mujer de la cama de al lado ¿Qué
hay de malo en el sexo?” Doris Day
Venenosos salu2 desde Crystal
Lake!!
Sabes que me estás haciendo cambiar de opinión sobre Dorys?¿Además yo era una de las que si iba a ver una de sus "pelis" era por saber como se vestía y si podía conseguir algo parecido a lo que ella llevaba ;pese a que supongo que era mucho mas alta,eso creo al menos.¡¡Felicidades querido Jasson por hacer una nueva fan de Dorys ,y eso de que ayuda a los perros y gatos me ha llegado hasta lo mas profundo de mis entretelas.¡¡
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