Retomo después de una pausa de más de un año y medio Sopa
de Mitos, tiempo este en el que me he dedicado a ver día tras día una película
clásica (como comenté, creo, en una entrada anterior), preferentemente pre-code.
El periodo pre-code comprende las películas realizadas desde finales de los
años 20 hasta julio de 1934, momento en el que la censura se endureció tras las
demandas de la iglesia católica.
James Cagney admirando la lencería de Joan Blondell en Blonde Crazy (1931) |
Tanto para el que esto escribe como para su fiel Escolopendra Venenosa, este periodo nos abrió los ojos a una serie de películas en las que las insinuaciones sexuales, la jerga grosera, las drogas, la violencia, la infidelidad y la promiscuidad, el aborto, la homosexualidad y las relaciones interraciales eran moneda común. Además fueron producciones mayoritariamente dominadas por personajes femeninos que estaban de vuelta de todo.
Ann Dvorak drogadicta e infiel en Three on a Match (1932) |
Esta pequeña introducción me da pie para señalar que, gracias a estos filmes, he descubierto o en muchos casos redescubierto a un sinnúmero de estrellas, hoy prácticamente olvidadas, que eclipsan de manera significativa a las que han llegado a nuestros días. Katharine Hepburn, Greta Garbo, Bette Davis, Cary Grant, Humphrey Bogart, Audrey Hepburn, Marilyn Monroe, Marlon Brando… ¡Vamos, las que prácticamente todo el mundo menciona cuando se les pregunta sobre estrellas clásicas!
Claudette Colbert como Popea en El Signo de la Cruz (The Sign of the Cross, 1932) |
Aquí me reafirmo en mi postura de que el cine actual, en principio, no vale un pimiento. No solo que para mí no existen personalidades de la talla de las estrellas clásicas, sino que ya está todo más que inventado. Por poner un ejemplo: muchos recordareis la película de 2013 El lobo de Wall Street (The Wolf of Wall Street) dirigida por Martin Scorsese y protagonizada por Leonardo DiCaprio, pero lo que no se si sabíais es que ya existía una versión de 1932 titulada High Pressure con William Powell. Ante una historia basada en las memorias del corredor de bolsa Jordan Belfort, no podemos decir nada. Cualquiera puede hacer su propia versión, pero lo que nos dejó ojipláticos, tanto a Escolopendra como a mí, fue descubrir que la creatividad de Scorsese se fundamentase en copiar plano a plano la mencionada versión. ¡Ver para creer!
William Powell en Alta Presión (High Pressure, 1932) |
Este tiempo dedicado a ver dichas películas también ha influido en mi afición al coleccionismo. He abierto mi campo de visión “aparcando” a mis habituales: Marlene Dietrich, Hedy Lamarr, Gary Cooper, Rita Hayworth, etc., ampliando de manera insospechada mis gustos y lo que es más importante: mi opinión crítica. La inflexible adolescencia dio paso a la madurez objetiva.
Constance Bennett junto a Tyrell Davis en Our Betters (1933) |
Con esta premisa no es de extrañar que las estrellas que dominan Crystal Lake estén más que sublevadas, diría que incluso cabreadas, al tener que compartir mi atención con otras estrellas por las que no había mostrado el debido interés. Quizás se han dado cuenta que he descubierto que existen actores y actrices mucho mejores que ellos.
Miriam Hopkins a punto de ser violada por Jack La Rue en The Story Of Temple Drake (1933) |
Antes de continuar, he de aclarar que todos los mencionados en estas líneas o a los que mencionaré en futuras entradas, excepto casos concretos, siguen siendo santas y santos de mi devoción. Poseer talento en mayor o menor medida, no imposibilita para que uno no pueda convertirse en todo un icono.
Greta Garbo besando a Elizabeth Young en La reina Cristina de Suecia (Queen Christina, 1933) |
A estas alturas de la “película” bien puedo decir que sustituiría de buen grado a Cary Grant por William Powell, a Carole Lombard por Constance Bennett, a Rita Hayworth por Ann Sheridan, a Humphrey Bogart por George Raft y que he “alucinado” con estrellas tan dispares como Robert Armstrong, Warner Baxter, Joan Blondell, Ruth Chatterton, Walter Huston, Ida Lupino, Paul Muni y un largo etcétera.
Desnudos masculinos en la escena del gimnasio de Search for Beauty (1934) |
Dejémonos seducir por el rugido de Leo el león de la Metro, la fanfarria de 20th Century-Fox y por la montaña de la Paramount, de los gloriosos años dorados de Hollywood.
¡Venenosos Salu2
desde Crystal Lake!
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