Me encantaría poder decir que
el pasado día de los enamorados, cuando empecé a escribir esto, acababa de ver
“Kong: La Isla Calavera” (2017), pero no es verdad. Hubiese sido un golpe de
efecto porque siento un verdadero amor por los “monstruos”, que mencionaré a
partir de aquí como criaturas, que me gusta más. Lo de monstruos lo dejo para los
Homo sapiens, que a fin de cuentas son los que no paran de tocar las narices y
los que provocan la mayoría de los desastres que nos asolan.
Hedora, la burbuja tóxica. |
Hubiese estado bien decirlo,
pero me resulta casi imposible mentir. Nunca he podido y no porque me descubran
sino porque no me gusta. Si llego a hacerlo, confieso en cuestión de segundos. Puede
darse el caso que Escolopendra Venenossa, viéndome más contento de lo habitual
sospeche algo, pero antes de que le dé tiempo a preguntarme ya le he
confesado, por ejemplo, que me he comprado unos cromos de los Pókemon al ir a
por el pan. Si me remuerde la conciencia ocultarle eso, no sé como lo llevaría
con asuntos todavía más importantes. También os digo que Igual que me cuesta
mentir, también me cuesta: ¡mantener la boca cerrada!
Kong a punto de usar su Pokeball y hacerse con todos... |
¿Conocéis el refrán “El que
avisa no es traidor”? Pues eso… No tengo el aliento radioactivo de Godzilla,
pero según cómo, cuándo y por qué me molesten, mi nivel de explosividad
volcánica sube como la espuma. A veces cualquier excusa me vale y paso de la
tranquilidad a la ira en pocos minutos. En ocasiones, las pocas, me retiro
“pacíficamente” antes de que la sangre llegue al río, pero la mayoría de las
veces suelto sapos y culebras por la boca. No es muy agradable de ver y oír, y
menos si eres el sujeto que lo recibe.
Godzilla contraataca junto a Anguirus. |
Depende del mismo índice puede
que me arrepienta y me disculpe, pero otras no. De todas formas, una vez aprietas
el acelerador y sueltas todo lo que se te pasa por la mente, no hay forma
humana de corregirlo. Y aquí viene muy bien esa frase de: “perdono pero no
olvido”. En eso soy como los búfalos y los elefantes, que olvidar se olvidan de
poco. Fue un caso real el de un búfalo que esperó a la sombra de una acacia al
tipejo que le hirió en una cacería un año antes.
La paciencia es la madre de la ciencia. |
Toda esto viene porque después
de ver la mencionada película y contársela a Escolopendra Venenossa, le comenté
que siempre me pongo del lado de las criaturas y simpatizo con ellas. Escolopendra,
que es mi Pepito Grillo, me contestó: “¡es porque te identificas con ellas,
pero eso ya lo sabes de sobra no hace falta que te lo diga!” ¡Me encanta oírlo,
por cierto!
¡Te he dicho mil veces que no me pises el suelo mojado! |
Al igual que Kong, valoro la
tranquilidad y soy muy posesivo con mi espacio vital, mis cosas y algunos
amigos. Cualquier cosa que me perturbe desata a la criatura que llevo dentro y
salto a las primeras de cambio, así que entiendo perfectamente lo que le pasa
por la cabeza.
La primera palabra que aprende una criatura en todos los idiomas es: ¡Venganza! |
“Kong: La Isla Calavera” comienza
con un prólogo que se desarrolla durante la 2ª Guerra Mundial y continua a
partir del final de la Guerra de Vietnam. Al ego humano (aquí el de EEUU) le
gusta mucho tirar de sus éxitos y
derrotas del pasado. En este caso se vengan en el pobre Kong de sus derrotas.
Además descubrimos que los motivos que tienen para explorar la isla es ser los
primeros en conquistarla y aprovecharse de los recursos que encuentren. ¡Algo
tan real como la vida misma!
Las manazas del Homo sapiens alcanzan cualquier lugar por lejano que esté. |
Navegando hacía ella van de la
manita un grupito de científicos y soldados (la ciencia y las armas siempre
juntas) y un exsoldado, ahora como guía y una fotógrafa pacifista, ambos con
sentimientos ecologistas. Nada más alcanzar la isla empiezan soltando
explosivos. ¡Fenomenal!
A Kong le dejan la isla hecha unos zorros. |
Kong que está tan pancho en su
isla comiendo megaplátanos se pilla un rebote espectacular. Él no está solo en
ella, también hay animales y nativos rarunos a los que cuida. Lo que no
entienden los cabeza de chorlito cuando Kong se enfada, es que sólo quiere que
le dejen en paz, como a la Garbo.
Santa Greta de la paciencia. |
Llegar a un lugar y arrasarlo es
algo muy habitual del ser humano, así que no me extraña que las criaturas a las
que molestan decidan tomarse la justicia por su mano. ¡Ellas son muy vivas! A
mí me pasa más o menos lo mismo cuando invaden los alrededores de mi cabaña en
el lago siempre que hay algún evento cerca.
Godzilla hasta los mismísimos del transporte público. |
En los años 50, Godzilla y
otras criaturas por el estilo, fueron una metáfora sobre los ataques nucleares.
Ahora en la actualidad, bien podrían representar el miedo a ser destruidos por
un país hostil, cualquier loco presidente de una gran nación o el cambio
climático. En cualquiera de los casos, nos queda claro que el egocentrismo
humano podrá con todo, lo mismo que sucede en las películas con criaturas
colosales de por medio: "la estupidez humana no la resuelve ni Kong ni Godzilla
juntos".
¡Megalodón, cuando acabes con los surfistas ve a por los ciclistas! |
Cuando los Homo sapiens
invaden simas oceánicas, parajes desconocidos o talan árboles sin una razón de
peso, irritan a un Megalodón que devora todo lo comestible que encuentra, a
Godzilla que destruye todo a su paso, o a mí que maldigo a las instituciones
municipales hasta llegar a casa.
Un pedrusco bien utilizado puede convertirse en un arma de destrucción masiva. |
¡Ya me gustaría actuar como Godzilla!
Él no se anda con chiquitas y harto de tanta intromisión (recordemos que no le
dejan en paz desde los años 50) se dirige hacia la costa más concurrida, sea
ésta la bahía de Tokio, Torrevieja o el mismísimo Benidorm, asolándola. ¡Encima
la gente se queja!
Godzilla se acerca a los autobuses que se dirigen a Lourdes. |
El leitmotiv de Godzilla es ir
y venir de su isla atravesando el océano hasta llegar a tierra, buscando
venganza, algo así como cuando yo voy al DIA buscando mí bebida de avena
favorita. La diferencia está en que él tiene la satisfacción de quedarse a
gusto destruyéndolo todo y en cambio yo no puedo derribar estanterías al no encontrarla.
Davidjason practicando su gruñido de guerra. |
De todas formas no todas las
criaturas tienen por qué ser ficticias y de maneras burdas. También las hay
reales y de modales glamourosos. Ahora que acabo de leerme un libro sobre Greta
Garbo comprendo su proceder y la entiendo perfectamente. Entre la película de
Kong y el libro de Garbo, me imagino ser un hijo no reconocido de ambos: mi
carácter es el de él, pero mis maneras son las de ella. Teniendo en cuenta
estos padres ficticios, no me extrañaría que Escolopendra, mí querida miriápodo
piense que comparte su espacio con una caja de explosivos marca ACME, por lo
inestable de uno y lo fría de la otra.
Para tratar a una criatura nada mejor que hacer uso de un manual de instrucciones. |
Cualquier cosa me irrita, suelo
explotar a la mínima de cambio y soy dado a hacer salidas de lo más
cinematográficas. A veces fantaseo con tener la fuerza bruta de Kong, Godzilla
y pisotear cabezas o ser como la Cosa de los 4F y soltar su conocida frase: ¡es
la hora de las tortas!, pero considerando mí fuerza física puede que salga
perdiendo si se la compara con la de La Divina.
Es ver a este perro en un callejón oscuro y salir corriendo... |
En parte soy como los perros
pequeños que se creen grandes. Como nuestro Frankie, que a veces se crece
cuando ve un perro que le dobla en tamaño y le entran unos prontos de mala
baba, pero desconoce que él no tiene ni medía hostia. ¡Admiro su valor y
atrevimiento!
Grace Jones no entendió muy bien qué es eso de atención al cliente. |
Si bien mi carácter es muy
parecido al de mis queridas criaturas, prefiero en lo posible, cuando no me
dejan en paz, no hacer escenitas dignas de criaturas como una Grace Jones
(montando líos en aviones) o una Björk (soltando tortas a periodistas) y
decantarme por el estilo Garbo. ¡Qué mujer! ¡Mucho en común tengo con ella y yo
no lo sabía!
El mejor amigo de uno es uno mismo. |
A ella le gustaba estar sola
en casa tranquilamente y que la dejasen en paz. Pasar tiempo en la cama, leer
un libro en su jardín o nadando en la piscina. No contestaba al teléfono ni
abría la puerta a nadie. Sólo mantenía relación con un pequeño grupo de amigos
y no siempre todos juntos. Si en un encuentro con éstos aparecía un desconocido,
se largaba a casa, cosa que también hacía en el trabajo cuando algo no le
gustaba. Nunca iba a fiestas y si aceptaba una invitación no aparecía.
La Garbo a su vuelta de quemar la casa de sus vecinos con ellos dentro. |
Si alguien quería que se la
presentaran ella contestaba: “¿Para qué quiero conocer a alguien que no
conozco?”. Si una señora, por ejemplo,
la saludaba en una tienda, salía en desbandada relatando en alemán algo así
como: “¡Qué querrá ésta!”. Si daba, en alguna ocasión, una pequeña cena en su
casa, llegada una hora decía: “¡Ya es hora de que os marchéis!”. Que la tocaran o abrazaran, malo. Que la
preguntaran, malo. Si iba a un local y estaba más o menos lleno, se largaba... siempre
poniendo pegas a todo. ¡Algo por cierto muy mío!
¡Pero no toques, por qué tocas! |
Greta Garbo quería tener una
existencia anónima y tranquila como las criaturas de ficción, sean estas
Godzilla, Kong o Davidjason. ¿Por qué molestarlos y luego sorprenderse de que se
conviertan en auténticas fieras?
¡Divina Garbo, divina hasta en
la borderia!
Venenosos Salu2 desde Crystal
Lake!
Todas las fotos colección del
autor, excepto las de Kong: La Isla
Calavera (2017), Megalodón (2018) y El Coyote.
Escaneo: Godzilla King of the
Movie Monters (1996) by Robert Marrero.
Búfalo: acuarela del autor.
¡Es eso y más!"
María Escolopendra Venenossa
A todas las criaturas que no
se sienten normales.
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