Ahora que estamos en una época
de reconocer la identidad sexual y de género del ser humano, yo voy más allá y
lo simplifico todo reivindicando mi derecho a ser identificado simplemente como
mamífero y dejarme de tanto rollo. ¡Qué cansinos! Además me viene fenomenal,
pues al considerarme mamífero, no tengo ningún problema en admitir abiertamente
que empatizo con todos y cada uno de ellos, exceptuando el género homo y
ciertos primates… Ya metido en arena añado que empatizo de igual manera con el
resto de especies, aunque no sean mamíferos.
Óryx de cuernos de cimitarra |
Aclarado este punto, paso a lo
que nos ocupa.
Mis primeros recuerdos con los
mamíferos, no era que me diese el pecho mi madre, que parece ser que a algunos
los deja marcados. ¡El acto de amantar es tan común! Lo digo siempre, lo mismo
amamanta una vaca que una cerda y no se andan con tantas zarandajas. Está
sobrevalorado, sobre todo en el género homo y ya no te cuento cuando a alguna
loca le da por comerse su placenta… Lo entiendo en un ñu hembra que tiene que eliminar
rápidamente cualquier señal del nacimiento de su cría para no alertar a los
depredadores, pero en el ser humano me parece cuando poco, aberrante.
Ñu de barba blanca |
En casa teníamos la
enciclopedia El Mundo de la Naturaleza y de vez en cuando por petición mía, mi
padre me sacaba algún tomo para que lo viera, no podía cogerlo solo porque yo era
pequeño y el libro pesaba mucho. Siempre elegía el de los mamíferos e imagino
que mi padre estaría harto porque de vez en cuando me sacaba el de los
reptiles. El tomo ahora, está más desgastado que el resto. Mientras otro niño se
sentiría fascinado con el tigre o el león, yo me quedé flipado con la
diversidad de los herbívoros y en especial con los que portaban cuernos y
astas.
Kudú |
Tendría entre 3 o 4 años, cuando
descubrí mi primer muflón, al gran kudú y muchos otros. Así que mi afición por
los cuernos viene de lejos. Si ya hablamos que en 1974 se empezó a emitir El Hombre
y La Tierra, no digo más. Más tarde, la editorial Marín sacó los famosos
cuadernos de campo. No puede dejar pasar la ocasión y con 7 años conseguí que mi padre me
comprase el dedicado a La Cabra Montesa y El Muflón.
¡Los fantásticos cuadernos de campo! |
Al terminar cada episodio, iba
corriendo a buscar un block de dibujo y dibujaba escena por escena a modo de cómic. Principalmente los episodios de herbívoros perseguidos por carnívoros.
Antes me parecía fascinante el programa de TV, ahora cuando los veo me parecen
sospechosamente preparados. Me pasa actualmente con los documentales de La2. Me
pongo malo. Qué innecesario me parece filmar escenas explícitas de cómo un
león, hiena o el que sea devora a un herbívoro escuchando sus bramidos y el
crujir de huesos.
El primer muflón que vi en mi vida |
Siempre dicen que no hay que
intervenir, pero yo pienso que una vez estás allí en África filmando, quieras
que no, ya estas interviniendo de una forma u otra. Pero bueno eso depende del
tipo en particular. Hace poco vi un vídeo donde cosían una herida a una leona,
pues mira yo la hubiese dejado tal cual. O se interviene para todos o para
ninguno. Lo siento por la leona… Y ya no hablo de los turistas que graban
escenas espeluznantes y a los que solo se les oye decir: “¡Oh my god!”… Pues
chico ¡deja de grabar! o baja del jeep y échale una mano al búfalo de turno.
¡Qué asco me da esta gente! No me quiero ver en una parecida, por eso no iría
nunca a ningún safari, me conformo con ir al zoo, aunque a la gente no le
guste.
Ciervo rojo |
En cuanto al zoo, desde que
tengo uso de razón voy, de hecho ciudad que visito dentro o fuera de España, lo
primero que hago es ir a uno. Están en la diana de todo animalista que se
precie, pero a mí no me produce ningún cargo de conciencia ir. Los herbívoros
viven por lo menos ajenos a los depredadores, que es lo que me interesa y luego
admirarlos, claro. Con otras especies tengo mis reservas…
En cuanto a los animalistas… A
veces me entero de cosas que hacen... Se me cae el pico de pato Lucas al
suelo…
Sable (Berlín, 2004) |
Siguiendo con mis aventuritas,
mira tú que el niño raro de turno no tenía otra cosa que hacer que cuando iba
al campo plantarse ramas de árbol en la cabeza e imaginaba que era un ciervo o
lo que se terciase. Escolopendra Venenossa todavía llegó a verme hacerlo. Ahora
con la moda de los implantes, podría ponerme unos bonitos cuernos, pero con lo
que me dio la madre naturaleza me conformo. Además cuento los años para echarme
unas risas a costa de los vejetes llenos de agujeros o (estoy deseando verlo) las orejas dilatadas.
Bura o Ciervo-mula con los cuernos en terciopelo |
En el colegio me dediqué a
transformar el conocido juego del rescate y lo rebauticé como muflones y lobos.
Empezaba un solo niño como lobo y el resto éramos muflones. Según nos iba
atrapando nos convertíamos en lobo y así hasta que solo quedaba un muflón. Tuvo
éxito un par de veces y más que nada, porque yo venía de fuera (y era la
novedad) e inventé que era un juego de moda de donde venia.
Muflón del Canadá |
Esta afición por los animales con
cuernos se convirtió en vicio y me llevó a “delinquir” sobre todo en Navidades.
Casa a la que acudía con mi familia y en la que hubiese un portal de Belén, ahí
iba yo haciéndome el disimulado (¿puedo ir al wc?) y arramplaba con todo
animalito que tuviese cuernos, en especial como es de suponer: cabras, carneros
y cuando había suerte (las pocas), algún ciervo.
Tar |
Cuando visitaba a mis abuelos
maternos, estos siempre avisaban a una tía de mi madre (mi favorita) que
siempre nos traía algo del kiosko verde de toda la vida. A mí normalmente me
compraba un sobre sorpresa de animalitos. Siempre que venía me traía el mismo. Ahora
pienso que debía ser el único familiar que he tenido que no le pareciese raro que
no pidiese algo diferente cada vez. Desde entonces cuando salgo de viaje, si
veo en algún pueblito un kiosko verde y abigarrado (raro verlos) siempre lo
escudriño buscando esos sobres sorpresa de mi infancia.
Nyala (Berlín, 2004) |
Cuando tuve ya edad suficiente
para tener paga y salir a la calle, mi momento eran (otra vez) las Navidades.
En cuanto en el estanco de mi barrio ponían a la venta las figuritas del Belén,
para allá que iba y me hacía con las típicas cabritas y corderos. Para entonces
ya empezaba a acumular libros de animales. A la hora de escogerlos
invariablemente debía tener una buena foto de algún animal que portase cuernos
o astas.
Cobo |
Actualmente sigo el mismo
patrón. Hace unos años compré el típico libro de supermercado, Los 1001 Animales.
Tiene un montón de errores e inexactitudes. Directamente (tendría que tirarlo a
la basura) hay un apartado genérico de
antílopes y meten a todos en el mismo saco sin identificarlos. Lo mismo pasa
con el apartado gacelas, donde colocan a unos cuantos antílopes. En fin… Pero
no pude resistirme por las buenas fotos que había del kudú, el cobo, el damalisco…
Alcelafo de Coke |
Con 15 años mi afición me
llevó a delinquir de nuevo, hablando claro: ¡a robar! Mis padres me daban
dinero para comprar el material para ir a clase en Artes y Oficios. Recuerdo
una vez que tenía que comprar una caja de pasteles Rembrandt y decidí, en vez
de ir a una tienda de bellas artes, acudir a unos conocidos grandes almacenes
de Madrid, haciendo un alto en la sección de librería... En ese momento
aparecieron dos David en miniatura a cada lado de mí. El bueno me decía que el
dinero era para la caja de pasteles, porque mi intención era gastarme el dinero
en un libro de mamíferos (con buenas fotos de cornudos), pasar de los pasteles
y apañarme con cualquier excusa luego al llegar a casa. El David malo me
aconsejó que no me complicase tanto... “Hablaron” entre ellos y de común
acuerdo, me aconsejaron que hiciese lo que debía y que, como la bolsa era muy
grande (siempre he sido muy previsor y pedía bolsas grandes) metiese el libro
en un descuido y así lo hice.
Eland (Berlín, 2004) |
Ahora no se puede porque
tienes que salir por el arco que detecta la alarma. Antes era relativamente
fácil. Mi táctica era la siguiente: siempre llevaba algo pesado en la mano,
luego compraba algo y según la bolsa que me daban, pedía una mayor para poder
meter lo que ya llevaba de casa. Pero bueno, tampoco delinquir es que
delinquiera mucho. He sido más de ir ahorrando que da menos quebraderos de
cabeza, aunque con mi experiencia como antílope siempre tenía a mano las rutas
de escape.
¡Y robar es malo, por supuesto!
Óryx de cuernos de cimitarra (Amsterdam, 2007) |
He sido muy ahorrador aunque
no lo parezca. Eso sí, siempre para lo que me interesa, que si un libro, un
muñequito, menos para viajar o salir a tomar algo, para todo. Prefería quedarme
en casa sin salir el tiempo que fuese necesario hasta conseguir mi objetivo.
Búfalo rojo (Valencia, 2008) |
Ya con 5 años más o menos,
acumulé una buena bolsa de pesetas y 50 céntimos (que terminó derramada por el
suelo de la tienda) hasta que me hice con un cocodrilo de goma, que al final de
sus días perdió parte de las escamas, cola, dientes e incluso la mandíbula
inferior de tantos click de Famobil que se llevó a la boca y algún zurriagazo
que se llevaría mi hermana.
Bonita figura de muflón que me regaló mi hermana Silvia |
A falta de animales con
cuernos me los inventaba yo. Doy las gracias a TENTE y sus bloques de
construcción y a la plastilina. Con el primero (siempre he pasado de seguir los
modelos) a base de mucho dar vueltas a la cabeza hacía mis ciervos y muflones y
con la plastilina personalizaba los caballos de plástico del Oeste, aunque
tardaba más en modelar que lo que duraba una vez creado. ¡Cosas de la baja
resistencia de dicho material!
Damalisco (Valencia, 2008) |
En los 80, la bollería Panrico
hizo mucho por mi cuando lanzaron los bollitos Tarzán. Siempre incluía una
figurita de plástico de algún animalito. Lo de menos era el bollo, por lo menos
en mi caso, ya que me lo quitaban en el recreo, pero sabiamente sacaba el animal
antes de llegar al colegio. Todavía conservo algunos.
Antílope negro o cervicapra |
Cuando descubrí la casa
Schleich y posteriormente Papo, mis sueños se hicieron realidad a la par que mi
economía me permitía los excesos. Se acabaron las bolsas cutres de animalitos
donde te metían un tigre con una cebra. Primero compraba las figuritas para un
“sobrino”. Luego, me dejé de excusas.
Regalitos que me hace Escolopendra Venenossa |
Escolopendra Venenossa
recordará el subidón que me dio en nuestro viaje a Paris en 2010 cuando
entramos en los almacenes Lafayette y me di de sopetón con unas interminables
estanterías repletas de figuritas de Schleich y Papo. Tal como la encontré me
quedé parado sin saber escoger hasta que el guardia de seguridad que iba
cerrando las salas me obligó a reaccionar. Seguramente me perdí innumerables
maravillas. Me hubiese encantado ver el aspecto de mi maleta al pasar por los
rayos X del aeropuerto. Además de varios animales entre los que estaban un búfalo,
un kudú, un tapir, también iba Maria Antonieta
y viajó a Paris con nosotros un Crash Bandicoot, un pingüino, el marcianito de
Toy Story y la Nintendo DS con los Pokémon. Luego me extraño de que no me entre
la ropa en la maleta.
Otro regalo, un tanto kitsch, cortesía de Escolopendra |
Cuando mi economía no me lo
permite acudo a las tiendas regentadas por los chinos (mis grandes amigos, los
adoro). Siempre rebusco y encuentro algo (no muy bueno, la verdad) y de paso
aplaco el mono de cuernos. A veces me da por cualquier animal y llega un momento
en el que me encuentro por ejemplo, con un buen grupo de hipopótamos.
Miss Munsters acertando al 100% como siempre |
Soy feliz cuando alguien se
acuerda de mí y me trae algún animalito siempre y cuando los pueda acoplar
bien. Hace tiempo me trajeron un elefante y no supe muy bien qué hacer con él,
así que le puse en la sección de dinosaurios de lo feo que era. Mi amiga Carmen
Munsters dio en el clavo un año que me regaló un set con un kudú y una cebra,
aunque la cola de ésta estaba mal hecha. ¡No pasó el control de calidad! Acepto
cualquier animal excepto monos. Mi hermana pequeña me preguntó por mi último cumpleaños que quería, le dije: ¡un cerdo! Dicho y hecho.
Mi cerdito cortesía de mi hermana Elsa |
En cuanto a animales con
cuernos… Todos me encantan, tanto que últimamente estoy cogiendo ojeriza a los
leones, por ejemplo. Debe de ser cosa de ser vegetariano. Mi día a día está
relacionado con ellos, pues me aplico su modus operandi. He aprendido mucho de
los herbívoros. ¡Si ya dispusiese de señales acústicas, visuales y olfativas
sería lo más!
Arruí o Muflón del Atlas |
¡Siempre alerta!
Si por ejemplo voy al parque
con los perros y los suelto a deshoras y me comenta alguien que está la policía
municipal multando, abandono los espacios abiertos y me adentro con los perros
en la zona de arbolado más espesa, controlando los accesos a la misma como si
fuese un antílope sable con sus crías.
Sable |
¡No está de más ser precavido!
Solo tengo que poner una cara
rara, en las pocas ocasiones que salgo de noche con Escolopendra, para que ella
me diga que ya está el impala en acción. ¡Quien evita la ocasión evita el
peligro! Mis sentidos se agudizan y en ocasiones creo que hasta se me estiran
las orejas como si fuese una gacela de Thomson. Gracias a esto detecto
rápidamente situaciones potencialmente peligrosas.
Impala |
¡No se consuela quien no
quiere!
Si no me queda más remedio y
tengo que salir de casa con todo el calor del verano (¡detesto el verano!), me
imagino ser un óryx cruzando cualquier desierto y así como que voy más a gusto.
Lo mismo cuando voy en metro y está lleno de gente y te cuesta subir por las
escaleras. Aquí soy un ñu cruzando el río Mara.
Óryx |
En mi vocabulario mental es
fácil detectar palabras como: roca salvadora, enrocarse, rumiar, sprintar…
Ahora no tanto, pero de niño me ha gustado trepar por cualquier montaña imaginando
que era una cabra y también me gustaba correr. Esto último por necesidad…
Búfalo africano |
Me he entretenido mucho
imaginándome cosas, la verdad. A veces sueño con ser un búfalo o incluso un facóquero
(este no es de cuernos, claro) y dar una lección a más de uno. Nunca hay que
infravalorar a los débiles.
Mi pequeña sabana casera |
Hace poco Carmen Munsters me
llevó a un paraíso hecho realidad. Una pequeña tienda llena hasta los topes de
figuras Playmobil (¡no colecciono Playmobil!). Encontré una bolsita con gacelas
de Thomson. Ahora mi meta es ir comprándome más poco a poco hasta hacerme con
una manada considerable. Ya tengo dos, por algo se empieza.
Venenosos salu2 desde Crystal
Lake!
Material gráfico:
El Mundo de la Naturaleza. Los
Mamíferos (Seix Barrall, 1968).
Gran Enciclopedia Ilustrada
del Reino Animal (Artia, 1962).
Cuadernos de Campo. Cabra
Montesa y Muflón (Marin, 1978).
Fotos del autor.
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