Que Gary Cooper encarnó como
pocos el ideal americano es algo que no se puede poner en duda. Que era un tipo
normal que llegó desde Montana para conquistar Hollywood tampoco.
En pantalla, sus personajes,
siempre representaron al hombre honesto, sencillo y con buen fondo. La
sencillez la trajo incorporada de serie desde su Montana natal.
Conocido por todos como el
hombre monosilábico: “yep, not, up”. No leyó un libro en su vida, o eso dicen,
pero no hacía falta, solo con su presencia, discretas miradas y sonrisas
tímidas, seducía por igual a grandes y pequeños, fueran mujeres u hombres.
Para muchos biógrafos es la
versión masculina de otro mito de su época como fue Greta Garbo. Conclusión:
cuanto menos hablaran mejor daban en pantalla. De hecho, él mismo pedía a los
guionistas que redujesen en todo lo posible sus textos. Durante un tiempo se le
identificaba como una estrella más que como un actor.
Con poco dialogo lo decía
todo, como mencionaban algunos directores y actrices con los que trabajó. El
gran Lubitsch lo expresó muy bien: “Gary Cooper y Greta Garbo son dos seres
esencialmente fotogénicos, de presencia sosa y aburrida, salvo cuando son
enfocados por las cámaras. Entonces son mágicos. Él, por ejemplo, es como cera
moldeable frente a la cámara”.
Mucho antes de convertirse en
cera moldeable, pasó su infancia y juventud en el rancho de sus padres cuidando
ganado y desarrollando el gusto por la naturaleza, la caza y las cosas simples
de la vida. Entre medias, pasó tres años en Inglaterra (sus padres eran
inmigrantes británicos), estudiando bajo la atenta mirada de sus abuelos
paternos, ya que su madre quería que sus hijos se educasen allí. Nunca se
sintió interesado por los estudios y lo único que consiguió de su estancia en
Inglaterra es volver más reservado que nunca. Una profesora intentó que
retomase los estudios pues no se daba por vencida. Fue misión imposible.
"Nunca existirá un caballo que
nunca se haya montado; Nunca habrá un jinete que no pueda ser derribado."
Interesado por el
cinematógrafo, antes de partir hacia Hollywood siguiendo los pasos de los
peones que habían trabajado codo con codo con él en el rancho, se empleó en
distintos trabajos como: guardia en el Parque de Yellowstone (el famoso parque
“habitado” por el popular oso Yogui), como dibujante, realizando pequeñas
viñetas para distintos periódicos, para un fotógrafo local y vendiendo espacios
publicitarios para salas de cine.
Su habilidad montando a
caballo le abrió las puertas del cine como extra, haciendo de cowboy.
Básicamente montando a caballo y realizando acrobacias. El autor Homer Dickens
comentó en su libro “The Films of Gary Cooper” que: “la tarea de reconstruir la
carrera de Gary Cooper como extra no es fácil”. Para poder hacerlo primero
tendrían que estar disponibles todas las películas distribuidas durante 1925 y
1926. Para la realización de su libro, el señor Dickens solo contó con la
octava parte de sus apariciones en pantalla y en ocasiones de recuerdos del
propio Gary Cooper.
Una vez situado en Hollywood
iba de estudio en estudio acompañado de una serie de fotografías estilo
Valentino. Los Estudios buscaban caras nuevas, pero su suerte cambio cuando se
encontró con una directora de reparto que se interesó por él, en más de un
aspecto. Nan Collins, que luego se convertiría en su agente, le aconsejó que se
hiciera fotos más naturales olvidándose de modelos a seguir y se hiciera una
prueba de cámara con la que acudir a los estudios. También le recomendó cambiar
de nombre. Gary el nombre por el que se le conocería a partir de entonces era
el lugar de procedencia de Miss Collins.
"Hasta que llegué todos los
hombres principales eran guapos, pero por suerte escribieron un montón de
historias sobre el chico de al lado."
Gracias a las sugerencias y
consejos de su agente, el productor Samuel Goldwyn se fijo en él y le dio un
papel en “Flor del desierto” (1926), que se convirtió en la película más
taquillera de aquel año. Gary Cooper gustó tanto al público como a los
críticos. Entre unas cosas y otras la Paramount que anteriormente le había
tanteado, le ofreció un contrato, adelantándose a MGM, para disgusto de
los ejecutivos que poco antes lo habían rechazado.
Mientras la Paramount no sabía
dónde colocarle, Clara Bow estrella del Estudio, le había echado el ojo. La
altura de Cooper (1,90 m) y su presencia, no pasaron desapercibidas para la
estrella y lo convirtió automáticamente en uno de sus amantes. El estudio le
emparejó junto a ella en “It” (1927), convirtiéndose en el “It Boy”. Ella a su
vez, se convertiría en la primera amante de muchas. La
Bow junto con la mexicana Lupe Velez (durante los primeros años 30) fueron de
sus relaciones más sonadas, escandalosas y que más páginas rellenaron en las
revistas de cotilleos.
A finales de la década de los
20 protagonizó “El Virginiano” (Paramount, 1929), convirtiéndolo en una de las
figuras destacadas del primer sonoro. Alcanzado el estrellato, Gary Cooper no
pararía de trabajar, encadenando éxito tras éxito, subiendo a la cima y por
añadidura aumentando sus exigencias. La sencillez empezó a brillar por su
ausencia y la dejó para sus personajes.
En 1930, coincidiría con
Marlene Dietrich, recién llegada a Hollywood. Trabajaría con ella en
“Marruecos” (Paramount, 1930) y ante el éxito de la misma, la Paramount le
ofreció reunirse de nuevo con ella en “Fatalidad” (Paramount, 1931), a lo que él se negó.
Cooper dejó bien claro que jamás volvería a trabajar con ella, pero se refería
más bien al director Josef von Sternberg con el que no hizo muy buenas migas,
dado que este centró toda su atención en Dietrich. En los primeros copiones de
la película, Dietrich encabezaba el reparto. Una vez que lo vio Cooper, exigió
que se le colocara a él en primer lugar. Alegó que ella era una total
desconocida en EEUU y él una estrella. Tenía razón después de todo, porque la
responsabilidad de que la película funcionara dependía sobre todo de su tirón
en taquilla.
"El comprensiblemente popular Gary Cooper, que actúa peor que cualquier actor del que podamos acordarnos, nunca ha estado tan acertado, y nunca ha demostrado ser un intérprete tan experto como en Marruecos."
(Richard Watt Jr., en el New York Herald Tribune)
Para disgusto de muchos
biógrafos, a los que les gusta alimentar mitos, su encuentro en esta película
no terminó en romance, como reconoció la propia Dietrich y confirmó su hija
María Riva más tarde. Durante el rodaje de “Marruecos”, Gary Cooper estaba
totalmente “vampirizado” por Lupe, que no le dejaba ni un momento de respiro.
¡¡Vamos, una lapa!!
Después de unos años
ininterrumpidos de trabajo, Cooper se toma unas vacaciones (porque él lo vale)
y pone rumbo a Europa. Su romance con Lupe Velez había acabado gracias a la
intervención de su madre. ¡Oh, las madres! que ven la paja en ojo ajeno…
Durante su estancia en Europa,
conoce a Dorothy di Frasso, una ricachona americana casada con un conde italiano
venido a menos y convive con ellos en Villa Madama en Roma. Con Di Frasso
mantiene una provechosa relación amorosa, que le aporta refinamiento en los
modales y en el vestir, gracias sobre todo al dinero de ella, porque entre
otras cualidades de Cooper se encontraba su tacañería. La tosca roca volvería a
Hollywood convertido en una piedra preciosa.
La Paramount harta de reclamar
su vuelta a Hollywood, Cooper se lo está pasando muy bien con los Di Frasso (con
el marido mirando hacia otro lado) y los actos sociales donde se les invitaba,
le amenaza con su último descubrimiento: ¡un nuevo Gary Cooper! El susodicho en
cuestión no es ni más ni menos que Cary Grant, prácticamente un recién llegado,
estrella en auge y devorado vivo por Mae West nada más poner un pie en
Paramount. Notemos la malicia de los publicistas de Paramount que utilizan las
iníciales invertidas de Gary Cooper para presentar a Archibald Alexander Leach.
"No sé una maldita cosa acerca de cómo vestir. Yo solo confío en el momento
y mantengo mis zapatos limpios."
Una curiosidad: Von Sternberg
no siempre tuvo problemas con los actores con los que trabajaba. El característico
peinado de Cary Grant, fue “obra” de Sternberg y Grant lo mantuvo durante toda
su carrera.
"Ningún interprete alcanza la fama sólo por su talento. A los actores los moldean fuerzas ajenas a ellos." |
La “Mula de Montana” como se
le apodó en Hollywood debido a sus cualidades sexuales, Tallulah Bankhead comentó
que estaba deseando rodar en Hollywood solo por irse a la cama con él, tuvo una
larga lista de amantes, principalmente sus coestrellas, pero no le hacía ascos
a nadie. Revisando su filmografía nos quedamos sin palabras… A la hora de
airear sus affaires, Cooper no brilló por su discreción cuando se refería a
alguna de ellas. Ellas en cambio, siempre tuvieron palabras “amables” para con
él.
"Grace Kelly era muy guapa. A los
hombres podía parecerles fría como un pez, pero sólo hasta que se bajaba las
bragas."
"Si le veía con una muchacha arrastrando los pies, con aire tímido, me decía ¡vaya, la serpiente ataca de nuevo!..." (Howard Hawks) |
En especial tuvo una intensa
relación con Patricia Neal desde que trabajaron juntos en “El Manantial”
(Warner, 1949) a la que llevaba 25 años de diferencia, aborto de por medio y
que hizo tambalear los “precarios” cimientos de su matrimonio con Veronica
Cooper, con la que estaba casado desde 1933 y a la que conoció en casa de
Dolores del Rio y Cedric Gibbons. La Sra. Cooper era bastante liberal con los
escarceos amorosos de Gary mientras estos fueran discretos y no la pusieran
demasiado en evidencia. A Cooper que le gustaba la caza, debería haber visto
que la mejor pieza se encontraba en su casa…
"La mujer ideal es la que se queda en casa construyendo un hogar para su
marido. Cuando Verónica Balfe y yo nos casemos, espero que ella abandone su
carrera en el cine."
En cuanto a su vida social,
Cooper la centró en cenas con amigos de la industria y principalmente en
actividades al aire libre y los deportes. Nunca abandonó su afición al dibujo y
al arte, esto último acrecentado por las enseñanzas impartidas por la Di Frasso
en sus visitas a los Museos durante su estancia en Europa.
"La vida me ha dado muchas cosas buenas, quizá demasiadas. Fama, éxito, dinero y, claro, amor. Mucho amor." |
En cuanto a sus amoríos, sean
con mujeres y por lo que se ve algún hombre, es un tema que no me preocupa
demasiado y más viendo a Cooper en todo su esplendor. Además la bisexualidad
era moneda común en el Hollywood de los años 30. Solo
basta ver el estilo de las fotografías que le hizo el reconocido fotógrafo gay
Cecil Beaton.
"En Hollywood casi todos los actores somos bisexuales, vivimos en un mundo de magia, luces, glamour y apadrinamientos... Salvo excepciones, todos queremos alcanzar la cima, a cambio de lo que sea... Así es Hollywood y así será siempre."
Mantuvo una ambigua amistad
(de años) con el actor homosexual Anderson Lawler, con el que parece convivio
por un tiempo y del que su madre no dijo ni mu y frecuentó junto al bisexual
Howard Hughes la casa de Cary Grant y Randolph Scott. Esto no quita para que
añadiera más conquistas femeninas a su currículo o que frecuentase junto a George Raft durante el rodaje de “Almas en el
mar” (Paramount, 1937), el camerino de Marlene Dietrich, quien celebraba
“pequeñas reuniones” junto a Mae West.
Durante la Segunda Guerra
Mundial, Cooper no sirvió en ejercito alguno (algunas fuentes lo indican
erróneamente) debido a su edad y problemas de salud (lesiones principalmente
debidas a sus años como extra), pero se involucró entreteniendo a las tropas.
"Gary Cooper no era ni inteligente ni cultivado. Al igual que los otros actores, fue elegido por su físico, que, después de todo, era más importante que un cerebro activo."
(Marlene Dietrich)
Lo que si me preocupa o más
bien me decepciona un poco, es que fuese miembro de la asociación anticomunista
de actores durante el proceso de la famosa Caza de Brujas. Aunque tenía ideas
conservadoras, evitó delatar a compañeros, pero el mal ya estaba hecho. Una
figura que representaba de alguna manera al americano ideal, acudiendo a los
interrogatorios, hacía flaco favor a los perseguidos durante el proceso, más si
cabe pronunciando discursos patrióticos.
Cooper en "El forastero" (Goldwyn, 1940) |
"No he leído a Marx, ni algo especifico sobre comunismo. En realidad trabajo mucho y leo muy pocas cosas, como no sean guiones de películas. Pero por lo que sé del tema, el comunismo no me gusta."
Llegados a este punto he de
confesar que Gary Cooper no me interesa mucho en sus papeles de vaquero, pues
el Western no es un género que me apasione, más bien nada. Le prefiero en las
comedias sofisticadas de los 30, aunque muchos críticos, no le veían para nada
capacitado para ellas. Si ya le comparo con Cary Grant, un actor para mí mucho
mejor y con películas más interesantes, la balanza se inclina hacía este
último.
Junto a Marlene Dietrich en "Deseo" (Paramount, 1936) Él en todo su apogeo, ella a punto de convertirse en Veneno para la taquilla. |
Como no quiero alargar mi
lista de preferencias con respecto a Gary Cooper, me limitaré a las películas
que suelo ver con mayor frecuencia. Posiblemente olvidando grandes títulos que
ahora no me vienen a la cabeza.
A Cooper, me encanta verle en:
“Marruecos” (Paramount, 1930); “Una mujer para dos” (Paramount, 1933), cómo no,
de Ernst Lubitsch; “Ahora y siempre” (Paramount, 1934) junto a Carole Lombard y
Shirley Temple; “Deseo” (Paramount, 1936) dirigida por Frank Borzage bajo la
atenta mirada de Lubistsch. De nuevo con Marlene Dietrich y ahora sí, con
romance incluido; “La octava mujer de Barba Azul” (Paramount, 1938) otra vez
Lubitsch. ¿Parece que me gusta mucho Lubitsch, verdad?
Ya entrados los años 40 no
puedo dejar pasar la oportunidad de volver a verle en: “Policía montada del
Canadá” (Paramount, 1940) de otro de mis directores favoritos, Cecil B.
DeMille; “Bola de fuego” (RKO, 1941) de Howard Haws; “Los Inconquistables”
(Paramount, 1947) de DeMille, película
que me trae recuerdos de tardes de sábado de mi niñez delante de la tv y
en la que me dejé deslumbrar momentáneamente por Paulette Goddard.
¡¡Muy bien, señor DeMille,
estoy listo para mi primer plano!!
Acercándome al final de su
trayectoria: “Llegaron a Cordura” (1959) que aunque es un western la veo solo
por él y claro, por Rita Hayworth. Esto resume bastante bien mis preferencias
con respecto a Cooper.
"Cuando era más joven sólo pensaba en ser más importante, conseguir mejores papeles y conocer a mujeres hermosas y atractivas."
"El consenso general parece ser que no actúo en absoluto." |
Independientemente de su
ideología política y sus asuntos de cama, Cooper pese a sus limitaciones, pasó
de ser una gran estrella a un más que aceptable actor. A finales de los años 30
era la estrella masculina mejor pagada y a lo largo de su carrera, primero con
Paramount y luego de forma independiente trabajó con lo mejorcito de Hollywood.
Es verdad que sus problemas de salud (lesiones, ulceras, operaciones) y su
adicción al tabaco le pasaron factura, en especial a su imagen, echándole años de
más, como se puede comprobar en sus películas comprendidas entre los años 50 y
60.
Acumuló tres Oscars, uno de
ellos por toda su carrera, poco antes de que terminara sus días víctima de un
cáncer en 1961.
Con todo, su química con la
cámara fue indiscutible.
Venenosos salu2 desde Crystal
Lake.
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