Hace un par de meses, en el
cine del Círculo Bellas Artes programaron el ciclo de películas de Von
Sternberg y Marlene Dietrich. Verse todo el ciclo era imposible, principalmente
por que las he visto todas en innumerables ocasiones y también porque uno sabe
hasta dónde puede llegar y soy propenso a los empachos… ¡¡Con Dietrich no hay
que jugársela!!
Von Sternberg y Dietrich en la época del "El Ángel Azul" (UFA, 1930) |
En plan pavo real extiendo las
plumas de mi cola y aturdo a María Escolopendra y a mi madre y las convenzo
para ir a ver “Marruecos” (1930). Por lo que veo, sigo conservando mi poder de
seducción.
Mi madre, contenta por mí,
comenta:
-“¡¡Qué bien hijo por fin vas a verla en pantalla grande!!”
-“No…, si en grande… la habré
visto un par de veces…”
Marlene poco interesada en saber cuantas veces he visto sus películas. |
Como si fuese Super Ratón, el
popular personaje de los Terrytoons, al terminar la proyección, repito
insistentemente: “No se vayan todavía, aún hay más”. Mi madre no se deja
engatusar para una segunda ocasión: “Ya he tenido suficiente Marlene por una temporada.”
Cartel "Marruecos" (Paramount, 1930) |
Así que organizo una segunda
visita al cine para ver “La Venus Rubia” (1932), sustituyéndola por Carmen
Munsters (a la que no hace falta convencer de nada) y repito la jugada al
convencer de nuevo a Escolopendra, a costa de quedarme sin plumas de tanto
desplegar encanto y entregar mi cuerpo como Dietrich en sus películas, para
conseguir mi propósito.
En esta ocasión María
Escolopendra: “No olvida vitaminarse y supermineralizarse”. Cosa que también yo
tuve que hacer…
Intercambio de roles sexuales o el juego de los abanicos... |
Para alguien que no haya visto
una película del tándem, pueden ser fascinantes o mortalmente aburridas. Para alguien que como yo, que se
las sabe de memoria, pueden resultar hasta un poco pesadas y para acompañantes
afines al que escribe esto, pueden resultar tan relajantes como un somnífero.
Luego están los incondicionales que siempre lo ven todo positivamente, como
Carmen Munsters.
Los 92 minutos de “Marruecos”
(Paramount, 1930), en definitiva son una sucesión de encuentros y desencuentros
entre los tres protagonistas: chica misteriosa encuentra a maduro adinerado;
maduro adinerado encuentra a chica; chica encuentra a legionario; legionario
encuentra a chica, etc…, en un bucle continuo e “interminable” de amor y
desamor.
Al comienzo de la película, se
acercó un chico y se sentó a mi lado, después de lanzarme una mirada
cautivadora que María Escolopendra captó al segundo, con el consiguiente
cachondeo de mis acompañantes. No sé que se pensaría pero le salió mal la
jugada.
¡!No todo el que ve una
película de Marlene debe ser gay, hacéroslo mirar por favor!!
Como castigo, a su lado se
sentó una señora que no paró de roncar hasta el final…
La película ha envejecido muy,
pero que muy mal. Aunque es sonora, en algunas ocasiones casi parece que estás
viendo una película muda. Confieso que en algunos momentos no sé si llegamos a
dormirnos con los ojos abiertos.
Al salir del cine, mi madre,
Escolopendra y yo debatimos pormenorizadamente todos los aspectos de la
película. Se salva por la ambientación, “barroca” muy del gusto Sternberg, la
iluminación y por el par de números musicales interpretados por Marlene: “Quand
L´Amour Meurt” y “What Am I Bid for My Apples”.
Estábamos de acuerdo en unas
cuantas cosas, a saber: Dietrich estaba muy guapa pero al final resulta ser una
tonta, Cooper se nos antojó bastante machista y bastante inseguro de su
sexualidad y Menjou nos pareció un pobre diablo rozando el patetismo.
Conclusión: Me prometí que
tardaría bastante tiempo en volver a
verla.
Si sobrevivimos a la imagen de
Marlene descalza, atravesando el desierto tirando de una cabra, podríamos con
lo que fuese.
Cartel "La Venus Rubia" (Paramount, 1932) |
Los 93 minutos de “La Venus
Rubia” (Paramount, 1932) fue una experiencia más satisfactoria. Aunque el guión es muy similar
a la citada (común a todos los melodramas románticos de la época), el ritmo y
la interpretación es más dinámica.
Marlene no se lo piensa mucho al aceptar una proposición indecente. |
Los decorados siguen siendo característicos
del estilo Von Sternberg, pero a diferencia de “Marruecos”, los números
musicales están bien distribuidos a lo largo de la película, por lo que cuando
parece que pueda decaer la trama, te encuentras a la Dietrich disfrazada de
gorila en su famoso número de striptease “Hot Voodoo”.
Marlene a lo afro para su numerito del gorila. |
Está casada con Marshall, un científico un tanto pelmazo, aquejado
de una enfermedad que debe curar en el extranjero.
Faltos de dinero Dietrich
vuelve a los escenarios donde se deja querer por Grant a cambio del dinero que
necesita para la curación de su marido.
Como antes se pilla a un mentiroso que
a un cojo, cuando es descubierta en su infidelidad por su desagradecido esposo,
huye con su hijo asumiendo distintas identidades y trabajando en diferentes
cabarets.
Al final acaba rindiéndose por el bien de su hijo, por cierto
bastante repelente.
Termina como prostituta de lo
peor y acto seguido ¡¡es la estrella de un teatro en París!!
Von Sternberg se niega a
explicar cómo lo consigue, pero en fin…, es un película Dietrich y lo que no
pueda ella no lo consigue nadie. Más o menos es lo que declararía el director.
Así, tan pancho.
Yo también soy un poco Von Sternberg-Dietrich:
conseguí que Escolopendra me acompañase a ver dos de seis… tampoco era cuestión
de tentar a la suerte.
Venenosos salu2 desde Crystal
Lake!!
Todas las fotografías de mi colección.
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