miércoles, 10 de junio de 2015

HORROR DE DIVAS

Lo dijo Joan Crawford durante toda su vida: “El público lo es todo para mí. Gente a la que debo lealtad.” Era bien conocido por todo el mundo que la Crawford, por increíble que pareciese, contestaba las cartas de sus admiradores y se paraba a firmar autógrafos sin un mal gesto.

Joan Crawford firmando fotos para sus fans en los años 30.

La Dietrich, contado de primera mano por su hija, en los últimos años de su vida también se dedicaba a contestar a los fans. Doy fe y prueba de ello.

Ya lo comenté en mi entrada sobre Rita Hayworth: a la gente que admiras en general hay que evitarlos en la medida de lo posible si no quieres llevarte una decepción.

Hace 30 años recibí mi mayor tesoro.

Antes me decepcionaba muy fácilmente, ahora evito el contacto. Esto es directamente proporcional al tiempo, afición y dinero que he invertido en el sujeto en cuestión. Solamente rompo esta regla en contadas ocasiones (muchas veces cuando estoy especialmente “achispado”) pero en general mantengo mis principios firmemente arraigados.

Para ser realistas, también el concepto fan ha degenerado mucho. Lo siento por el que al leer esto se pique, pero ya sabe… Ahora como repito constantemente, la gente no tiene ningún tipo de criterio. No tienes más que echar un vistazo a cualquier red social. No hay nadie que no suba una foto con el famoso de turno. ¿Pero les gusta realmente? ¿O es la ley del vale todo?

Quiero dejar claro que hay que distinguir entre famoso y artista.

La Dietrich toda una Diva.
Además la gente es muy mal educada. Piden fotos allá donde estén, lo mismo da en un tren, en un restaurante o incluso en el wc.

A mí (como sabéis) me apasionan muchas cosas y a lo largo de mi vida solo cuento con cuatro o cinco autógrafos y un par de fotos: la última con el líder de los Baby Horror compartida con María escolopendra Venenossa.

Es verdad que son pocos, pero son de gente que realmente me importa y puedo decir con orgullo que estas personas se mostraron cercanas y amables conmigo. En algunas ocasiones y cuando el momento es oportuno, me he acercado a saludarlos sin pedir nada a cambio.

En su día, el listón lo puse muy alto. Después de Dietrich nada podía ser lo mismo, ahora soy yo el que me permito hacer desplantes. Me lo permití con Francisco Umbral cuando se empeñaron en presentármelo en una fiesta y con alguna personalidad más a la que hablo pero dándole la misma importancia que, por ejemplo, a mi panadera.


¡¡Todos tenemos sueños!!
Me hace mucha gracia cuando me he encontrado con alguien conocido que se da cuenta de que sabes quién es y yo directamente le ignoro por completo.

Por eso con este grado de exigencia, evito en lo posible tentar a la suerte e intento dentro de mis posibilidades que mis amigos se lleven una decepción.

Podría contar algunas anécdotas al respecto. Los desplantes son moneda común tanto de las divas como de los don nadie.

Recuerdo una vez que fuimos al Expocomic y María Escolopendra quiso hacerse una foto con unos chavales disfrazados de soldados del imperio de Star Wars. Le recomendé que no se acercara, pero insistía en que todo el mundo se hacía fotos con ellos y que le hacía ilusión. ¿Resultado? En cuanto se acercó se dieron media vuelta y pasaron de ella. ¡¡Te lo dije!!

Con Ramon Nomar y Domina Zara.
En otra ocasión, esta vez acompañados por mi amiga Carmen Munsters, en una expo apareció Almodóvar. Este se hacía fotos con todo el mundo, ¡¡y vaya gente!!

Al final, Carmen superfandetodalavida se confabuló con Escolopendra y se dirigieron a él pese a mis protestas.
El resultado fue positivo gracias a la educación e insistencia de Escolopendra.

Yo me aparté, pero como la foto era panorámica, al final salgo en una esquina con cara de pocos amigos. Estaba preparado con el machete para cantarle las cuarenta por si se negaba a hacérsela. ¡¡Tendríais que ver la foto que sacaron!!

Luego te encuentras personas que son superamables y que te dan lecciones de humildad. En otra ocasión, esta vez por motivos laborales, accedimos al Exposex2007. Allí entablamos contactos con algunas pornostars y nos topamos cara a cara con Domina Zara, una dominatrix a la que habíamos visto en un documental. Nos acercamos a ella y después de hablar un rato nos suelta: “todo es cuestión de naturalidad y respeto”. Toma ya!!

Back To Frank.
Hablando de gente amable, no puedo dejar de mencionar los “minutos de gloria” que recibí de manos del grupo “Back To Frank”. A mitad del concierto, sin esperarlo, la voz de la banda, Nuria García Mateo, me dedicó unas palabras y una canción. Era su forma de agradecerme el diseño del cartel del concierto. Al terminar, me pidieron que subiera al escenario para compartir su momento. He de decir que todos y cada uno de los componentes del grupo mostraron un trato exquisito.

Llegados a este punto, comento que este fin de semana salimos de Crystal Lake para acudir a un par de eventos. Demasiados para mi gusto para un fin de semana, pero esa es otra historia…

Cartel para los Back To Frank.

El primero de ellos era el concierto de Killer Barbies y los Baby Horror. En principio yo me había negado a asistir. La razón es que a los primeros los estoy cogiendo manía… Bueno, no al grupo en sí, más bien a la cantante. Lo curioso del caso es que en el 2010 le dediqué una entrada en el blog poniéndola por las nubes…

Todo en mi poder.
Al final claudiqué, principalmente por los Baby Horror y porque siempre termina convenciéndome María Escolopendra, que insiste en que relativice las cosas.

Vade retro Satana.
Una vez que llegamos a la sala, Escolopendra, Carmen y yo decidimos el plan a seguir para asegurarnos buen lugar, pero mis ojos detectaron  el puesto de merchandising. Ya sabía donde debía ir en cuanto viera la ocasión. Gracias a los espejos también, como ya esperábamos, apareció el “maridisimo” seguido de la “señorisima”. Esto, por supuesto no me quitó las ganas de disfrutar ni por supuesto el sueño.

Aunque la sala no tiene muy buena acústica, como dijo María Escolopendra, Baby Horror estuvieron fenomenales, dándolo todo y lo más importante disfrutando con lo que hacen, cosa que trasmiten al público, que estaba entregado. Yo por cierto, había “prometido” llevar la camiseta del grupo, incumpliendo una de mis normas. En parte lo iba a hacer para reafirmar que, pese a que los cabezas de cartel eran los Killer, yo dejaba claro que no venía por ellos. Al final opté por no hacerlo. Si voy a un concierto ya se sabe a lo que voy, no necesito demostrárselo a nadie.

Mis principios en lucha....
Una vez que terminó la actuación de los Horror, me preparé en plan araña de la tapadera y salté sobre ellos en cuanto se me presentó la ocasión.

Desde nuestro punto de vista, la naturalidad y cercanía de los integrantes contrastaba con la artificiosidad y la bordería de la voz de los Killer Barbies.


A nosotros no nos pareció adecuado que en mitad del concierto la vocalista dijese: “Esto no se acaba nunca”. Hombre, sabes a lo que venias, tú decides… Total, lleváis años editando las mismas canciones. Lo digo con conocimiento, que tengo todos los discos.

Aunque parezca mentira, tanto el grupo como la vocalista en solitario, me gustan. Soy aficionado a criticarlo todo, me guste o no, o como dice Escolopendra: “Tú lo que eres es una mosca cojonera”.

Mal Gusto... Sin comentarios...

Cuando llegaron al final, después de que, “escuchásemos la misma canción” una y otra vez, llego el turno de los bises. Si con los Horror se escuchaba: “otra, otra”, a nosotros nos pareció que el público no le echó el mismo entusiasmo, lo que nos confirmó cuando la cantante soltó la siguiente perla: “No lo habéis pedido lo suficiente”.

Vamos, seamos realistas. No hay grupo que no lleve preparado sus bises. Tampoco hay que darle mayor importancia. Y como no hay dos sin tres remató la faena con esta lindeza: “¿Tocamos otra?” a lo que el público respondió “siiiii”… Y ella dice: “No os lo pregunto a vosotros, si no a ellos (el grupo)”. En fin…

Los Baby Horror en Gruta77 (2008).
Cuando un grupo es auténtico, la mayor parte de su público también los es. Cuando eres amiga de, o sales en el reality de, pues imagina el tipo de público que te puedes encontrar, que no sabemos si están más pendientes de la actuación o de tus amigos famosetes…

De públicos también podría hablar largo y tendido. Conozco a gente que va a ver a grupos de los que no conocen ni el estilo, ni una sola canción y hablo de grupos con solera. Solo porque se lleva... Y no hay que ver más que al público de los últimos conciertos de Fangoria (por poner un ejemplo) y compararlo con el público del concierto que ofreció Billy Idol en el 2012…

Isabella nos sorprende no solo por su espectáculo...
Como esta entrada va de horrores y divas no quiero acabar sin mencionar el último evento al que asistimos.

En esta ocasión para ir a ver al teatro a Isabella Rossellini, además de mis habituales: Escolopendra y Carmen, también se unió Bamba Negra y otra amiga. Si, queridos yo en mi insignificancia también tengo una pequeña troupe.

¡¡Todo me importa un pene!!
Con el entusiasmo por el éxito cosechado el día anterior, al poder acercarme a los Horror, estaba crecido y, alentado por mis incondicionales, me acerqué al teatro con el libro que había publicado (tiempo, tiempo atrás) la Rossellini, con la esperanza de que al terminar el espectáculo me lo firmase.

El espectáculo era estupendo y nos gustó. Lo que no nos gustó es que sonase un móvil en mitad de la función y al mirar hacia el lado donde brillaba la luz delatora, fuese el de Natalia Verbeke. Que le suene el móvil a un cazurro no tiene nombre, pero que sea a una actriz que tendría que estar más concienciada denota muy poco respeto por el trabajo de los demás.

Al finalizar nos plantamos en la salida los cinco. Realmente yo no tenía muchas esperanzas, pero nunca se sabe. Le daba de margen media hora, si no salía no iba a esperar. Comentábamos que se la ve sencilla y agradable pero ¡¡oh error!! Bamba Negra se acercó a la recepción y le comunicaron que: “La Rossellini sale posiblemente desde el parking y si lo hace a pie, no se para nunca, lo que quieras que te firme lo dejas allí, se lo suben a camerino y te lo dan al día siguiente”.

¡¡A la salud de las divas!!
Podría hablar largo y tendido de esta mujer pero lo resumo de esta forma: quiere ser reconocida por ella misma pero en su espectáculo no prescinde de proyectar imágenes de sus padres Ingrid Bergman y Roberto Rossellini…

Para evitar  decepciones es mejor mantener las distancias, porque yo en un arrebato soy muy capaz de tirar libros, discos, películas, todo lo que tenga a la basura y me da pereza pensar que he malgastado mi tiempo y mi dinero inútilmente.


Venenosos salu2 desde Crystal Lake!!
Todas las fotos del autor.

jueves, 4 de junio de 2015

SOBREVIVIENDO A VON STERNBERG

Hace un par de meses, en el cine del Círculo Bellas Artes programaron el ciclo de películas de Von Sternberg y Marlene Dietrich. Verse todo el ciclo era imposible, principalmente por que las he visto todas en innumerables ocasiones y también porque uno sabe hasta dónde puede llegar y soy propenso a los empachos… ¡¡Con Dietrich no hay que jugársela!!

Von Sternberg y Dietrich en la época del "El Ángel Azul" (UFA, 1930)

En plan pavo real extiendo las plumas de mi cola y aturdo a María Escolopendra y a mi madre y las convenzo para ir a ver “Marruecos” (1930). Por lo que veo, sigo conservando mi poder de seducción.

Mi madre, contenta por mí, comenta:
-“¡¡Qué bien hijo por fin vas a verla en pantalla grande!!”
-“No…, si en grande… la habré visto un par de veces…”

Marlene poco interesada en saber cuantas veces he visto sus películas.

Como si fuese Super Ratón, el popular personaje de los Terrytoons, al terminar la proyección, repito insistentemente: “No se vayan todavía, aún hay más”. Mi madre no se deja engatusar para una segunda ocasión: “Ya he tenido suficiente Marlene por una temporada.”

Cartel "Marruecos" (Paramount, 1930)

Así que organizo una segunda visita al cine para ver “La Venus Rubia” (1932), sustituyéndola por Carmen Munsters (a la que no hace falta convencer de nada) y repito la jugada al convencer de nuevo a Escolopendra, a costa de quedarme sin plumas de tanto desplegar encanto y entregar mi cuerpo como Dietrich en sus películas, para conseguir mi propósito.

En esta ocasión María Escolopendra: “No olvida vitaminarse y supermineralizarse”. Cosa que también yo tuve que hacer…

Intercambio de roles sexuales o el juego de los abanicos...

Para alguien que no haya visto una película del tándem, pueden ser fascinantes o mortalmente aburridas. Para alguien que como yo, que se las sabe de memoria, pueden resultar hasta un poco pesadas y para acompañantes afines al que escribe esto, pueden resultar tan relajantes como un somnífero. Luego están los incondicionales que siempre lo ven todo positivamente, como Carmen Munsters.

Los 92 minutos de “Marruecos” (Paramount, 1930), en definitiva son una sucesión de encuentros y desencuentros entre los tres protagonistas: chica misteriosa encuentra a maduro adinerado; maduro adinerado encuentra a chica; chica encuentra a legionario; legionario encuentra a chica, etc…, en un bucle continuo e “interminable” de amor y desamor.

Al comienzo de la película, se acercó un chico y se sentó a mi lado, después de lanzarme una mirada cautivadora que María Escolopendra captó al segundo, con el consiguiente cachondeo de mis acompañantes. No sé que se pensaría pero le salió mal la jugada.

¡!No todo el que ve una película de Marlene debe ser gay, hacéroslo mirar por favor!!
Como castigo, a su lado se sentó una señora que no paró de roncar hasta el final…

La película ha envejecido muy, pero que muy mal. Aunque es sonora, en algunas ocasiones casi parece que estás viendo una película muda. Confieso que en algunos momentos no sé si llegamos a dormirnos con los ojos abiertos.


Al salir del cine, mi madre, Escolopendra y yo debatimos pormenorizadamente todos los aspectos de la película. Se salva por la ambientación, “barroca” muy del gusto Sternberg, la iluminación y por el par de números musicales interpretados por Marlene: “Quand L´Amour Meurt” y “What Am I Bid for My Apples”.

Estábamos de acuerdo en unas cuantas cosas, a saber: Dietrich estaba muy guapa pero al final resulta ser una tonta, Cooper se nos antojó bastante machista y bastante inseguro de su sexualidad y Menjou nos pareció un pobre diablo rozando el patetismo.

Conclusión: Me prometí que tardaría bastante  tiempo en volver a verla.

Si sobrevivimos a la imagen de Marlene descalza, atravesando el desierto tirando de una cabra, podríamos con lo que fuese.

Cartel "La Venus Rubia" (Paramount, 1932)

Los 93 minutos de “La Venus Rubia” (Paramount, 1932) fue una experiencia más satisfactoria. Aunque el guión es muy similar a la citada (común a todos los melodramas románticos de la época), el ritmo y la interpretación es más dinámica.

Marlene no se lo piensa mucho al aceptar una proposición indecente.

Los decorados siguen siendo característicos del estilo Von Sternberg, pero a diferencia de “Marruecos”, los números musicales están bien distribuidos a lo largo de la película, por lo que cuando parece que pueda decaer la trama, te encuentras a la Dietrich disfrazada de gorila en su famoso número de striptease “Hot Voodoo”.

Marlene a lo afro para su numerito del gorila.

Marlene cabaretera retirada y madre amorosa es poco creíble.

Está casada con Marshall, un científico un tanto pelmazo, aquejado de una enfermedad que debe curar en el extranjero.

Faltos de dinero Dietrich vuelve a los escenarios donde se deja querer por Grant a cambio del dinero que necesita para la curación de su marido.






Como antes se pilla a un mentiroso que a un cojo, cuando es descubierta en su infidelidad por su desagradecido esposo, huye con su hijo asumiendo distintas identidades y trabajando en diferentes cabarets.

Al final acaba rindiéndose por el bien de su hijo, por cierto bastante repelente.

Termina como prostituta de lo peor y acto seguido ¡¡es la estrella de un teatro en París!!



Von Sternberg se niega a explicar cómo lo consigue, pero en fin…, es un película Dietrich y lo que no pueda ella no lo consigue nadie. Más o menos es lo que declararía el director. Así, tan pancho.


Yo también soy un poco Von Sternberg-Dietrich: conseguí que Escolopendra me acompañase a ver dos de seis… tampoco era cuestión de tentar a la suerte.

Venenosos salu2 desde Crystal Lake!!
Todas las fotografías de mi colección.

martes, 2 de junio de 2015

UN FARO PARA LAS ESTRELLAS

Cuando Glenn Ford eligió entre toda su filmografía “Gilda” (1946) para el homenaje que le dieron en el Festival de Cine de San Sebastián en 1987, en su fuero interno él lo compartía con la que fuera su gran amiga Rita Hayworth. Demostraba que era todo un caballero y que no le importaba que, el gran amor de su vida, le robara su momento. Porque pese a ser el coprotagonista de la película, “Gilda” es una película de Rita, o para ser más exactos, haciendo uso del cliché establecido, Rita es y será por siempre Gilda.

El technicolor siempre favoreció a Rita.

“Nunca hubo una mujer como Gilda”.

Pero es verdad que Rita fue mucho más que eso, para mí fue la entrada por la puerta grande al cine del Hollywood de la edad dorada.

Una pose mil veces copiada...

Como bien proclamaba la misma Rita (supongo que a los cuatro vientos), “los hombres se acostaban con Gilda y se despertaban conmigo…” La pin-up favorita de los soldados americanos y estrella de los años 40, renegó (a saber cuánto) de un personaje que se imponía a su persona, algo similar a lo que le pasó en los años 50 a Gloria Swanson con su Norma Desmond, aunque también es verdad que les deben estar agradecidas por ello, otras muchas no son recordadas ni por un papel. Por cierto que eso mismo le dijo Cukor a la Swanson.

Junto a Orson Welles en "La dama de Shanghai" (Columbia, 1948)

No voy a mentir que a mí también me ocurrió lo mismo que al resto de mortales, la primera vez que la vi en la mencionada película, no es que quisiese “pasar la noche” con ella, eso lo dejo claro, si no que Gilda se adueñó de mí y ya no vi a Rita. Tanto es así que, cuando por obra y gracia de su marido de entonces, Orson Welles, se corta y tiñe de platino la melena para “La Dama de Shanghai” (1948), sufrí un gran desengaño y la veté.

Imponente en "Angels over Broadway" (Columbia, 1940)

Me disculpa la edad, tendría unos 14 o 15 años, pero pese a todo Rita siempre ha ocupado un lugar destacado en mi mitomanía, incluso cuando escribí a un periódico tras el fallecimiento de Marlene Dietrich, no dudé en mencionarla. Así era ella, una presencia poderosa hasta desde el más allá, como la diosa que fue.

"Siempre he sostenido que quería ser una actriz, no una sex symbol."

Sin ponernos a discutir si era una diosa venida del Monte Olimpo, aunque Rita podría debatir sobre esto, ya que representó a la perfección a la musa Terpsícore en la película “La Diosa de la Danza” (1947), a la gente que admiras en general, sean mitos, ídolos o como quieras llamarlos, hay que dejarlos en el pedestal en el que se encuentren y evitar cualquier tipo de contacto. La fantasía es poderosa; La cercanía, desastrosa en la mayoría de los casos. Si eres mitómano de corazón este debe ser tu credo, a no ser que seas una lapa o algo incluso peor: una garrapata.

Rita Hayworth la diosa del amor de los años 40.

Hace apenas unas semanas, mientras estaba viendo vídeos en internet, no sé muy bien por qué, pero me pasé horas mirando clips de sus mejores escenas en todas y cada una de sus películas. No había una intención ni propósito claro, lo mismo podría haber escogido a otra estrella. Minutos antes de que Morfeo llamara a mi puerta, repasé su vida y “descubrí” que ese mismo día, un 14 de mayo de 1987 había fallecido. Un escalofrió me recorrió el cuerpo y se me puso el vello de punta.

"Rita Hayworth fue un compendio del glamour y la fascinación de Hollywood."
The New York Times

Como bien dice María Escolopendra cuando se lo conté: “En Crystal Lake pasan estas cosas. Los muertos saben que aquí se les recuerda y se les honra. Y usted señor David Jason, es como un faro para las estrellas de Hollywood: no quieren ser olvidadas y saben que usted las hará brillar de nuevo…”

Brillar no sé si brillaran conmigo, pero es verdad que “pasamos” muchas horas juntos. Tantas como para que Lana Turner me visitará una noche en la cual la acompañé a tomar un cóctel.

Imposible no caer rendido a sus pies!!

No solo me ha pasado con Rita. A la hora de volver a montar en Sevilla mi exposición “A Touch of Paradise”, tuve que pensar a qué estrellas retrataba para sustituir los cuadros que faltaban, lo estaba decidiendo a primeros de septiembre cuando los nombres de Dorothy Lamour y Maria Montez, sonaron en mi cabeza. Justo en ese mes habían fallecido las dos… Así que es muy posible, que de vez en cuando alguna me dé un toque.

Rita en una pose publicitaria de "Bailando nace el amor" (Columbia, 1942)

Todos sabemos que Rita empezó su carrera como bailarina y si la observamos en los musicales que rodó antes de la aparición de “Gilda”, podemos ver que disfrutaba bailando. Las dos películas en las que trabajó con Fred Astaire: “Desde aquel beso” (1941) o “Bailando nace el amor” (1942) son pruebas más que suficientes. También lo podemos comprobar en “Mi chica favorita” (1942) y “Las modelos” (1944) en esta última junto a Gene Kelly. Enfrentarse a ambos astros era un reto no al alcance de cualquiera, tanto es así que, aunque Ginger Rogers era la pareja de casi todas las películas de Astaire, este siempre dejó claro que Rita Hayworth fue su mejor pareja de baile.

Junto a Fred Astaire en "Bailando nace el amor" (Columbia, 1942)

Después más baile con “Esta noche y todas las noches” (1945) y llegó “Gilda” (1946) y prácticamente se acabaron los musicales. No lo entiendo, porque Rita era una gran bailarina…

Otra pose publicitaria, esta vez en "La modelos" (Columbia, 1944)

Si bien está película es ahora un clásico del cine, en su época los críticos no estaban especialmente entusiasmados con ella, aunque el público se rindió desde el primer momento.

La Columbia intentado rentabilizar al máximo el éxito de la misma y mitigar el fracaso absoluto de su película con Welles, la emparejó de nuevo a Glenn Ford en “Los amores de Carmen” (1948) y “La Dama de Trinidad” (1952) un remedo de la popular “Gilda”.

"Las modelos" (Columbia, 1944) se situó entre los mejores
y más elaborados musicales del cine.

Entre estas dos películas, le dio tiempo a casarse de nuevo, esta vez con Alí Kan, tomarse unas largas vacaciones y rodar un documental de sus aventuras africanas junto a él.

Como todas las estrellas que se precien, se rodeó de maridos, sufrió los inevitables castigos impuestos por los estudios (suspensión de empleo y sueldo) y rechazó papeles como: “La Condesa Descalza” (1954) que podían revitalizar su carrera.

Rita siempre fue una mujer necesitada de cariño.

Pese a todo aún le dio tiempo a aparecer en alguna película destacable como: “Pal Joey” (1957), demostrando que podía robar planos y el protagonismo a Frank Sinatra y Kim Novak, que por cierto, era el reemplazo de Rita en la Columbia. A los cabrones de la Columbia no se les ocurrió mejor idea que juntar a la “vieja” estrella con la nueva promesa. La historia pone a cada cual en su lugar y aunque la Novak no tuvo la culpa, ¿quién la recuerda en más de una película a parte de la de Hitchcock?.

"Gilda era una mujer bellísima que acabó mal. No he sabido nunca nada más de ella.
No he querido tampoco saber nada más. Conservo de ella algunas viejas fotos que detesto.
Pero, pese a todo, no tengo valor para echarlas definitivamente al fuego." 

Rita como diosa del amor en las pantallas ya era historia. El público adoraba ahora a Elizabeth Taylor, Ava Gardner, Marilyn Monroe y Kim Novak. Cuando se le pidió a Rita que se pronunciase al respecto comentó: "Quería ser actriz, no una sex symbol. Es un consuelo saber que ha hecho falta un cuarteto de damas para sustituirme."

Las nuevas estrellas pudieron remplazarla,
pero en el camino perdieron la elegancia. 

Espaciando sus apariciones durante la década de los 60 y dedicándose a aparecer en películas de serie B, empieza a sufrir “pequeños problemas” de memoria, que las malas lenguas atribuían a problemas de alcoholismo. En tales condiciones participa en una de mis películas favoritas: “El fabuloso mundo del circo” (1964) junto a John Wayne y Claudia Cardinale. La Cardinale en su mejor momento, no tenía nada que hacer.

Junto a Claudia Cardinale en un descanso del rodaje de
"El fabuloso mundo del circo" (Samuel Broston, 1964)

Lo que se descubrió entonces es que sufría la enfermedad de Alzheimer, que le imposibilitaba recordar los guiones. La opinión pública no daba crédito, pero las diosas hechas de carne y hueso también sufren las enfermedades del más común de los mortales.

Junto a su eterno enamorado Glenn Ford en "Gilda" (Columbia, 1946)

Falleció a los 68 años… y entre los que llevaban el féretro no podía faltar Glenn Ford, su gran amigo.

Rita Hayworth nunca fue nominada a un Oscar.

Amado mío
Love me forever
And let forever begin tonight

Venenosos salu2 desde Crystal Lake!!
Todas las fotografías son de mi colección.