Como siempre que se me mete algo entre ceja y ceja, no termino hasta conseguir (parafraseando a Buñuel) “ese oscuro objeto de deseo”.
Pues bien, buscando información sobre roedores, internet (como pasa siempre) me devolvió una entrada a mi búsqueda que captó mi atención. Se trataba de una película de 1959 titulada “Musarañas Asesinas”. Podéis imaginar que el señor Voorhees ya tenía metido en la cabeza el run run como si se tratase de la próxima pieza de “cacería” para su siguiente aventura en Crystal Lake.
Me empapé de información sobre ella. Una película dirigida por un tal Ray Kellogg (ahora me falta saber si este tipo también es el creador de los cereales que tanto me gustan) de 1959 cuyo título original es “The killer Shrews”.
Pude echar un vistazo al tráiler y a alguna foto y me obsesioné definitivamente con ella. Como de costumbre, recorrí las tiendas habituales, busque en Ebay… ¡¡Nada de nada!!
Recuerdo que ya mucho antes de reencontrarla en la web, la había visto en el Satur cuando iba a la caza y captura de bizarrias varias para mi colección de rarezas (léase, árboles zombis, tomates asesinos, etc.) esa vez decidí hacerme con “La humanidad en peligro”, Monster Movie con hormigas gigantes de protagonistas. El motivo de no adquirir semejante “joya” en su día fue el precio. Dentro de mi locura habitual no lo estoy tanto como para pagar un alto precio por una película que sería mala a rabiar y que acumularía polvo con otras muchas de su misma ralea.
En fin, que estamos en el punto de encontrármela de bruces en mi búsqueda sobre roedores, como si me persiguiese y mis neuronas activaron el peligroso modo cerebral antirazonamientos. Como ya he dicho me lance de lleno en su búsqueda.
No estaba ya disponible, ni en la Fnac y tiendas similares, así que decidí ser infiel a mis principios descargándomela de la red, cosa que fui incapaz pues soy muy perezoso para ir bajando link por link y lo deje para mi incondicional María Escolopendra Venenossa.
Al final parece ser que era de pago y no había nada que hacer así que me di por vencido.
Cada vez voy a la busca y captura de similares sigo ojeando el estante de terror y concretamente la letra M, hasta que al fin di con ella. Bueno para ser exactos dió con ella mi fiel Escolopendra, que conociéndome como me conoce, rauda y veloz (gracias a sus cientos de patas) apareció con ella entre sus mandíbulas en el mínimo de tiempo estipulado ya que yo doy vueltas y más vueltas hasta que por puro aburrimiento desisto de mi empeño. Ella siempre me dice que pregunte antes de liarme a recorrer todos los pasillos pero no es lo mismo. ¡¡Me gusta que las yemas de los dedos se me pongan negras de tanto buscar!!. Se muy bien que ella se aburre (aunque no lo diga) y por eso pone el acelerador y prefiere ganar tiempo mientras me entretengo con cualquier otra cosa. Ya se sabe que si no puedes con el enemigo únete a él.
En definitiva, después de un largo día, llegamos a casa y preparo el “equipo” indispensable para el visionado. Escolopendra me avisa que, además de estar muy cansada (¿qué hará cuando yo no la veo?), lo más seguro es que se duerma a los pocos minutos ya que no comparte muy entusiasmada los frikismos que tanto me gustan y encima a pelo o sea sin alcohol o algún porrillo de por medio. Ya sabemos que algunos despropósitos solo deben de ser vistos bajo los efectos de algún afrodisiaco.
Como era de esperar, no llegó a ver a ninguna de nuestras protagonistas de cuatro patas. Lo increíble es que yo estuve casi por no hacerlo también y eso que me tomé un buen vaso de Coca Cola. A puntinto de dormirme, pero apreté el botón de stop a tiempo y la mar de a gusto.
Lo bueno de los dvd´s es que si no eres muy exquisito puedes pararla y retomar la cosa en el punto donde lo dejaste. No sé si me estoy haciendo mayor o qué, pero confieso que no me atrevo a intentarlo de nuevo, ni siquiera motivándome con el dinero que he perdido en mi adquisición.