Muerte
Del lat. mors, mortis.
1. f. Cesación o término de la
vida.
2. f. En el pensamiento tradicional,
separación del cuerpo y el alma.
Ser o no ser... |
La muerte es una compañera de
viaje que nunca sabes cuándo te saldrá al paso. En general tengo miedo de pocas
cosas, pero a la muerte no. No sé si será debido a que desde niño, gracias a los
documentales de naturaleza, he sido consciente de que la muerte es inevitable. ¡Otra cosa es como llegar a ella!
“Uno debe tener miedo de la
vida, no de la muerte.”
Marlene Dietrich
Como a las grandes estrellas
de cine me preocupa más el hecho de envejecer. Desde luego lo de dejar un
bonito cadáver como algunas tampoco me interesa. Solo se lo disculpo a Jean
Harlow, más que nada porque no lo eligió ella. Eso de convertirse en mitos por
morirse joven me parece una tontería. La cosa es quedarse en un punto
intermedio. Ni demasiado joven ni terminar siendo una pasa. No engaño a nadie
si digo que todos nos convertiremos tarde o temprano en uvas pasas.
¡Queridísima mamá! |
Me hace “gracia” cuando
fallece alguien conocido, sea actor, escritor, bailarín, etc, pasados los 90 años y
a la gente le parece una perdida terrible. A mí no me produce ningún trastorno.
¿Qué esperaban? ¿Qué nos sobreviviese a todos? ¡¡Qué espanto!! Yo desde luego
no espero llegar a los 100 años. Eso mismo le digo a mi médica de cabecera
cuando me recrimina que fume tanto.
Mi ideal de muerte romántica
es como el de Margarita Gautier en “La Dama de las Camelias” de Alejandro Dumas
Jr., así en mi camita, sujetando un coqueto pañuelito y sacando fuerzas de
donde sea para arreglarme un poco para las visitas. Con una habitación
minúscula me apañaría, como no tengo muchos amigos con dos que me visitasen ya
tendríamos el aforo completo. Este ideal está descartado porque no me seduce la
idea de la enfermedad y pasarlo mal, además nunca sabes cuándo aparecerá alguien y te pillará
desprevenido sin arreglar.
Estoy mala, muy mala, mala de acostarme. |
De todas formas en cuanto a
las visitas inesperadas, sea que esté postrado en mi cama con los últimos
estertores de vida o postrado en la cama de un hospital, tengo indicaciones
precisas para evitarlas, que conoce muy bien Escolopendra Venenossa, aunque no
creo que pudiese cumplirlas a rajatabla. ¡¡Menudo marrón!!
¡No me mandes flores! |
Lo único que tendría en común
con Miss Gautier es tener una solitaria muerte, porque dudo que la acelere con
una licenciosa vida, a no ser que me tocase la primitiva y todavía estuviese de
buen ver y ánimo como para despilfarrar el premio.
“No temo a la muerte porque no
temo a nada que no comprendo. Cuando empiezo a pensar en eso,
ordeno un masaje
y se acaba el problema”.
Hedy Lamarr
Lo de palmarla en casa
depende… Maria Montez se murió ahogada en su bañera mientras tomaba su baño de
sales de belleza. Muy bonito, por lo de la belleza, pero tiene sus riesgos y es
el tiempo que tarden en encontrarte. Por bella y joven que seas, corres el
riesgo de terminar siendo una papa arrugada. A mí eso no me sucedería pues no
tenemos bañera. Resbalaría al salir de la ducha y me desnucaría con el wc. ¡Qué
mala pata! (nunca mejor dicho). Ni siquiera dentro de lo malo me golpearía con
el bidet o el lavabo. ¡Qué pena ser pobre! Seguro que la Montez tenía un cuarto
de baño más grande que mi casa y con multitud de sitios donde dejarse caer
muerta. Como el mío es minúsculo, que parece el camarote de los hermanos Marx,
me encontrarían con una pose imposible de break dance.
Lana se arriesga y decide tomar un baño. ¡Antes muerta que sencilla! |
En cuanto a los hospitales, espero
no vérmelas en ninguno, ya sea por una nimiedad o por algo más grave. Es
verdad que cuando he acudido (en dos ocasiones) por una urgencia, me han
atendido la mar de bien y me sentía como una estrella de cine. La única
diferencia es que en lugar de sujetar un micrófono o un premio sujetaba una
botella de suero, antibiótico o lo que fuera menester. ¡Incluso me pusieron una
silla de ruedas! Esto era innecesario porque podía caminar, pero mira, ya que
te la ponen no te vas a poner pejigueras.
¡Está vivo, está vivo! |
Puntualizo que el único
problema de acudir al hospital es la persona que te lleva. En mi caso
Escolopendra. La primera vez me llevó hecho unos zorros. Casi me da un ataque cuando me vi en un espejo del wc donde me encontraba rellenando un bote de muestras. ¡Para acabar en la UCI! La
segunda, y por eso es importante ser precavido, me arreglé antes de
avisarla del "imprevisto". Ese retraso propició una entrada en urgencias muy
cinematográfica: yo desmayándome y ella gritando como una loca.
"Cuando me miro, ¡soy tan hermosa que grito de alegría!" Al mirarme, yo también grité, pero de verme tan feo. |
Lo de terminar sea como sea en
un hospital, no depende de nosotros, pero aún así, si se da el caso, mis
indicaciones son inamovibles para evitar encuentros indeseados. Lo principal en esa situación es tener la tranquilidad de no ver
ciertas caras.
¡No tengo ganas de que me amarguen mi momento!
“Estos son mis principios. Si
a usted no le gustan, tengo otros”.
Groucho Marx
Ya sabéis, no por primera mano
supongo, que en el último suspiro o después, siempre aparece alguien que: o
bien hacía la pera limonera que no daba señales de vida o que quiere
reconciliarse en el último momento. El perdón cristiano está muy bien en ocasiones pero no para
esa en concreto. El momento de la muerte de uno es similar a cuando te toca la
lotería: ¡siempre salen amigos y familiares hasta de debajo de las piedras!
¡Porras, el tío de Soria! |
Y luego están los comentarios
en plan: ¡era una bellísima persona! Como no resucitaré a los tres días como
Jesucristo o como Drácula (elegid lo que os convenga), para poner
las pilas a más de uno, también tengo mis indicaciones post mortem.
Si algo tienes que decir di lo mejor y lo peor que te venga a la cabeza. No me creo que todo el que se muere termine siendo una bellísima persona. ¡Sinceridad ante todo!
La Dietrich probando nichos bajo la atenta mirada del dependiente. |
Solo espero en mis últimos momentos
de lucidez, dejar mi lista negra preparada para que no se me cuele nadie. Otra
opción es sobrevivir a todo el mundo, pero es mucho más difícil. Además si reduces las visitas al velatorio evitas que alguien te robe el protagonismo. ¡Total si luego se ponen ha hablar de sus cosas!
Que le dejen dormir,
que se callen los que callaron
cuando estaba vivo.
Gloria Fuertes
¡Lo voy a dejar todo atado y bien atado! |
Lo mismo que para mis últimos
momentos también tengo indicaciones para mi lugar de "reposo". Cuando salgo con Escolopendra
Venenossa y con MY BFF Carmen von Heisenberg, invariablemente siempre
terminamos hablando de entierros. Tanto hablar de estrellas muertas y de la
Hammer nos ha dejado marcados y preparados para el futuro venidero.
Lo de enterrarme a lo clásico
me da grima desde que vi “La Obsesión” (1962) donde el protagonista, que sufre
de catalepsia, está obsesionado con que le entierren vivo.
Mi primera opción sería
construirme una pirámide para que al igual que los antiguos egipcios la
rellenaran con todo lo indispensable para la otra vida. Para mí ¡es todo!, así
que es un imposible y está fuera de presupuesto.
¡Yo es que me veo muy faraón hollywoodiense! |
Mi segunda opción sería que me
quemaran en una pira funeraria a lo hindú, pero Escolopendra me indica que eso
no es posible porque mi fogata terminaría convirtiéndose en un amasijo de
plástico. Algo complicado de reciclar y además contaminante. Tampoco es plan
de, desde la otra vida: ¡ver parte de una de mis manos aferrada a un Pokémon
derretido!
En cuanto a la tercera opción sería,
en el supuesto de tener dinero, que llevasen mi cuerpo a la sabana africana
para que lo devorasen las hienas. Escolopendra se niega por las siguientes razones: que está lejos, que no la van a dejar y (la más importante de todas) que los amigos y familiares que me sobrevivan deben
presenciarlo. ¡Escolopendra se pone en plan exquisita y le pone pegas a todo!
Ni cuenta me daría si me devorase una bandada de cuervos. |
El plan B o la más económica de
esta última opción es llevarme a un muladar. Un lugar preparado para que las
aves carroñeras o necrófagas den buena cuenta de mi (bello y hermoso) cuerpo.
Luego Escolopendra puede aprovechar y sacarse unos euros:¡vendiendo mi esqueleto
a algún centro educativo!
Estoy a un paso de
convencerla. Apelo a su gusto por los nativos de Norteamérica y sus tradiciones
funerarias. Se lo piensa… Pero como también exijo espectadores parece que no le hace gracia.
¡Si me reencarno en diosa espero parecerme como mínimo a Liz Taylor! |
¡Buitre eres y en buitre te convertirás! Y al tercer día resucitaré como Nejeb, la diosa buitre protectora
del Alto Egipto.
“El duelo es un asunto
privado”.
Marlene Dietrich
En lo que respecta a la vuelta
a la vida, exceptuando el caso poco probable de volver como vampiro (joven, por supuesto)
paso olímpicamente. Ni vuelta ni reencarnación ni ná de ná. Bastante tenemos
con una vida como para repetir. ¿Me intriga la idea de volver como otro animal?
Si. Luego pienso que con la mala suerte que tengo seguro que vuelvo como algún
insecto y no me da tiempo ni a tener una buena educación como: coleóptero,
himenóptero, lepidóptero o díptero. Lo bueno es que sería una vida (natural)
corta, lo malo es que puede ser tan corta que no me dé tiempo ni a desarrollar
unas alas porque me coma una araña, me pise un desaprensivo o me rocíen de
insecticida de marca blanca. Ni opción tendría a primeras marcas como la popular
Raid. Todavía recuerdo una camiseta que tenía con unas
cucarachas gritando. ¡Me encantaba!
¡Feliz como una perdiz con mi bolita de estiércol! |
Puestos a suponer te puede
pasar que vuelvas mitad y mitad, al estilo del protagonista de "La Mosca" (1958). Lo malo es que regresas con una voz de pitufo que flipas y así no hay
nadie que te entienda cuando hablas. Estando vivito y coleando tampoco se me
entiende del todo... ¡Me acusan de que no vocalizo!
Por jorobar quizás volvería
como bogavante para hacerle ojitos a mi amiga Tere. Ella sabe…
-Te dí la vida y también te doy la muerte. -Gracias mami, ¡menudo regalazo! |
Como regresar de “De entre los
muertos” es inapropiado, prefiero aunque tengo “Vértigo”, subir al cielo si es
que existe alguno y lo que es más importante: ¡si me dejen entrar!
Religioso no soy mucho pero el
concepto de “cielo” me viene como anillo al dedo para imaginarme un supuesto
cielo hecho a mi medida. Cada uno tiene una idea de su “cielo” ideal: unos ver a sus familiares, otros a sus mascotas, otros a todos a la vez, otros un bosque con un lago, etc. El mío
sería verme rodeado por todas las estrellas del cine clásico. Y como digo yo: ¡El muerto al bollo y el vivo al hoyo!
El día que nací
dijo una verdad mi abuela:
esta niña ha de vivir,
hasta el día que se muera.
Cancionero Popular
Venenosos Salu2 desde Crystal
Lake!
Todas las fotos colección del
autor.
“Solo está durmiendo,
esperando una nueva vida”.
Henry Frankenstein
(Frankenstein, 1931)