"Es tan divertido asustar como asustarse."
Vincent Price
"Yo no interpreto monstruos. Interpreto hombres asediados por el destino y en busca de venganza." |
La semana pasada hice algo fuera de lo normal: ¡salí dos días seguidos de Crystal Lake y no en busca y captura de insoportables adolescentes! La culpa de tan anómalo comportamiento la tiene Carmen von Heisenberg aka (antes conocida como) Carmen Munsters.
Miss Heisenberg con su savoir-faire habitual, y pago de la entrada
mediante (porque si no, no me muevo), me propuso acudir juntos a ver “La marca del Hombre Lobo” (1968) que con
motivo del Festival Nocturna proyectaban como homenaje al Fantaterror español. No
soy mucho de acudir a eventos y menos a festivales, lugares dónde tengo que
reprimir mis instintos criminales, pero la película está protagonizada por Paul
Naschy y no la había visto en pantalla grande.
Concienciado ya de que iba a salir de la cabaña junto al lago, pues
necesito hacerme a la idea con varios días de antelación y adecentada la
máscara de hockey, bajé la guardia y Miss Heisenberg apelando a mi sentido de
la amistad, aprovechó para pedirme un pequeño favor: que la acompañase de nuevo
al Festival al día siguiente para ver un documental sobre Jack Taylor, mítico
actor del Fantaterror.
Llegado el momento equipé mi bolsa bandolera de Friday The 13th con todo lo indispensable. ¿Un kit de supervivencia?... Para nada. Lo que llevaba eran un par de revistas de los años 70 de terror, dos guías del Museo de Cera, una de los años 70 y otra de los 90 y un libro sobre Mª José Cantudo, por si ella no tenía nada mejor que hacer esa tarde y se pasaba a ver la película de Naschy.
Antes de ver la película hubo una mesa redonda donde se habló del tema
que nos ocupa. Bastante interesante y amena, aunque como en las películas de
las que hablaban, algún contertulio era prescindible. Finalizado el coloquio, pasaron
el micrófono por si alguien quería comentar algo. Casi que me dieron ganas de
participar pero me abstuve porque la cosa se había alargado en exceso y quería
ver ya la peli. Además, después proyectaban “The Legend of el Hombre Lobo”
(2018), un corto homenaje a Paul Naschy de un muchacho americano que estuvo
francamente bien. Teniendo en cuenta que apenas salgo de Crystal Lake, eso de
aventurarme fuera de mi zona de confort a las 18:00h y volver pasadas las
23:30h es algo excesivo para mí.
En cuanto a “La marca del Hombre Lobo” es de esas películas de las que
tienes buenos recuerdos terroríficos de niño y que al verlas de nuevo se hace
pesada en algunos momentos. Solo recomendable para los fans de Naschy y los
Hombre Lobo. Por eso, una de las cosas que me encanta de verlas en un
reproductor de Dvd es que puedes ir directamente a lo que interesa:
La segunda cita me pilló más animado y casi que no me importó acudir a
ver el documental (también previo pago de la entrada) sobre Jack Taylor, además
tenía el aliciente de que me pillaba cerca de Crystal Lake. Lo único que no me
gustaba era que tenía que ir al Matadero. Por si hay algún despistado, el
Matadero Madrid es un espacio cultural y centro de creación contemporánea antes
Centro de Exterminio de seres sintientes. En Madrid el buen gusto brilla por su
ausencia… Eso de atravesar cortinas de plástico de salas con nombres tan
descriptivos como Sala de Despiece es de lo peor. Como tengo vetado el sitio,
no sé si las cosas han cambiado, pero el mal rollo que se respira no puede ponerse
en duda, por lo menos para los que lo conocimos en funcionamiento. Ahora a sus
puertas aparcan bicicletas y va mucho modernito, pero antes aparcaban camiones
repletos de animales. Yo desde luego lo hubiese demolido, algo que por cierto
no han dudado en hacer con los años con los mercados tradicionales del centro
de Madrid. Sabiendo esto, Carmen me agradeció doblemente el favor de acudir con
ella a la proyección.
Al igual que el día anterior, para acudir a ver “Jack Taylor, testigo
del fantástico” (2018), decidí llenar de nuevo mi bolsa con todo lo necesario.
Repetí con los números de Terror Fantastic y las guías del Museo de Cera.
Aunque Carmen me comentó que el año pasado le dieron un homenaje, yo previsor por
si acaso empecé a buscar revistas donde apareciese el actor. María Escolopendra
Venenossa fue testigo de mi agitación desordenada y ruidosa. Al principio
pensaba llevar un libro donde había una pequeña foto suya, pero al final opté
por desbaratar el desorden habitual de mi cubículo hasta que di con algunas
revistas. Lo de revolver mi habitación buscando algo desesperadamente es algo característico en mí. Cuando lo hacía en casa de mis padres y de noche, mi madre me decía al día siguiente: ¡pareces un hurón!
En cuanto me encontré con Carmen le propuse un plan de “ataque” en el
supuesto de que apareciese. Como llevaba tres revistas, una se la cedía a ella
para que también consiguiese su autógrafo si se daba el caso. Todo esfuerzo
tiene su recompensa y al final por los pelos Jack Taylor apareció para
presentar el documental y eso que sólo duraba 20 minutos. Mi cerebro se puso a
maquinar y mis sentidos se pusieron alerta. Le debo mucho a los documentales de
la 2 como digo siempre. Una vez que se hubo sentado el protagonista de la noche,
ya tenía más que de sobra reconocido el terreno: localizadas las vías de escape
y la salida. Como es muy mayor y estaba un poco agitado (casi no llega a
tiempo), le comenté a Carmen que intentaría pedirle un autógrafo pero que no
esperase más porque no pensaba agobiarlo. Comprensiva lo entendió. Ambos somos
muy respetuosos.
Inmediatamente terminado el docu proyectaron el siguiente documental y
el señor Taylor se levantó de su asiento y enfiló hacia la salida. Escuché a
Carmen a mi lado diciéndome: “corre, corre, que se va”, en un susurro, como si
fuese la madre de Jason. En milésimas de segundo, pese a la oscuridad (recordad
que soy un poco topo), saqué de mi bolsa una revista y unos bolígrafos y me
lancé escaleras abajo saltando escalones cual gacela de Thomson hasta alcanzar
la puerta. Debe ser el instinto, pero frené ante la puerta y aparecí al otro
lado justo delante de él como si mi frenética carrera no hubiese existido. Gran
entrada por mi parte digna de toda una película clásica. Encantado me firmó la
revista, aunque me aconsejó que para estos menesteres era mejor un rotulador
plateado. El bolígrafo no hace buenas migas con el papel couché y más si este
es oscuro.
¡Cosas de la improvisación!
Aclaro que no suelo pedir autógrafos aunque parezca lo contrario. Tampoco
me hago fotos. Ahora todo el mundo se hace fotos con cualquiera. En mi caso ya
puedo tener al lado a vete tú a saber a quién (y he tenido a muchos conocidos cerca),
que si no me interesa para mí no existe. Escritores, cantantes, actores,
políticos, han sido objeto de mi más absoluto desdén.
¡Tengo criterio!
En cuanto a Jack Taylor es de esos actores que dan cierta inquietud
cuando los ves en una película de terror. A sus 82 años su presencia todavía
impone y me vi empequeñecido a su lado. Nos despedimos estrechándonos la mano
por segunda vez y me dio las gracias por ser muy amable. Debo decir que yo
estaba temblando en todo momento. Lo único que llegué a decirle es que contaba
con el autógrafo de Marlene Dietrich. Para mí es un dato que da cierto caché.
Así dejo claro para el “objeto” de mi interés que no soy un pedorro cualquiera.
Realmente tengo dos o tres autógrafos de gente que me interesa o me ha
interesado en su momento. Normalmente me acerco saludo y no necesito nada más.
Una cosa que antes me preguntaban mucho era cómo podía gustarme tanto
el Cine Clásico de los años 30 y 40, con sus estrellas como Dietrich, Crawford,
Garbo…, y a la vez me gustasen las películas de miedo de cualquier época y
estilo. Me gusta el glamour y me gusta el terror.
¡Debe ser cosa de mi
bipolaridad no tratada!
Aún a día de hoy, me siguen produciendo miedo incluso las que he visto
infinidad de veces y sigo manteniendo la costumbre de tener a mano unos cuantos
cojines cuando veo alguna película de este género. Según el grado de miedo que
me produzca utilizo simplemente las manos antes de llegar al extremo de taparme
la cara con un cojín. A medida que la inquietud me invade, mi postura corporal se vuelve cada vez más incómoda. Respingos y pequeños gritos también son
habituales y más de una vez Escolopendra, con tal de reírse de mí, me da
pequeños sustos aunque la película que este viendo sea una de Viernes 13.
Después de todo ese es el fin de ver una película de este género, que siga
produciendo miedo. Invariablemente siempre termino las sesiones (que suelen ser
de tarde) viendo una película clásica o de animación. Además de ser bastante miedoso (cinematográficamente hablando), también soy de lágrima fácil cuando veo una película clásica (aquí me puede la nostalgia) o una de dibujos animados.
Como es habitual cuando me reúno con Miss von Heisenberg y si está
también Miss Escolopendra Venenossa, terminamos el día con nuestra “pequeña”
tertulia acompañados de un vino o una cervecita. En esta ocasión como es lógico
el tema en cuestión fue el género del terror: sus películas, personajes,
actores y nuestras preferencias.
Preguntado por mi monstruo favorito me decanto por el Hombre Lobo, que
es el que más miedo me produce y que ocupa un lugar secundario con respecto a Drácula y Frankenstein dentro de la mitología de la Universal. Carmen y Escolopendra son más de Frankenstein y su novia.
En cuanto a las películas sin dudarlo las de la Hammer, porque son las que más
he “vivido” junto con las de Paul Naschy, aunque los clásicos de la Universal
son imprescindibles. Más peliagudo es elegir a un actor. Entre Boris Karloff, Vincent
Price, Christopher Lee o Peter Cushing no se cual elegir, sin olvidarme a Lon
Chaney Sr. “el hombre de las mil caras”. ¿Quién no recuerda su fantasma de la
ópera? Price y su “Los Crímenes del Museo de Cera” (1953) es fundamental para
mí. Como Drácula prefiero a Lee antes que a Bela Lugosi y como Hombre Lobo me
decanto por Lon Chaney Jr. De este último recuerdo a mi padre hablarme de
“Frankenstein y el Hombre Lobo” (1943), película que él vería en su día como
muchas otras.
La afición por el género de terror me viene desde pequeño. Siempre me
han gustado las películas de “mostruos” como yo las llamaba. Mis recuerdos están
unidos al Hombre Lobo, la Hammer y las Monsters Movies, en especial “El
monstruo de los tiempos remotos” (1953) y “El valle de Gwangi” (1969), sin
olvidar otra figura que siempre me fascinó, que me daba miedo y ahora me da
pena: la criatura de “El monstruo de la Laguna Negra” (1954).
Algo que nunca entenderé es que mis padres me permitiesen ver todas
estas películas donde aparecía sangre y escenas de desnudos (recuerdo una
escena de algún hombre lobo y una pastora llevando sobre la cabeza una
lechera…) y no pudiese ver concursos y series para toda la familia tipo: “Los
Ángeles de Charlie”. Lo que si veía, detestaba y aún detesto son: “Los payasos
de la tele”.
¡Cosas de mi infancia!
Entre lo fijo que sé que no podía ver estaba: “Historias para no
dormir”. Tampoco pude ver cuando la pasaron por televisión la primera vez “Los
Pájaros” (1963) y recuerdo escucharla a través de la pared de mi cuarto, cosa
que me daba aún más miedo imaginando qué es lo que podía estar pasando. Desde
luego nunca me planteé ver “Psicosis” (1960). No la vi hasta muy pasada la
“adolescencia” (más bien me avergüenza confesar mi edad de entonces) y encima
con el agravante de estar solo en casa. ¡No me duché en toda la semana! Al
igual que “Viernes 13” (1980) son de esas películas que siguen haciéndome
saltar de mi sillón.
Todas estas películas de género las he “visto” como he dicho con las
manos en la cara atisbando entre los dedos o con los oídos tapados y los ojos
cerrados y por supuesto junto a mis amigos los cojines, que a la menor
oportunidad mi padre solía quitarme más o menos enfadado. "¡Si vas a ver la
película la ves sin ellos o si no a tu cuarto!" algo parecido me diría. Mi
madre posiblemente más tolerante, quizás porque alguna le daba risa nos decía: "ya podéis abrir los ojos". Para
mí los cojines en un sofá tienen una función más allá de la estética.
¿Por qué me tapaba los oídos cuando veía una película de la Hammer? Mi madre solía decirnos que lo que daba más miedo era la música. |
Las únicas películas del género que no aguanto mucho son las de
zombies y las de espíritus. Las primeras (y eso que me va el gore) me parecen
desagradables, creo que algo tiene que ver el número de criaturas. En ese
aspecto soy muy clásico: prefiero un solo psicokiller o monstruo. Me inquieta
estar rodeado de zombies, pero eso me pasa incluso cuando voy a un centro comercial y estoy rodeado de gente. Las de fantasmones si no tienen alguna
escena truculenta me aburren. Anteriormente en mi entrada sobre tiburones he
comentado que soy más de ver que de intuir. Si me producen algo de miedo es por
Escolopendra Venenossa. A ella sí que le dan miedo y luego me lo trasmite a mí.
¿Puertas que se abren solas, armarios que vibran, cosas que se mueven, platos
que vuelan, pelotas que ruedan escaleras abajo, muñecos que se ponen en marcha?
Salvando las distancias he vivido fenómenos parecidos y o bien he buscado la
lógica al asunto o si sucedía mientras estaba en la cama he tirado de la manta
y he seguido durmiendo.
Una vez, en Asturias, entró volando algo por la ventana... La gata que dormía en mi cama empezó a bufar... Adormilado abrí los ojos y conseguí distinguir una forma revoloteando a mi alrededor: ¡Me tapé con la sábana y la dejé curioseando por ahí!
¡Un vecino que pasó a saludarme! |
Una vez, en Asturias, entró volando algo por la ventana... La gata que dormía en mi cama empezó a bufar... Adormilado abrí los ojos y conseguí distinguir una forma revoloteando a mi alrededor: ¡Me tapé con la sábana y la dejé curioseando por ahí!
Confieso que mi único defecto es mi imaginación, la peor película de
terror es la que se te pasa por la cabeza.
Entre mis terrores “favoritos” se encuentran: los servicios públicos
sean estos de aeropuertos, multicines, gasolineras y aéreas de descanso en
carretera, me dan pavor, desde que vi “Único Testigo” (1985). Si tengo
ganas de ir al baño me aguanto hasta llegar a casa. Las casas deshabitadas/derruidas
me dan cosita, al igual que los graneros y granjas. Solo entro en
las de familiares y conocidos. Si estoy en la playa o en un río evito pensar en
tiburones y pirañas. Cerca de un lago ni se me ocurre mentar a Jason. Pasear
por el bosque solo o acompañado me encanta siempre y cuando no me aleje
demasiado del resto o si lo hago no piense en que me observa un tipo con un
hacha oculto tras unos matorrales. Saben de lo que hablo tanto Carmen cuando
pasé un fin de semana con ella y otra amiga en El Espinar (la casa también me daba miedito) y Escolopendra en cualquier paraje
natural en el que me encuentre con ella, sea Asturias, León o Cádiz. Experiencias
parecidas con el mar y los tiburones he tenido con mi hermana Elsa.
¡Me gusta
asustar pero al final salgo escaldado!
En una ocasión mientras nadaba solo en una piscina, ésta se quedo a oscuras... Me puse a pensar... ¿Estará esperándome Jason al pie de las escalerillas? ¡Creo que fue el día que hice más largos en toda mi vida!
Escolopendra siempre me dice que soy un cagueta y tiene toda la razón. Evité durante muchos años el tren del terror del Parque de Atracciones y si tuve miedo con esa tontá para niños, os podréis figurar que nunca he visitado Pasaje del Terror alguno. Además siempre leo las advertencias y no me acuerdo bien, pero algo ponía de problemas cardíacos… Pero vamos que tampoco dice mucho de mí, porque a lo único que subo en un parque de atracciones es al Gusano Loco o a la Noria y eso como mucho.
¡Gracias a Dios no pensé en pirañas! |
Escolopendra siempre me dice que soy un cagueta y tiene toda la razón. Evité durante muchos años el tren del terror del Parque de Atracciones y si tuve miedo con esa tontá para niños, os podréis figurar que nunca he visitado Pasaje del Terror alguno. Además siempre leo las advertencias y no me acuerdo bien, pero algo ponía de problemas cardíacos… Pero vamos que tampoco dice mucho de mí, porque a lo único que subo en un parque de atracciones es al Gusano Loco o a la Noria y eso como mucho.
La Cantudo: estrella del Fantaterror e imagen de Festival. |
“Las cosas que te hacen diferente son todas las cosas que eres.”
Winnie the Pooh
“He tenido una carrera muy bonita.”
Mª José Cantudo
“Si le gustan las emociones fuertes… venga a vernos… Pero no venga
solo… por si acaso…”
Frase promocional de “Mil gritos tiene la noche” (1982)
Venenosos salu2 desde Crystal Lake!
Fotos: colección del autor.
Si existe un par de Scream Queens que se merecen esta entrada son:
María Escolopendra Venenossa y Carmen von Heisenberg. ¡A sus incorruptos pies dejo
mi machete!