martes, 29 de noviembre de 2016

ES UNA PELÍCULA PARAMOUNT

Solo hace falta escuchar un repiqueteo de tambores seguido de unas trompetas, para que sepamos que la película que vamos a ver es una producción de 20th Century Fox u oír el rugido de un león para saber que es una película de la MGM. Hay sonidos e imágenes indisolubles de la memoria colectiva.

De niño me encantaba ver aparecer al león de la Metro rugiendo a través de un anillo de cinta de película con el lema del estudio. Años más tarde, cuando ya empecé a ser consciente de mi predilección por ciertas estrellas y a interesarme por ellas, comencé a fijarme en los estudios para los cuales trabajaban. Me pasó con Rita Hayworth y la Columbia y me pasó después con Marlene Dietrich y la Paramount.

"Yo soy el cine, no lo olvidéis" parece decirnos Miss Swanson.

Tanto leer sobre cine y tanto ver películas clásicas, han hecho que con el tiempo, tenga preferencia por las películas de Paramount y pueda más o menos reconocerlas. Esto se debe principalmente a que muchos de los directores, actores y estrellas que me gustan formaron parte de dicho estudio, pero también es verdad que se debe el estilo único y personal que tenía en los años 30.

Nada más echar un vistazo a la icónica entrada del estudio (con sus columnas salomónicas) ya lo dice todo. Está emblemática puerta fue la entrada principal al mismo hasta 1976. El campanario que la coronaba, fue retirado por seguridad después del terremoto de 1936.

Las famosas puertas de la Paramount. Las puertas una característica de Lubistch. ¿Casualidad?

Si MGM se definía a sí mismo como el estudio con más estrellas, su máxima prioridad era crearlas y crear películas solo pensadas para ellas, Paramount era conocido por ser el estudio de los directores. Hay que aclarar que el eslogan de la MGM resultaba ser un recurso publicitario más que la verdad. En los años 30, el estudio con más estrellas era Paramount.

Desde su fundación en 1912 por allí pasaron: Clara Bow, Louise Brook, Claudette Colbert, Gary Cooper, Marlene Dietrich, Kay Francis, Cary Grant, Paulette Goddard, Veronica Lake, Dorothy Lamour, Herbert Marshall, Gloria Swanson, Mae West, Anna May Wong y Los Hermanos Marx entre otros.

De izquierda a derecha y de arriba a abajo: Clara Bow, Louise Brook, Kay Francis, Paulette Goddard, Dorothy Lamour, Herbert Marshall, Adolphe Menjou y Anna May Wong.

No es que los ejecutivos les dieran manga ancha a los directores, pero siendo el estudio más sofisticado de todos, no es de extrañar que los directores más personales e individualistas terminaran allí: Ernt Lubistch, Cecil B. DeMille, Mitchell Leisen, Josef von Sternberg, Erich von Strohein y más tarde Billy Wilder o incluso el gran Alfred Hitchcock.

¡Yo soy La Estrella! Pero... ¿quién se lo dice a quién?
Marlene Dietrich con Ernt Lubistch en el rodaje de "Ángel" (1937). 

Como he dicho, si en la MGM, cuidaban hasta el último aspecto de su estrella en auge, en Paramount, sabían que un buen film se debía a la creatividad de su director y además contaban con el aliciente, de que el director era el que, a última instancia se las tenía que ver con las caprichosas estrellas, cosa que a los ejecutivos les ocasionaba algún que otro “problema”. Esto resultaba una liberación para ellos y se podían dedicar a “temas más importantes”.

La Paramount daba libertad a sus directores mientras sus películas dieran dinero. Resumiendo: “nosotros no interferimos en el desarrollo de la película mientras nos consigas un buen material de éxito”. En ese aspecto la Paramount era arriesgada. Les daba igual qué estrella apareciese en un film, porque contaba con los directores más creativos, que sabían sacar lo mejor del material (ya sean guiones, actores, etc.) que tuviesen.

La Swanson firmando un autógrafo (o dándole unos consejos) a Carole Lombard ante la atenta mirada de George Ratf.

Películas de éxito del estudio contaron con actores mediocres que en otras producciones de otros estudios, hubiesen pasado sin pena ni gloria. Gracias, por ejemplo, al genio y la elegancia de Lubitsch, maestro de la alta comedia. Por cierto, la comedia, fue un género que dominó Paramount.

Lubitsch y su eterno cigarro.
Su nombre en
los créditos de las películas era tan importante como el nombre de las estrellas.

Notable es que Ernst Lubitsch, el gran director conocido por su toque (mil veces imitado), terminará siendo jefe de producción de Paramount o que el estudio permitiera al personal y perturbador Von Sternberg, que construyera un mundo sofisticado y extravagante, para su máxima estrella: Marlene Dietrich. Aunque cuando el estrellato de ésta llegó a peligrar y se cansaron de sus excesos, no tuvieron más remedio que separarlos. Él desde entonces se convirtió en un maldito de Hollywood.

Josef von Sternberg, un genio con una obra tan personal como magnífica.

Incluso cuando el emblemático DeMille, cuyo nombre aparecía antes que el de las propias estrellas, que estaba en La Paramount desde sus comienzos (a Gloria Swanson se le podía atribuir la cita: “Yo soy el cine”, pero DeMille podría decir perfectamente: “Yo soy Paramount”), se marchó a la MGM después de irritarse con algún ejecutivo del Estudio, regresó a casa, al darse cuenta que “mientras en Paramount era el pez más gordo en un banco de peces, en MGM era el pez más gordo en un banco de tiburones”, como muy acertadamente dice Ethan Morddenen.

Cecil B. DeMille, el más emblemático de los directores.

La Paramount además de ser el estudio más sofisticado, concibió un universo deslumbrante para sus películas, en oposición con el entretenimiento familiar que producía MGM, con sus populares estrellas (Garbo, Crawford, Shearer, Gable…) y sus espectaculares decorados.

Claro ejemplo de la diferencia de estilo y tratamiento, se ve en una película como: “La Venus Rubia” (1932). Si en dicha película Marlene Dietrich es la estrella de un cabaret parisino, abigarrado, más o menos extravagante y de dimensiones reducidas, en la MGM para una estrella de su magnitud, hubiesen concebido un cabaret tan grande como un campo de fútbol.

Dietrich y Cooper en "Deseo" (1936)
¡Qué diferentes se verán más tarde en otros Estudios!

Es curioso también que los mayores escándalos debidos a estrellas, fueran de los que estaban bajo contrato con Paramount. En la Metro, donde se mantenía a las estrellas con mano de hierro, Mayer (máximo responsable) comentó a una díscola Joan Crawford en una ocasión: “nuestro estudio es familiar y esos comportamientos no son propios de nuestras estrellas. La Metro no es una casa de putas como la Paramount”.

Imagino que conociendo el plantel, no encontró otro calificativo mejor para el estudio rival. ¿Quién si no la Paramount tendría bajo el mismo techo a Clara Bow la chica “eso”, la descarada Mae West, la alocada Carole Lombard, la exótica Anna May Wong  o a la ambigua Dietrich?

Mae West "devorando vivo" a un primerizo Cary Grant.

Sin ir más lejos, la Metro no vio con buenos ojos, que su galán por excelencia Clark Gable, se viese con la Lombard. Como buen peso pesado que era Gable, este ganó y al final la llevó al altar.

El cuidado con el que se trataba a las estrellas en la MGM, por encima de guiones, directores y demás, era legendario. MGM no hubiese permitido a la Dietrich besar a una mujer en los labios y posteriormente lanzarle flores a Gary Cooper (estrella en auge, con el riesgo de acabar con su carrera) en una película como: “Marruecos” (1930). Yo creo que ni se hubiesen planteado rodarla.

¿Quién podía resistirse al encanto de Mr. Cooper?
Gustaba por igual tanto a las damas como a los caballeros.

Ese mimo para con sus estrellas, era envidiado por el resto de astros de los demás estudios. Por lo menos así parecía que pasaba con los de Paramount, pero también era mejor estar con ellos que caer en manos de la Warner.

Nancy Carroll, un juguete roto de la Paramount,
sospechosamente parecido a Claudette Colbert.

En Paramount las estrellas corrían a su suerte y muchas de ellas fracasaron antes de empezar, como en el caso de Nancy Carroll. Una promesa con la que no supieron muy bien qué hacer. En la Metro esto no hubiese pasado. Como he dicho, mientras MGM cuidaba hasta el mínimo detalle con respecto a su estrella, ofreciéndoles sólo el material adecuado para fortalecer su status, en Paramount tenían que vérselas con todo tipo de material. Esto en algunos casos les favorecía, llegando a convertirse en actores todoterreno. Claudette Colbert, cultivó todos los géneros desde su llegada al estudio en 1929 y su marcha en 1945. Significativamente ganó su Oscar fuera de “su casa” con “Sucedió una noche” (1934) y encima la hizo estando castigada. Gary Cooper es otro ejemplo de actor hecho a sí mismo, pasando de un género a otro.

Claudette Colbert podría perfectamente quitarle el trono de Reina
de la Paramount a Gloria Swanson.

Paramount era un estudio que desaprovechaba a sus valores. Carole Lombard, una de sus máximas estrellas, realizó sus mejores trabajos fuera del mismo, cedida en préstamo (cosa común en aquella época). Sólo personalidades de gran magnitud podían sobrevivir a tal derroche de talento.

La Lombard una gran estrella, una gran comedianta.
Su prematura muerte nos impidió saber de lo que sería capaz en un futuro.

Por otro lado, la imagen que proyectaron estrellas como Claudette Colbert, Marlene Dietrich, Gary Cooper o los Hermanos Marx (sus mejores y más alocadas películas se rodaron en este estudio), no volvió a ser la misma una vez abandonaron Paramount. Y esto, en algunos casos, tenía que ver con el genio de sus directores. También es cierto que les favoreció en ocasiones, proporcionándoles otros registros, abandonando sus antiguos clichés.

Groucho Marx con la gran olvidada Margaret Dumont.

A mí en particular me gusta más el Cooper en las comedias de los años 30, que en sus trabajos posteriores. La imagen que se habían creado era de tal magnitud, que en el caso de Marlene, tanto Wilder como (un confeso) Hitchcock, “quisieron contar” con la Dietrich-Von Sternberg para sus respectivas películas.

Sea como fuese, yo no puedo identificar a ningún director con su respectivo estudio, excepto con los de Paramount. De hecho, no puedo recordar a otros directores que me hayan calado por sus respectivas carreras como ellos. Puedo mencionar prácticamente la filmografía de Greta Garbo, pero no puedo decir cuál director la dirigió. Igual me pasa con la Crawford, ambas estrellas de la Metro, por lo que es muy posible que las etiquetas que han perdurado en el tiempo sean de lo más justificadas.



Venenosos salu2 desde Crystal Lake.
Todas las fotos archivo del autor.