“La vida es algo así como un
mensaje en una botella,
para ser transportado por los vientos y las mareas.”
Gene Tierney
Hollywood era sinónimo de sueños
y hasta que no terminó el Sistema de Estudios, no cayó el velo que ocultaba la
cara oculta y triste de muchas de sus estrellas.
"Simplemente
no quería que mi cara fuera mi talento."
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Gene Tierney, de la que el
productor Darryl F. Zanuck (según él) seria: “incuestionablemente la mujer más
bella de la historia del cine”, es un claro ejemplo de la amarga vida de una
estrella. Lo he vuelto a recordar, tanto en el libro: “Gene Tierney. En el filo
de la navaja” escrito por Víctor Guerrero, como en el documental: “Gene Tierney:
Un retrato roto” (1999).
"Como actriz,
me entrenaron para mostrar la emoción que no sentía,
o ninguna emoción en absoluto."
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Gene Tierney es de esas
actrices que marcaron mi adolescencia, traspasando la pantalla de mi televisor
con sus películas. Como todo el que la ha contemplado en alguna ocasión (sobre
todo si es la primera vez) y si ha sido con “Laura” (su película más
emblemática), su imagen y su belleza se quedaron grabadas en mi mente. Gene
se convirtió en la fantasía de muchos espectadores de su época, también para mí
y no profundicé más allá de sus interpretaciones. La maquinaria de Hollywood
creó una ilusión y como tal debía permanecer irreal e inalcanzable.
"Durante años,
nunca se me ocurrió
cuestionar la política de los responsables del estudio."
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No es oro todo lo que reluce.
La realidad como he comentado es otra. La fábrica de sueños forjaba iconos a
golpe de látigo.
Si bien la prensa de la época
suministraba al público su ración de chismes, ciertos en algunos casos otras veces no,
formaban parte del mito mismo de las estrellas. Estrellas que los estudios moldeaban
a su antojo y en ocasiones usando la amenaza como dogma. Porque mucho más allá
de los escándalos y juergas más o menos aceptables (¿qué tal o cuál actor es un
rompecorazones? A fomentarlo!!), había ciertos pasajes oscuros que convenía
mantener ocultos.
“Coches, pieles y joyas no eran
mis debilidades.”
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Nunca fue tan acertada la
declaración de Alfred Hitchcock antes de su llegada a Hollywood: “Los actores
son como el ganado”. Aunque me viene estupendamente, la verdad es que Hitchcok
no generalizaba, como explicaba en el libro escrito por Truffaut: “El cine
según Hitchcok”.
“En lo personal, me molesta que me etiqueten como “glamour
girl”. Es una etiqueta tan absurda, extravagante. Implica tanto que no soy.” Carole Lombard |
Carole Lombard a la que
dirigió en “Mr. and Mrs. Smith” (1941), respondió a la cita mandando construir
un “establo” en el plató, dentro se encontraban tres terneras con el nombre de
los protagonistas colgado al cuello. La película y la broma, nació de la
amistad entre la actriz y el director.
“Todos estamos atados a nuestro destino
y no hay manera
de que podamos liberarnos.”
Rita Hayworth
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Dejando a un lado la cita y el
sentido verdadero de la misma, es verdad que como los esclavos egipcios construyendo
las pirámides, las estrellas construían un reino muchas veces levantado a base
de lágrimas. Además de estrellas, también eran personas aunque eso poco
importaba. Sus dramas personales mejor que los sufrieran en silencio.
“Hollywood puede ser difícil para
las mujeres,
pero no causó mis problemas.”
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Ya he dicho en otras ocasiones
que los grandes estudios fabricaban sueños y eso es lo que también demandaba el
público. Éste, que lidiaba con el drama en su día a día, no necesitaba conocer
los que sufría su estrella favorita. De hecho la gente de a pie, no se
imaginaba (o no le interesaba) pensarlo.
¿Cómo es posible que los tuviesen
viviendo rodeados de tanto lujo y esplendor?
“Lo que necesitaba era ser
aceptada,
no era un capricho.
Tenía la intención de actuar.”
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Cuando evocamos a una estrella
de la Edad de Oro, nos la imaginamos en su fantástica mansión descansando entre
rodaje y rodaje, acudiendo a fiestas (muchas organizadas por los propios
estudios), pero olvidamos que en esa época, los actores y actrices eran simples
asalariados con contratos leoninos, con grandes sueldos es verdad, pero
esclavizados por la industria que los había creado. Muchos de ellos encadenaban
película tras película sin descanso hasta que el estudio consideraba que había
rentabilizado la inversión.
"Me acerqué a todo, mi trabajo, mi familia,
mis romances, con intensidad."
Gene Tierney
La hija de Lana Turner en su
autobiografía cuenta que su madre se levantaba (cuando tenía que rodar) a las cuatro de la mañana y eran pocas las veces que llegase a casa más pronto de las dos de
la madrugada. Como Lana, que tiene el dudoso “honor” de ser la protagonista de
un gran escándalo que vio la luz, muchos otros.
"Mi vida ha sido una serie de situaciones de emergencia." Lana Turner |
Horas invertidas en los
aspectos técnicos (maquillaje, vestuario, iluminación), rodaje propiamente
dicho, descanso y comida en los propios estudios. Estos eran pequeñas ciudades,
que incluían zonas de ocio de todo tipo y estaban situados estratégicamente
cercanos a las zonas residenciales de las estrellas. Residencias las más de las
veces proporcionadas por los mismos estudios.
Una vez se entraba en el
juego, difícil era escapar. Debido en gran parte a que un gran sueldo conlleva
un gran nivel de vida, para mantenerlo hay que pasar por carros y carretas. Cuando
en contadas ocasiones un actor o actriz se revelaba, el estudio tomaba
represalias.
“Un perro tiene bondad en su
corazón y la dignidad en su comportamiento. Las mejores cualidades que cualquier persona quisiera tener.” Kay Francis |
Hasta que el “ganado” volviese
al redil, te podían suspender de empleo y sueldo indefinidamente (que se lo pregunten
a Rita Hayworth), condenar a malas películas (que se lo digan a Kay Francis) o ceder
a un estudio menor generando automáticamente que tu valor baje. Amenazar con
airear trapos sucios, hacer mala publicidad en medios afines (¿cómo se te
ocurrió Olivia de Havilland denunciar a tu estudio?) o incluso entrometiéndose
en la vida privada de las estrellas, hundiendo relaciones por ejemplo.
“Éramos como una sociedad anónima
en la Warner.
No sabíamos nada de las estrellas de los otros estudios.”
Olivia de Havilland
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Los grandes estudios tenían
mil y una maneras de tenerte bien atado.
Debemos añadir a todo lo
mencionado: las envidias, celos, zancadillas, bulos, favoritismos e intrigas.
Todo muy propio de una corte francesa del siglo XVIII. Además los grandes
estudios (en esto si se ponían de acuerdo los cabrones), podían vetar a un
actor o actriz para que ninguno le contratase y para rematar, cuando llegado un
punto dejabas de interesar, no había contrato que no se pudiese rescindir en el
momento.
¿Crees que una estrella del
Hollywood dorado vivía en un lecho de rosas?
“La riqueza, la belleza y la fama
son transitorias.
Cuando aquellas se han ido, poco queda, salvo la necesidad de
ser útiles.”
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Por lo que sabemos, Gene
Tierney era refinada, afable, de carácter dócil y disciplinado, que la
granjeó las simpatías de todo aquel que la trataba. Pero también supimos que
para Gene, permanecer en los estudios era la válvula de escape para permanecer “estable”.
De infancia acomodada, sólida
educación y viajes por Europa, Gene se convirtió en la estrella de la Fox en
los años 40 y en poco más de 10 años ingresaba en centros psiquiátricos.
“Día tras día, pasé largas tardes
en la cantera de talentos,
donde nos decían cómo caminar, cómo hablar, cómo
sentarse.”
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A finales de los años 30 se
labró una exitosa carrera teatral, pero una vez llegó a Hollywood los estudios
no supieron que hacer con ella. Desde el principio recibió roles protagonistas,
pero o bien eran inadecuados o explotaban sus rasgos exóticos. La crítica fue
dura con ella, aunque las más de las veces fueron simplemente indulgentes.
“Iba a vivir con mi sueldo o caminaría oscilante
hacia abajo.”
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Errores de casting aparte, los
años 40 fueron provechosos para ella, protagonizando grandes clásicos como: “El
diablo dijo no” (1943), “Laura” (1944) o “Que el cielo la juzgue” (1945). Antes
de todo esto, en 1941 apareció Josef Von Sternberg y la dotó, como dice Terenci
Moix de “poderío erótico”. Sternberg que había formado tándem con Marlene
Dietrich sabía de eso un montón. La película “El embrujo de Shanghai”, como no
podía ser de otra manera fue un rotundo fracaso.
“Tratar de poner orden en mi vida
era como tratar de recoger una medusa.”
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No debió ser fácil la vida para
Gene Tierney. Primero, descubrir que tu padre le era infiel a tu madre y que te
ha sacado hasta el último centavo. A continuación, un matrimonio (que no es aceptado
por nadie) con sus más y sus menos con el diseñador Oleg Cassini, debido al
sentimiento de inferioridad por parte de él y de dependencia por parte de ella.
Por último, el nacimiento en 1943 de su primogénita, con retraso mental,
sordomuda y ciega que la marcó de por vida y la ocasionó trastornos psicológicos.
“Las personas que enferman
mentalmente
a menudo tienen una historia de dolor crónico.”
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Observándola ahora
detenidamente y con lo que ya conocemos, no sabemos si sus interpretaciones (personajes
perversos, atormentados) son fruto de su trabajo como actriz o de sus problemas
mentales.
"Admiro a cualquier persona que se libra de sus adicciones."
GeneTierney
Buena prueba de ello, es su interpretación
de Baketamon, en la superproducción “Sinuhé, el egipcio” (1954), donde se
aprecia distanciamiento y un endurecimiento de sus rasgos que le vino muy bien
al papel.
“Mi salida de Hollywood fue descrita
como una retirada.
Nadie entendía que me estaba viniendo abajo.”
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En la década de los 50, sus
trabajos son menos importantes. Un desengaño amoroso con Ali Khan (el padre de éste
prohibió su relación con ella después de la experiencia con Rita Hayworth), e intento
de suicidio de por medio, la condujeron de forma intermitente y posteriormente
durante un año a ingresar en centros psiquiátricos, donde entre otras cosas, recibió
tratamiento de electrochoques en una treintena de ocasiones.
“No estaba hecha para ser una
rebelde.”
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Se despidió momentáneamente del
cine con “La mano izquierda de Dios” (1955), junto a Humphrey Bogart, para
retomar su carrera totalmente recuperada en 1962. Participó en cuatro películas
(por amistad y por contrato) con papeles pequeños y de poca importancia, para desaparecer definitivamente en 1964.
“Yo sabía que no podía hacer
frente al futuro a menos que fuese capaz de volver a descubrir el pasado.”
Gene Tierney
En 1960 se casó con el magnate
del petróleo W. Howard Lee (que la visitaba durante su internamiento), quinto marido de Hedy Lamarr, para vivir una vida
tranquila como un ama de casa más. Tras la muerte de este en 1981, pasaba el
tiempo participando en causas benéficas.
“La principal causa de mis
problemas provino de la tragedia del nacimiento de mi hija
y mi incapacidad
para hacer frente a mis sentimientos.”
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Gene Tierney nos dejó a los 70
años en 1991, debido a un enfisema pulmonar a causa de su gran afición al
tabaco. Sus dos hijas la sobrevivieron. Daria (recluida en una institución
desde su más tierna infancia) hasta 2010 y Christina (que nació sana) en 2015 en la
más absoluta pobreza, porque la segunda mujer de su padre no
quiso darles a las hermanas la parte de su herencia.
“Yo vivía en un mundo que no existía.
La prisión de la mente.”
Gene Tierney
Venenosos salu2 desde Crystal
Lake!!
Todas la fotos archivo del autor.