Hay citas que son ineludibles.
Cada cierto tiempo mantengo la costumbre de transportarme a otro tiempo junto a
mi querida amiga Carmen Munsters cuando visitamos una pequeña y casi desconocida
“isla” en pleno centro de Madrid, en lo que se considera el Madrid de los
Austrias.
Hace unas semanas visité ese oasis
aislado entre edificios y asfalto situado en la calle Bailen 47, de nombre
Casablanca. Para nosotros un pequeño paraíso terrenal donde habitan las almas
congeladas y sonrientes de las estrellas de cine que tanto nos gustan.
Me invade cierta tristeza al
comprobar, según nos cuenta el habitante del lugar, que somos escasos los que
nos acercamos a visitarlo y todavía menos los que recuerdan que estas figuras
en otro tiempo luminarias, eran adoradas por las masas.
Sobreviven en este último
reducto, sonrientes desde el soporte fotográfico donde están presas de “por
vida”, alimentadas con la nostalgia de unos pocos.
Después de adquirir la
correspondiente ración de recuerdos, mantenemos una amena e interesante
conversación con el residente de este Edén cinematográfico, al margen de la
actualidad que nos rodea.
En nuestra conversación evocamos
épocas pasadas, grandes películas y los nombres de: Garbo, Dietrich, Turner,
Boyer, Flynn, Hayworth, entre otros. En poco más de dos horas, una ráfaga de
aire recorre los álbumes de fotografías oxigenando de nuevo a sus residentes.
Empujándose unos a otros, por
nuestras mentes discurren a modo de caballo desbocado escenas, actores, frases,
situaciones… Todos aprovechan al máximo esos escasos 120 minutos para recuperar
el esplendor pasado. Como he mencionado nos sonríen esperando que los saquemos
de los cajones, perfectamente clasificados y nos acompañen a nuestras moradas.
Comentamos que ahora se considera
clásica una película de los años 80, algo que he comprobado en las anuales
listas que publican revistas como Fotogramas o Cinemanía. Nuestro interlocutor
nos hace ver que la gente joven ya no tiene el gusto del coleccionismo, no sabe
quiénes han formado parte del Hollywood de los primeros años y ni conocen
películas como “Gilda”, que les parece un rollo. Carmen replica que ese desinterés
es imperdonable, que es cultura general.
La cultura sea en el ámbito que
sea ha dejado de ser un conjunto de conocimientos y ha pasado a ser un valor
denostado y devaluado. Ahora solo interesa aprender la última chorrada de una
serie o reality de televisión, ensalzando a individuos e individuas que se
perdieron en el proceso de la evolución.
Con internet todo se puede
obtener con un simple clic, pero a nosotros eso no nos impide dejarnos las yemas de los dedos en las páginas
de los innumerables álbumes expuestos y alegrarnos al dar con ese cartel,
programa o esa fotografía que tenemos en nuestras manos. ¡¡Ese gusto no nos lo
quita nadie!!
Salimos del lugar dejándolos
en su burbuja particular, esta vez les tocó el turno de recuperarse a Johnny Weissmuller,
Dolores del Rio y Doris Day. Quien sabe a quién le tocará la próxima vez... Nos
alejamos de allí sabiendo que esta
pequeña isla en el centro de Madrid tiene sus días contados…
Situado sobre la fachada del
local, un código de barras traslúcido marca que posiblemente en tres años desaparecerá
y nos dejará huérfanos de nostalgia por una época pasada que no se recuperará.
¿Desea comprar algunas ilusiones,
ligeramente usadas, de segunda mano?
Eran hermosas ilusiones,
llegaron a lo alto, construidas sobre la arena.
Tenían un toque de paraíso,
un hechizo que no se puede explicar:
Porque en este paraíso de locos,
estás enamorado del dolor.
¿Desea comprar algunas ilusiones,
muy poco usadas, como nuevas?
Ilusiones románticas - Son todo sobre usted.
Vendo todo por un centavo,
hacen bonitos recuerdos.
Tome mis ilusiones encantadoras –
Algunas de risas, de lágrimas otras.