Ya ha quedado claro que soy bipolar, pero no he contado que también soy masoca. Pero no hay de qué preocuparse, no soy el clásico al que le gusta que le den de azotes, más bien soy el caso extraño de masoca-cinéfilo.
Me explico: veo una película o leo el libro de turno, me apasiona y al final termino cabreándome como de costumbre y esto me pasa tantas veces lo repita. Me gusta, disfruto, me cabreo. Repito, disfruto, me cabreo… ¡¡Vamos un bucle continuo!!
Esto me sucede con aquellas historias en las que los personajes principales desarrollan sus aventuras en mundos paralelos o situaciones fantásticas, siempre cargadito de entrañables seres con los que te gustaría pasar el resto de tu vida. En honor de la verdad mucho más interesantes que los que nos aporta el mundo real. Lo que no me explico ni entra dentro de mi cabeza es que a los protagonistas de dichas ficciones les apetezca volver a sus cotidianas y aburridas vidas.
El caso más reciente es el de Alicia, en la maravillosa adaptación que hace Tim Burton (uno de mis directores fetiche) del clásico Alicia en el País de las Maravillas de Lewis Carroll. Quién haya visto la película o leído el libro comprenderá mi postura. ¿No es más apetecible compartir tu vida con seres como el Conejo Blanco, el Sombrerero, el Gato de Cheshire o la Reina de Corazones? ¡¡Me parece que sí!!
Me explico: veo una película o leo el libro de turno, me apasiona y al final termino cabreándome como de costumbre y esto me pasa tantas veces lo repita. Me gusta, disfruto, me cabreo. Repito, disfruto, me cabreo… ¡¡Vamos un bucle continuo!!
Esto me sucede con aquellas historias en las que los personajes principales desarrollan sus aventuras en mundos paralelos o situaciones fantásticas, siempre cargadito de entrañables seres con los que te gustaría pasar el resto de tu vida. En honor de la verdad mucho más interesantes que los que nos aporta el mundo real. Lo que no me explico ni entra dentro de mi cabeza es que a los protagonistas de dichas ficciones les apetezca volver a sus cotidianas y aburridas vidas.
El caso más reciente es el de Alicia, en la maravillosa adaptación que hace Tim Burton (uno de mis directores fetiche) del clásico Alicia en el País de las Maravillas de Lewis Carroll. Quién haya visto la película o leído el libro comprenderá mi postura. ¿No es más apetecible compartir tu vida con seres como el Conejo Blanco, el Sombrerero, el Gato de Cheshire o la Reina de Corazones? ¡¡Me parece que sí!!
Al final Alicia tiene que tomar una ¿difícil? decisión: quedarse para siempre rodeada de estos personajillos o volver a su mundo y sus aburridos compromisos sociales. Siempre y sin variar nada en absoluto (común a todas las historias) tiene que tomar dicha decisión en unos pocos segundos que a personas como yo se les hacen eternos y que no nos parece tan complicado.
Otro caso de juzgado de guardia es el de Sarah (Jennifer Connelly) en Dentro del Laberinto. ¡¡Por Dios!! ¿Cómo puede ser que quieras volver a casa a cuidar de tu hermanito y dejar una vida de ensueño con el maravilloso David Bowie? El caso de esta muchacha me pone malo, entiendo que a lo mejor no te ¿apetezca? tener una relación amorosa con el ambiguo Bowie, pero… ¿Qué me dices de todos los amigos que dejas allí? ¡¡Si hasta en el final de la película aparecen tras el espejo (en clara alusión a Alicia) para hacerte ver que siempre serás bienvenida!!
Y qué me decís de Peter Pan y Wendy. Me he leído el libro tropecientas veces y sigo con las mismas: ¡¡Me quedo en el País de Nunca Jamás!! Hay una aborrecible película por ahí donde comenten el sacrilegio de presentarnos a un Peter Pan adulto que ha sido vencido por los convencionalismos. ¡¡No hay quien se lo crea!!
La Historia Interminable, El Mago de Oz y La Bella y la Bestia, aunque no sean de mis favoritas también tienen muestras del desatino de sus protagonistas. El caso de Dorothy y Bastián son muy similares al de Alicia, pero… ¡¡La Bella y la Bestia!!
¿Como Bella puede preferir a un muchacho tan soso como ella antes que a la impactante Bestia? ¿Y los objetos parlantes? Es verdad, que si yo fuese la Bella y prefiriese que las cosas se quedasen como están sería una auténtica putada para ellos. En fin…
La animación también me ha creado grandes traumas. El primero como he mencionado ha sido Peter Pan y posteriormente me los proporcionaron series como la de Nils Holgersson. A este niño le gusta hacer travesuras y disfruta molestando a los animales de la granja donde vive. Aquí, empezamos mal… En sus expediciones captura a un duende, como no llegan a ningún acuerdo este le castiga y le convierte en un duende pero eso sí, con la gratificante cualidad de poder hablar con los animales ¡¡que envidia!! Total que Nils emprende un viaje por las tierras de Suecia a lomos de el ganso doméstico de sus padres y acompañando a una bandada de gansos salvajes. No voy a relatar todos los acontecimientos y pareceres tanto de los animales domésticos como de los salvajes, me limitaré a comentar que como va siendo habitual, al final de sus aventuras Nils regresa a su tamaño normal. ¡¡Una lástima!!
Ya por último y muy recientemente por lo que ya estaba entrando en la madurez, descubrí la película de animación “Historia de una gaviota y el gato que la enseño a volar”. Menuda llorera al final y menuda la cara de mi costillita al verme. Sin comentarios…
Aunque en esta historia no hay personajes humanos, se puede comprobar fácilmente que en el mundo animal también se cometen las mismas estupideces.
La historia cuenta las aventuras de Zorbas, un gato cuyo sentido del honor le conduce un día a comprometerse a criar un polluelo de gaviota, la madre del polluelo se ha visto atrapada por un vertido de petróleo y se lo confía al gatazo. Total que Zorbas, junto con su pandilla promete que no se comerá el huevo, criará al polluelo y le enseñará a volar.
¿Qué pasa con todo esto? Al final como es previsible, el polluelo se convierte en una gaviota y emprende el vuelo siguiendo a su grupo y apartándose para siempre de sus amigos terrestres.
Con todo esto te das cuenta que alrededor de nosotros pulula una mano negra que está dispuesta a hacer todo lo posible para que abandonemos sueños e ilusiones. Emplean métodos tan sádicos como estos donde te presentan mundos espectaculares dónde te gustaría estar, cuando llega el final te hacen ver que todos estos personajes han preferido volver a sus vidas de antes y que tú debes hacer lo mismo.
Seguramente me dejaré muchas situaciones parecidas en el tintero, mejor no recordarlas ahora, no me apetece cabrearme hoy y eso que motivos no me faltan.